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Resaca electoral

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

La "borrachera electoral" del pasado domingo ha derivado en una fuerte "resaca" que todavía no podemos aliviar. Los excesos conducen a ese malestar que hace reiterar el falso juramento del "ya nunca más". Pero, lo más probable es que nos recuperemos y en la siguiente oportunidad volvamos a caer: Todo ese derroche de recursos y ese cada vez más libertino festín mal llamado "democracia", nos seducirá y nuevamente nos embriagaremos. Algunos de esperanza, otros de escepticismo, algunos más de desdén y apatía, y otros pocos de ambición por el poder.

Antes de que se pase por completo la resaca es necesario reflexionar, pues sería el colmo que nada de lo ocurrido dejara algún tipo de aprendizaje. Hay dos asuntos que me resultan muy relevantes. El primero: la lógica "anti" no alcanza. En promedio siete de cada diez electores votaron en contra del PRI. La mayoría de esos votantes, de acuerdo a los estudios de percepción, siente un profundo repudio en contra de ese partido. No obstante, en una elección como la que acabamos de vivir tal escenario no le impide ganar al tricolor.

La razón es muy sencilla: lo único que une a ese 70 % de electores (y a muchos abstencionistas) es su odio al PRI; pero más allá de eso no los vincula nada. No hay un factor de unidad que haga que la mayor parte de sus votos se dirija en una sola dirección. Así, con el 20 % de unos, el 15 % de otros, el 12 % de los de más allá, no alcanza para superar el 30 % que la maquinaria clientelar le garantiza al tricolor.

Ahora bien, la democracia a la mexicana tiene profundamente arraigado el vicio de: "si gané la elección es limpia y si perdí hubo fraude". En realidad todos hacen trampa, unos de manera más descarada, como el Verde; otros de forma más mesurada; pero no hay uno sólo que respete al máximo las reglas de juego. Con todo, cualquier partido político, el PRI incluido, es electoralmente susceptible de ser derrotado. Ya lo sabíamos, pero los candidatos independientes - y no el Bronco sino Kumamoto - lo vinieron a corroborar y ese es el segundo y muy importante tema a reflexionar.

Cualquiera capaz de convertirse en factor de unidad puede vencer electoralmente en México. Ese "cualquiera" es un arma de doble filo que debería mantenernos en nuestro sano juicio para, en los próximos comicios, no embriagarnos de frivolidad sino tomarnos muy a pecho, todos, nuestro rol de ciudadanos. Pensémoslo, antes de que nos pase la resaca.

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