La porra lagunera estuvo siempre alentando a la escuadra local sin importar cómo iba el encuentro. (Jesús Galindo)
Un ambiente más de ceremonia fúnebre que de partido de futbol se vivía en las inmediaciones del TSM antes del inicio del juego entre unos necesitados Guerreros del Santos y una urgida Franja del Puebla. La diferencia entre clasificar a una liguilla y mantener la categoría de Primera División es abismal, pero en el rectángulo verde del nuevo Corona se encontraron dos equipos con la mira fija en los puntos que estaban en disputa.
La tensión reinaba en el ambiente y por momentos se podía escuchar el aletear de alguna mariposa, los aficionados batallaban para contener los nervios, pues el tren de la liguilla estaba un metro más lejos con cada segundo que caminaba el reloj. Apenas un poco antes de cumplirse la media hora de juego se rompió la calma con la jugada de laboratorio que culminó "Chuleta" Orozco para romper su propia maldición.
Pero los Guerreros no renunciarían a su tradición de sufrimiento, pues los Luises, Tamay con una jugada de riñones y Robles con un cabezazo providencial, pusieron adelante a los de La Franja y más que nunca brilló para ellos la esperanza de mantener la categoría, mientras que los fanáticos de casa sentían la pesada carga que significa un año entero sin liguilla. Hasta que llegó "El Topo" Rentería para empatar el juego con fugaz jugada y dejar la mesa puesta hacia el dramatismo puro.
Los defensas centrales santistas se fueron a jugar de centros delanteros, consiguiendo inquietar la meta poblana por momentos, pero sin concretar el gol de la clasificación. Cuatro minutos se agregaron al tiempo regular, y un descerebrado habitante de la grada trató de hacer su propia ley y golpear al árbitro ante una marcación contra los Guerreros. No pasó a mayores el incidente ni tampoco el juego se movió más, el silbatazo final marcó la salvación del Puebla, la incertidumbre de Santos y que la urgencia pudo más que la necesidad.