En estos tiempos las diferencias ideológicas se agudizan, sobre todo en un país que sigue sin asumir su pluralismo vasto y sin resolver desigualdades socioeconómicas de casi más de un siglo. En este ánimo de expresión de la diversidad hay liderazgos cuya opinión tiene un impacto relevante sobre amplios grupos sociales.
No es circunstancial que la voz de Roberto Servitje sea una de las que causan resonancia en las élites empresariales y en quienes se identifican con sus valores y proceder. Servitje representa, en gran medida, el empuje de una familia mexicana emprendedora que ha alcanzado el éxito por la impresionante expansión mundial de sus negocios, que ha colocado a Grupo Bimbo como la primera empresa de panificación a nivel mundial. También, es considerada una de las empresas con mejor reputación corporativa, además de mantener las mejores prácticas para la preservación del medio ambiente.
El hecho de que Roberto Servitje asegure que "a la desaparición de los 43 normalistas se le ha dado una dimensión que no tiene" alimenta emociones que desafortunadamente enfatizan la división social. ¿Qué define la dimensión de un atentado contra la sociedad? ¿El número de desaparecidos? ¿La clase social de las víctimas? ¿Las demandas ciudadanas para exigir justicia? ¿Las declaraciones de líderes con impacto político?
Su aseveración hace a un lado varios elementos de facto. Empecemos por el dolor de las familias de las víctimas. Sigamos con la legítima solidaridad de muchos mexicanos que hacemos espontánea empatía con los padres y que entendemos que su condición socioeconómica los coloca en un espectro de marginación en el que la eficiencia jurídica comúnmente resulta una utopía. Continuemos con el hecho de que esta desaparición implica al Estado en todas sus dimensiones, no podemos obviar la participación de gobiernos y policías involucrados en este asunto.
Si esto no resulta suficiente vayamos al referente simbólico: la desaparición de los 43 es el emblema de las más de 25 mil desapariciones que durante las últimas décadas han sucedido en nuestro país, no sabemos cuántas de ellas auspiciadas por policías y autoridades. La tristeza, el enojo, la desesperación de muchos de los que exigimos que se aclare el tema de los 43 han germinado de las injusticias acumuladas. Seguramente hay algunos oportunistas que aprovechan esto para negociar prebendas, pero también desde la autoridad se aprovechan de la desesperanza desbordada de muchos ciudadanos para justificar el autoritarismo represivo.
Servitje hace un sensato llamado al resto de los empresarios para que no caigan en la corrupción, sean cumplidos como contribuyentes y se esmeren por valorar y proteger a sus empleados. Grupo Bimbo el año pasado quedó en el quinto lugar del ranking de la mejores empresas para trabajar en la categoría de más de 5 mil empleados, de modo que ellos mismos ratifican las palabras de su jefe. En contraste, Servitje hace pública su confianza en que el presidente Peña Nieto devolverá la estabilidad al país. Ni una sola palabra sobre la injustificada adquisición de la Casa Blanca de las Lomas, los contratos de sus gobiernos con Grupo Higa y ningún reproche sobre la ineficacia que su gobierno ha mostrado en la procuración de justicia.
Ninguna empresa, partido político, gobernante u organización social alcanza cada rincón del territorio como lo hace, con su estrategia de distribución, el grupo Bimbo. Podríamos suponer entonces que conoce el país y sus desigualdades inherentes como nadie más lo hace. México está ávido de lazos de empatía y solidaridad que le devuelvan algo de la cohesión social perdida. Si no queremos confrontaciones, si buscamos sobreponer las pocas coincidencias a las muchas diferencias que caracterizan nuestro mosaico social, nos hacen falta palabras empáticas, juicios no discriminatorios y señalamientos precisos sobre las autoridades que con sus actos corruptos y sus negligencias agreden al país.
Analista política y activista ciudadana