No hablaré sobre el fracaso de la Selección Mexicana en la Copa América porque ya otros colegas lo han hecho hasta el cansancio. Como dijo en su columna Rafael Rosell, desde que los entrenadores le perdieron miedo a la palabra fracaso ya se dan el lujo de andar fracasando por todos lados. Y se excusan (esto lo agrego yo) de que mientras se trabaje a diario y se tenga la mejor intención por hacer bien las cosas, no hay cabida para esa funesta palabra. Que los resultados no se den, ya es otra cosa. Ah pues mira, qué felicidad, pienso por mi parte.
Y es que el futbolista y entrenador de futbol cobran sí o sí, sin importar los resultados. Estos últimos bien es cierto que son los que deciden su continuidad, pero no su sueldo. Pero imagine usted a un vendedor de bienes raíces o de cualquier otro producto en donde se trabaja por comisión y no se haya logrado vender nada en todo el mes. Le podemos llamar o no fracaso a ese periodo sin ventas, pero de que no habrá dinero, no lo habrá, sin importar el adjetivo con que se adorne esa falta de ventas. Y uno no puede llegar a la casa sin el chivo de la semana diciéndole a la familia, no fue fracaso, porque todos los días fui a trabajar, que no haya vendido nada, eso es otra cosa (casi podrían agregar un "chatos" e imitar una voz cantinflesca, pero terminar por hacer teatral la escena). No hay excusa. Si no se vendió nada, pues un trabajo nocturno de lo que sea, pero el gasto hay que sacarlo sí o sí.
Sé que me estoy yendo un tanto al extremo, pero río cuando el futbolista dice que está presionado o cuando el entrenador se sale de sus casillas ante tanta presión de la prensa y de la afición, como tan seguido pasó con Caixinha y ahora con Miguel Herrera. Presión es juntar el dinero mensual para el sustento de la casa o tener en la familia un problema médico, legal, o de otras índoles. Pero ahora sí que cada quien su mundo. Jamás hay que olvidar, como dicen los literatos, que el futbol es lo más importante de lo menos importante y que cualquiera que se dedique de una forma u otra a este medio, es un privilegiado.
De modo que si vamos a seguir yendo a una fiesta a la que nos invitaron como es la Copa América, con esas fachas y tan poco presentables. Si vamos a hacer, ya no el fracaso, sino el ridículo tan mayúsculo como lo hizo México, lo mejor será abstenerse y buscar simples reunioncitas que estén a nuestra altura. Total, para qué nos hacemos los nuevos ricos del barrio completando dos equipos nacionales cuando apenas y nos alcanza para una y eso con mucho esfuerzo.
O bueno, en fin.
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