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Regulación rebasada

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El estallido de diversos problemas en los últimos días en la ciudad de Torreón, revela que está en entredicho el desempeño de la autoridad municipal en materia de planeación y regulación en actividades de lo más diverso, como son el funcionamiento de bares y restaurantes en el Distrito Colón, y la operación de los taxis "cinqueros".

En el primer caso la reactivación del centro de la ciudad en el área comprendida entre las avenidas Bravo e Hidalgo y las Calles Francisco I. Madero a la Leona Vicario, ha tomado desprevenida a la administración que preside Miguel Riquelme al permitir la apertura de negocios de manera desordenada y sin cálculo alguno respecto a las consecuencias.

Invasión de banquetas por parte de negocios emergentes; estacionamiento de vehículos en áreas prohibidas incluyendo pasos peatonales y el incremento de basura y ruido para molestia y perjuicio tanto de los vecinos que viven y habitan en esa parte de la ciudad, son algunos efectos del desorden. Otra vertiente de este mismo tema es el que se refiere al mal comportamiento de los parroquianos afectados por el consumo de alcohol, que tiran vasos y botellas o hacen sus necesidades fisiológicas en la vía pública.

El desconcierto de la autoridad se concreta en la declaración del Director de Tránsito y Vialidad publicada por El Siglo de Torreón el lunes pasado, según la cual: "si se tratara de meterlos al orden a todos, tendríamos que aplicar cientos de infracciones...".

El Municipio ha respondido anunciando que creará una nueva reglamentación, pero lo cierto es que estos comportamientos exigen simplemente que los reglamentos vigentes se apliquen, pues no se concibe que se puedan generar nuevas reglas que dejen de prohibir tales conductas extremas es decir, que permitan la invasión indiscriminada de espacios públicos en aras de la explotación comercial de unos cuantos o la diversión de muchos llevada a capricho.

No se requiere ser un genio en materia de urbanismo para saber que los problemas mencionados con antelación, sí llegan a un punto que hagan perder el equilibrio de la convivencia, provocarán el efecto contrario al que se pretende y la reactivación de esa parte de nuestra ciudad será flor de un día.

El otro problema es el relativo al de los taxis denominados "cinqueros" que se calcula en número que podría llegar a mil vehículos, que han improvisado en el periférico al menos seis rutas en las que suben y bajan pasajeros a un costo inferior al de los autobuses, en menos tiempo y en mejores condiciones de seguridad y confort. A dichos taxis se les conoce como "cinqueros" porque cobran una tarifa que va de los cinco pesos en adelante, según el tramo de periférico que abarque el viaje de que se trate.

La generación de tales rutas informales y su explotación por parte de los "cinqueros" llena un vacío de planeación a través de una práctica cotidiana y la semana pasada estalló en un conflicto con la autoridad que ordenó el retiro de unidades, bajo el argumento de que la concesión de que gozan los "cinqueros" no les permite prestar ese tipo de servicio, porque a los ojos de los dueños de los autobuses que cubren la ruta del periférico, dicha práctica no regulada les hace una competencia desleal.

Otro alegato esgrimido en contra de los "cinqueros", es que suelen violar las normas de tránsito al conducir sin precaución y bajar y subir pasaje en zonas prohibidas, lo que en tal caso amerita que sean infraccionados, pero no resuelve el problema de fondo, porque no justifica la descalificación de esta modalidad especial en el servicio público de transporte, impuesto por la costumbre a partir de las necesidades de la gente.

Lo cierto es que todo este tipo de argumentos dejan de lado el hecho evidente de que el fenómeno de los "cinqueros" surgió y se sostiene por la preferencia de los usuarios, lo que obliga a la autoridad a estudiar a fondo el tema desde el punto de vista de los ciudadanos y planear y reglamentar en consecuencia. Sin embargo, la autoridad prefiere cuidar el mercado cautivo a los titulares de otro tipo de concesiones que por lo visto no están dando el ancho, en cuanto al servicio que están obligados a brindar.

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