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Se pierde oportunidad de promover la diversidad

JESÚS CANTÚ

Los comisionados del Instituto Federal de Telecomunicaciones desperdiciaron la gran oportunidad de aprovechar la denominada "ganancia digital" en beneficio de la ciudadanía y el Estado. La transición de lo analógico a lo digital tiene sentido por dos razones: la mejor calidad de las transmisiones y el mejor aprovechamiento del espectro, lo que se traduce en la posibilidad de multiplicar la oferta de servicios o programación utilizando el mismo espacio del espectro.

Así los actuales concesionarios de radio y televisión que transiten a la digitalización, en automático tienen la posibilidad de ofrecer más servicios o ampliar su oferta programática, con lo cual también accederán a incrementar sus ingresos, pues tendrán la posibilidad de vender más espacios publicitarios o cobrar por la prestación de los diversos servicios. Ofrecer más servicios (conocida popularmente como multiplexación) significa aprovechar la llamada ganancia digital para ofrecer un servicio diferente al que ofrecen en ese momento, es decir, si ofrecen video aprovecharla para la transmisión de audio o texto; y así en cualquiera de los casos.

También tienen la posibilidad de mantenerse en el mismo servicio, pero ofrecer diferentes programaciones, lo que se conoce popularmente como multiprogramación, es decir, si se encuentran en la televisión, en el mismo espectro tienen la posibilidad de transmitir hasta seis canales digitales con programación distinta y, por ende, dirigidos a distintas audiencias. Precisamente por ello los canales norteamericanos han incrementado sus ofertas, así hoy, hay ESPN, ESPN 1; ESPN 2, etc., y lo mismo sucede con Fox, HBO y casi cualquier otra cadena norteamericana.

La legislación mexicana en la materia aprobada el año pasada, dejó al órgano regulador la posibilidad de establecer los lineamientos y las reglas para la utilización de ese espectro adicional, la única limitante que puso fue que los agentes preponderantes o con poder sustancial no podrían tener en ningún caso más del 50% de los canales de televisión abierta. Le dejó incluso la posibilidad de establecer la contraprestación o el cobro por cada programación adicional que quisieran transmitir.

El pasado lunes 9 de febrero, los comisionados del IFT aprobaron los lineamientos correspondientes en los que abren la puerta para que los actuales concesionarios aprovechen dicho espectro únicamente con un trámite administrativo, es decir, el hacer la solicitud y el IFT la debe aprobar en 60 días; pero sin contraprestación adicional y con el único requisito de necesariamente transmitir un canal de alta definición. Así desperdició la oportunidad de ensanchar la diversidad de la oferta existente actualmente en la televisión abierta y de obtener mayores ingresos para el erario mexicano, que simplemente sería el que compartieran una parte de lo que ellos recibirían adicional por sus nuevos canales.

Para efectos prácticos, Televisa tendrá la posibilidad de transmitir 20 señales de televisión, de las cuales cuatro serían de alta definición y el resto digitales (con mucho mejor calidad que la analógica, pero menor que la Alta definición); TV Azteca, 10, en las mismas condiciones. Y los concesionarios de las dos nuevas cadenas de televisión se limitarían a cinco, cada uno, o 10, en el caso de que el ganador fuese uno solo.

El IFT señala en su defensa, que dado que hoy ya hay multiprogramación, particularmente TV Azteca ya tiene cuatro señales adicionales, sin pagar ninguna contraprestación el establecerla en estos momentos sería inequitativo; por otra parte, que el establecer un pago desincentivaría el uso del nuevo espacio con nuevas ofertas.

Vale la pena señalar que en Europa, donde lo que se privilegió fue la diversidad de contenidos, las concesiones se otorgan para operar un canal de programación, no de transmisión, con lo cual la posibilidad de transmitir otros contenidos es del Estado, no de los concesionarios. En Estados Unidos, donde se privilegió la calidad, por cada nueva señal se cobra el 5% de los ingresos que el concesionario obtenga por ello, así se permite al concesionario aprovechar dicho espacio adicional, pero como le generará nuevos ingresos se le cobra un porcentaje de los mismos.

Las posibilidades que se abrían al IFT eran múltiples, entre ellas el que se obligará a los concesionarios a destinar el 50% de sus señales para la transmisión de contenidos de productores independientes (desde luego, a cambio de un pago por el uso de dicha parte del espectro) lo que abriría la posibilidad de que los productores que no tienen la capacidad económica para tener su propia concesión y hacer la inversión que la misma requiere, tuvieran una vía para difundir sus materiales; y de las señales adicionales propias, cobrar un porcentaje (como el 5% norteamericano) de sus ingresos como contraprestación.

Por supuesto que los concesionarios tendrían el incentivo de aprovechar el espacio ganado, pues obtendrían mayores ingresos; con una disposición de esta naturaleza no se revertirían las autorizaciones de señales adicionales ya en operación, pero se podrían compensar con las restantes; se lograrían mayores ingresos para el erario público (tan urgido en estos momentos); y se promovería la diversidad (no únicamente la pluralidad) de ofertas, pues los productores independientes tendrían la posibilidad de dar salida a sus materiales.

Así los comisionados decidieron entregar todos los beneficios de la "ganancia digital" a los concesionarios y olvidarse de la ciudadanía y el Estado. No pensaron en el beneficio público, sino simplemente en el interés particular de los actuales concesionarios, que finalmente obtuvieron lo que pretendían en las reformas conocidas como "Ley Televisa". Como siempre la casa gana.

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