No resulta exagerado indignarse después de escuchar que para el Programa de Austeridad los senadores han decidido reducirse cien pesitos al mes. Con este enorme sacrificio dejan sin tocar prebendas que no sólo son discrecionales sino sumamente opacas.
Ofrecen dejar de servir canapés y lonches a quienes pasean por las instalaciones dando visitas guiadas, además de que limitarán la entrega de obsequios para que se realice sólo a los jefes delegacionales que les corresponden. Tanto Miguel Barbosa como Emilio Gamboa aceptan que es muy poco lo que han decidido restar a sus ingresos y prometen condescendientemente dialogar con el resto de sus compañeros para ver si consiguen aumentar el monto.
Sin embargo, y es aquí en donde debemos poner la lupa, se permitirán la creación de nuevas plazas y contrataciones por casos de excepción aprobados por los órganos de gobierno. Los senadores saben con claridad que los rubros que eligieron para "sacrificarse" no afectan en realidad los dineros que manejan a diestra y siniestra sin rendir cuenta alguna.
Si revisamos su último reporte del ejercicio del gasto en 2014, podemos corroborar que se pagaron casi 497 millones de pesos debido a 791 contratos de servicios profesionales del área legislativa, 72 secretarios técnicos y 392 asesores de las áreas técnicas, parlamentarias y administrativas. Este gasto implica un aumento de 16.53 por ciento con respecto a los recursos utilizados en el mismo trimestre del 2013. Pero ojo, sólo 86 millones del gasto mencionado se destinó a servicios profesionales, consultorías, asesorías y capacitación, lo que representa un incremento de 36.69 por ciento en comparación con el mismo periodo del año anterior. Además, la cantidad de secretarios técnicos de comisiones y órganos de gobierno subieron de 62 a 72, mientras que se sumaron 114 asesores de las áreas técnicas, parlamentarias y administrativas.
Esto no sería un escándalo si los equipos de asesores de los senadores cumplieran con perfiles mínimos que garantizaran su especialidad en los temas legislativos de las comisiones a las que pertenecen. Son muy pocos los asesores bien preparados y con carrera legislativa probada. Sin ponernos muy exigentes esperaríamos que al menos cubrieran cierta educación básica y ya solicitando los mínimos requisitos pues que trabajaran realmente en las actividades que requiere el ejercicio legislativo. El problema no son sólo los rubros mencionados, sino que varios millones de pesos se mantienen ocultos en las bolsas de los grupos parlamentarios y las comisiones legislativas.
Algunos asesores y exasesores con quienes conversé me comentan que los pagos que les hacen son irregulares, no siempre corresponden a la misma cantidad y muchas veces se hacen en efectivo. La nómina para conocer la distribución de recursos que realiza cada senador para cubrir los honorarios de su equipo pocas veces corresponde a la realidad. Mencionan también que no son pocos los casos de Secretarios Técnicos a los que los contratan bajo la condición de que entreguen la mitad de su salario. Otra práctica común es tener a varios "asesores" sin mucha experiencia ni conocimientos contratados por montos menores que los apoyan con tareas de proselitismo más que de construcción de contenidos y argumentos.
Los gastos para viajes y su comprobación son otro rubro que han dejado fuera de su propuesta de austeridad, quizá porque a diferencia de sus subordinados, los senadores pueden viajar y en caso de tener excedentes de los recursos destinados para viáticos guardarlos en su cartera o darles el uso que mejor prefieran en vez de reembolsarlos al erario público. El hecho es que sin una prescripción que realmente recorte las poderosas fugas de dinero público que tiene el Senado y sin un sistema de rendición de cuentas estricto y detallado, el programa de austeridad será como ponerle una faja maltrecha al cuerpo desbordante de opacidad y recursos mal destinados.
Analista política y activista ciudadana.