El discurso que han utilizado las personas cercanas al Club Santos para tratar de justificar el mal comienzo del actual torneo, ha sido que los que estamos seriamente preocupados por lo que (no) hemos visto en la cancha, somos unos alarmistas. Vaya, si apenas van dos jornadas, lo cual es cierto. Pero esa es una lectura muy cómoda y engañosa. Solamente se podría leer lo acontecido en Santos si el torneo pasado se hubiera cerrado bien y calificado.
La mala racha que atraviesa el equipo lagunero no tiene dos jornadas, sino que la arrastra desde la mitad de la temporada pasada. Creo que desde aquella goleada recibida ante América como local con los pesadillescos cuatro goles de Miguel Layún, el equipo no volvió a levantarse.
La desesperación proviene de no poder vencer a equipos de la media tabla para abajo que han jugado en el TSM, ya sea por no saber mantener un marcador y ser alcanzados en el mismo en los últimos minutos, o simplemente perder el encuentro, como acaba de acontecer con Veracruz.
Pero si nos acordamos de la última mitad del calendario del torneo anterior (vs Pumas, Morelia, Puebla, U de G, etcétera, conste que no estoy citando ni al América, ni al León, ni Tigres ni Toluca) los síntomas durante el juego y el resultado final son muy parecidos: no hubo manejo de juego. O lectura de juego. O dirección de juego. Puede llamarla como usted guste.
Sé que Pedro Caixinha trabaja bien durante la semana y entiendo a la perfección qué es lo que le gusta a la directiva del Santos acerca de su labor en el club: disciplina en la semana, métodos europeos que renovan la infraestructura del equipo, modernos, que tratan de imitar en su ejecución a la que tienen los grandes clubes de Europa. Eso está muy bien.
Que Pedro Caixinha sabe vender ideas, es dueño de una convincente retórica a pesar de que el español no es su primer idioma, totalmente de acuerdo. En una de esas es capaz de convencernos de comprar un refresco con hielos en pleno Polo Norte. Es parte de su personalidad.
Pero en donde creo que falla el entrenador portugués, y que es lamentablemente en donde más visible es porque es en donde más pesa, es a la hora de dirigir el partido. Todos vemos cosas que él no ve (que a Abella lo rebasa todo delantero, por ejemplo). Y nadie vemos situaciones que él sí ve (las cualidades futbolísticas de Néstor Calderón, entre otras cosas).
Ante todo hay que decir que Néstor estaba dando un buen juego ante Cruz Azul, pero en su mejor momento Caixinha lo retira del campo. Es el tipo de cosas a las que me refiero.
Gracias a que Marchesín resultó ser un extraordinario portero, Santos no se llevó una goleada en el Azul, pero Pedro salió contento del encuentro. Otra de sus posturas que para mí son incomprensibles. Deseo que Santos Laguna mejore pronto.
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