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¿Resentimientos en México?

Actitudes

JOSé SANTIAGO HEALY

Las matanzas y abusos ocurridos en los casos emblemáticos de Tlatelolco, 10 de junio, Ayotzinapa, Aguas Blancas, Tlatlaya, Acteal, Atenco, entre otros más, no se han olvidado en México.

Tampoco los crímenes políticos que tanto daño causaron como el del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, perpetrado el 23 de marzo de 1994, ni los del político guerrerense José Francisco Ruiz Massieu y del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

Diría con mucho acierto el filósofo español formado en Estados Unidos, George Santayana, que "aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo".

En nuestro país no existe por fortuna un olvido o amnesia por parte de la sociedad en temas de enorme relevancia como los citados anteriormente.

No obstante en las altas esferas del poder vemos con frecuencia como las leyes no se aplican con la contundencia deseada y de ahí ese malestar social que se manifiesta cada vez que se cumplen los aniversarios de tales acontecimientos.

Quizá por eso la sociedad ha perdido demasiado tiempo en buscar culpables y en exigir justicia, cuando deberíamos estar ocupados en atender los efectos negativos y en destacar los positivos.

A diferencia de otros países y continentes, los mexicanos recordamos cada año las tragedias de nuestro pueblo, pero no tanto por el ánimo de rescatar tan duras experiencias para no repetirlas jamás.

Sino más bien para reavivar las heridas, linchar a los presuntos culpables y sacar a flote resentimientos acumulados por décadas que han sido terriblemente nocivos.

Los japoneses hace mucho tiempo que perdonaron a los norteamericanos a pesar de que dos bombas atómicas destruyeron Nagasaki e Hiroshima y mataron a decenas de miles de personas.

Los judíos recuerdan con profundo dolor el holocausto de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo no fustigan cada año a los alemanes ni a los descendentes de los gobernantes nazis de aquel entonces.

El gobierno de George Bush intentó malamente vengar los atentados de Nueva York al atacar a varias naciones del Medio Oriente.

Pero la sociedad norteamericana se enfocó en rescatar los valores positivos que surgieron a raíz de los ataques como fue el patriotismo, la entrega de los policías y bomberos, además de la reciedumbre de los neoyorquinos.

Vaya ni siquiera han empleado tiempo en enjuiciar a quienes por negligencia o descuido pudieron haber evitado la terrible acción de los terroristas de Al Qaeda.

Afirma el filósofo y sacerdote tapatío Francisco Ugarte que "el resentimiento es un envenenamiento de nuestro interior y nosotros decidimos si lo aceptamos o lo rechazamos".

En su libro del "Del resentimiento al perdón" asienta que "cuando perdonamos nos liberamos del resentimiento, recobramos la paz y la felicidad que habíamos perdido por los sentimientos negativos".

Todavía más, Ugarte sostiene que al perdonar vuelve a nuestras manos el control de nuestra vida, podemos mirar de manera positiva y "orientarla hacia ideales altos que valen la pena".

"Con el perdón --agrega-- se recobra el amor, la paz y la amistad".

Qué bien haría a los mexicanos perdonar tantos agravios y resentimientos sociales que traemos cargando innecesariamente a través de los años.

En lugar de denostar cada 2 de octubre a Díaz Ordaz y a Echeverría por Tlatelolco, rescatar las historias de los estudiantes que dieron sus vidas por la libertad y la democracia.

Habrá que recordar siempre los errores y las tragedias del pasado, pero valorando más las enseñanzas que buscando a culpables.

Ciertamente si en este país la justicia funcionara razonablemente, se evitarían muchos tragos y trances amargos.

Pero mientras tanto si no damos el paso de perdonar, estaremos condenados a vivir en el pasado llenos de amarguras y resentimientos.

Además con tal actitud dejamos el control de nuestra vida a quienes consideramos enemigos sea el gobierno, partidos o personajes en el poder.

 APUNTES FINALES

A un año de las elecciones presidenciales de Norteamérica, vale reconocer que el controvertido Donald Trump mantiene su popularidad en alto y la atención de los medios... El peligro es que los republicanos terminen por elegirlo como su candidato no por capacidad sino porque sería el único con posibilidades reales para derrotar a Hillary Clinton y acabar así con ocho años de dominio demócrata.

Comentarios a jhealy1957@gmail.com

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