Década de los 90. Un joven estadounidense con lentes al estilo de Beto El Boticario que tan de moda traen los hipsters, llegó de mochilazo a Veracruz sin un peso en la bolsa y sin saber qué hacer ni a dónde ir. Caminando sin rumbo por el Puerto, pronto encontró la compañía de un niño de 12 años que se ofreció a servirle como guía de turista. El californiano sintió confianza y accedió a la propuesta. Pasearon por Boca del Río, el malecón, La Antigua y demás lugares hasta que la noche cayó.
El extranjero preguntó por un lugar donde pudiera pasar la noche aunque advirtió que no tenía ni un centavo. Su nuevo amigo lo invitó a su casa, que aunque menos que humilde, por lo menos tendría donde dormir. La casa del niño sólo tenía una cama, que usaba el jefe de la familia y por eso, la reacción del oriundo de California fue negarse cuando le dijeron que él dormiría en el suelo y el padre del niño dormiría en el suelo. Luego de las insistencias de la familia de aceptar, finalmente accedió y lo que iba a ser una noche, se convirtió en una semana de convivencia con esa familia veracruzana.
El chico americano les platicó como pudo, pues no dominaba el español, que alguna vez tuvo el sueño de convertirse en futbolista profesional, pero una añeja lesión en la rodilla le impidió continuar con sus aspiraciones. Los miembros de la familia, de fieles aficionados al futbol y por supuesto a los Tiburones Rojos, le contaron anécdotas del equipo del puerto, su historia, de Jorge Comas y hasta de una victoria sobre el Real Madrid.
Cuando llegó el momento de regresar a casa, comenzó a despedirse de quienes le brindaron albergue. Fue entonces que el niño abrió un antiguo ropero y sacó de él una vieja camiseta original del Veracruz que un jugador le había obsequiado, "llévatela, es mi mayor tesoro". El visitante prometió jamás olvidar tal gesto.
A mediados de esa década noventera, una banda de punk/rock llamada Weezer saltó a la fama mundial gracias a un canal de videos. Sus integrantes, 4 tipos con finta de nerds llamaban la atención, sobre todo el vocalista, un tipo delgado, con lentes de pasta y desaliñado llamado Rivers Cuomo, que aparecía en el video portando una camiseta original del Veracruz con el número 22 en la espalda.
Esa playera perteneció a Pepe Ruiz, exfutbolista que militó en el Veracruz durante la temporada 90-91. Jugó más de 100 partidos en Primera División y aunque nunca fue una estrella del futbol, su playera se convirtió en un objeto de culto para los fans del punk/rock alternativo.
"Nunca pienso deshacerme de la playera. La uso cuando necesito recordar que la bondad humana existe", dijo Rivers Cuomo a un reportero cuando le cuestionó el origen de su afición por el Veracruz. Quién pensaría que aquel joven que llegó de mochilazo al Puerto se convertiría en una estrella de rock y que convertiría la playera de los Tiburones Rojos en un ícono de esa corriente musical.
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