El gobierno de Enrique Peña Nieto lleva seis meses contra la pared, desgastado por la tragedia de Iguala, los escándalos inmobiliarios, las tormentas económicas y la falta de transparencia, credibilidad y certeza.
Añada al coctel venenoso el cínico disparate semanasantero protagonizado por David Korenfeld, titular de la Comisión Nacional del Agua, hoy célebre en exceso.
El numerazo de Korenfeld -por utilizar un helicóptero oficial para trasladarse de su domicilio al Aeropuerto de la Ciudad de México con la familia- le echa más gasolina al fuego.
¿Con qué cara Enrique Peña Nieto ordena un recorte de 136 mil millones de pesos al presupuesto del año entrante a consecuencia del desplome de los petroprecios, mientras uno de sus funcionarios consentidos abusa de los recursos públicos? ¿Cuántos otros "humildes servidores públicos" harán lo mismo y nadie se entera?
Korenfeld debió haber renunciado por decoro. Poco importa si ahora promete "reparar el daño" -el pago del vuelo en helicóptero- con dinero de su bolsa. Pagó, sí, pero sólo para apostar al olvido del escándalo inmoral con todo y graves consecuencias para el gobierno.
El abuso del titular de Conagua hiere la sensibilidad nacional; indigna y humilla a los de a pie; ofende y mancha el mantel del PRI en tiempos del cólera electoral…
Reloj no marques las horas hasta que Korenfeld se vaya de veras a volar, ruegan los tricolores.
Importan mucho las cartas que el gobierno federal tome para resolver este bochornoso asunto. Pero no sólo respecto a Korenfeld, también frente a varios del resto de funcionarios quienes muy a pesar de una coyuntura tan extrema, parecen carecer del más mínimo pudor y sensibilidad.
David Korenfeld no debería renunciar, ¡deberían correrlo cuanto antes! Nadie debe estar por encima de la ley, mucho menos quienes ostentan el poder político.
¿O acaso Korenfeld se quedará tan campante?
EL MONJE LOCO
Hay tres cosas que se ocultan sólo temporalmente: el sol, la luna y la verdad… ¿verdad?
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