En México viven 7 millones de personas con menos de un dólar 90 centavos diarios. Otros 4.4 millones más se ubican, junto a los primeros, en condiciones de pobreza extrema. 52 millones en total, tienen al menos una carencia. Además, de acuerdo a la OCDE, se ha experimentado una caída generalizada de los ingresos de los hogares, que se ha agravado a partir de 2008. Y aunque la productividad de los trabajadores se ha incrementado de manera sostenida, crece la precariedad laboral. 60 % de quienes tienen un empleo en el país gana tres salarios mínimos o menos.
En las cárceles mexicanas, purgan penas de hasta 10 años unas 7 mil personas que robaron por hambre. De acuerdo a los datos más recientes, 4 de cada 10 internos en los centros penitenciarios del país, ni siquiera cometieron algún delito; están, simplemente, porque no tuvieron los medios para hacerse de una defensa que consiga su libertad. En contraste, dependiendo del delito, la impunidad puede alcanzar hasta el 97 %.
Entre las ilegalidades que menos castigo reciben están aquellas vinculadas a la corrupción. En 2011, por ejemplo, sólo se cobró el 0.03 % de los 5 mil 459 millones de pesos en sanciones económicas impuestas por la Secretaría de la Función Pública a los empleados gubernamentales y autoridades que no pudieron demostrar el destino que dieron a los recursos del erario. Entre 2004 y 2014 únicamente se castigó a nueve de los 77 funcionarios a los que se les atribuyó la responsabilidad de ocultar información.
La corrupción impune se ha hecho acompañar del derroche descarado. Funcionarios de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial se dan una vida de lujo sin importar las condiciones que privan en el país. Gastan a manos llenas, se regodean en el dispendio y lo exhiben sin pudor. Ninguna de las innumerables notas periodísticas que a lo largo de los últimos años han dado cuenta del despilfarro, ha logrado que éste se detenga. En contraste, cuando la situación económica apremia, se obliga a la población empobrecida a "apretarse el cinturón".
Ese llamado, jamás llega a los líderes de los sindicatos corporativos ni a los empresarios consentidos del sistema, que forman parte de los 145 mil mexicanos que poseen patrimonios que un millón de dólares o más. Por el contrario, se les complace acomodando las cosas para que sus fortunas se incrementen, aunque eso signifique empobrecer más al país.
¿Cómo esperar que más del 19 % de los mexicanos responda al Latinobarómetro que sí está satisfecho con la democracia?