"Una vez que se ha elegido el club que determina el pulso de la sangre, no hay camino de regreso", dice Juan Villoro en su libro Dios es redondo.
El autor en diferentes oportunidades ha manifestado que elegir unos colores y no otros es un momento existencial básico. "Se elige un equipo porque es el equipo de tu padre, porque es el equipo de tu ciudad, de tu barrio, porque te gustó la camiseta, por un jugador determinado o por múltiples razones, pero una vez tomada la decisión, el resto de tu vida está asociada con este momento".
Así, el escritor mexicano concluye que cambiar de equipo de futbol es como negar la propia infancia. Tomo sus palabras como introducción para definir la importancia de ser simpatizante de un equipo.
Ahora que Santos vive uno de sus peores torneos es común leer y escuchar a aficionados reprocharse unos a otros la falta de apoyo o la poca crítica -según sea el caso- a los Guerreros en la presente campaña, tachándose mutuamente de no ser buenos seguidores del club. ¿Quién tiene la razón? La respuesta puede variar dependiendo a quién se le haga la pregunta.
Todos sabemos lo que es un "villamelón" y lo podemos distinguir sin tanto problema, ya saben, el que dice ser "súper fan" de tal club pero no conoce a sus jugadores históricos; el que compra el abono para asegurar su lugar en los partidos importantes pero en los de poco interés ni se para en el estadio y hasta renta su plástico, etcétera. Pero, ¿tenemos claro qué es lo que define a un buen aficionado?
Hay quienes lo ubican como aquel que celebra casi todo lo dicho y hecho por el club, ése que cada partido de local y algunas veces hasta de visita está presente en la tribuna alentando a los suyos y que incluso en las malas rachas, aunque sufre, intensifica su apoyo esperando que las cosas retomen el rumbo habitual.
Por otro lado, está el que también acude con regularidad al teatro con escenario de campo verde, se siente parte del equipo, disfruta los triunfos y conoce la historia del club, pero se muestra crítico cuando las cosas no van de la mejor manera. Soporta los malos resultados pero está convencido que tal jugador o el técnico en turno no deben continuar y así lo externa sin tapujos, si el mal tiempo se extiende por años, señala a los directivos.
El primero tacha de "villamelón" al segundo. El último acusa de "borrego" al primero. Es el ciclo de la pasión.
¿Cuál de los dos es un buen aficionado? Cada uno lo es a su manera. Ambos conocen la historia y la relevancia que puede llegar a tener el equipo en su región, los dos se identifican con los colores y los valores de la institución, pero cada quien vive su pasión conforme a sus convicciones.
Los invito a seguirme en Twitter: @renedelat
delaorremarquez@hotmail.com