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SUBRAYADO

Sí, superdotado

RENATA CHAPA

"Qué relaciones tan curiosas. ¿Acaso el pensamiento extremo y el sufrimiento extremo abrirían el mismo horizonte?

¿Es que sufrir sería, al fin y al cabo, pensar?".

Maurice Blanchot, El libro por venir.

También los de inteligencia y sensibilidad distintas -y no las "más elevadas" ni "las mejores"- son un desafío para la nación. No encajan como quisieran porque su perfil tampoco es conocido, menos aún comprendido. A década y media ya del Siglo XXI y la palabra "superdotado" sigue remitiendo prácticamente sólo a las personas de inteligencia exacerbada. A los llamados "genios". Mientras las ciencias y las humanidades avanzan en el tema, miles de seres humanos caminan solos por el lógico e injusto retraimiento que provoca su manera de sentir, de pensar y de obrar. El impresionante potencial del superdotado padece el boicot colectivo que termina siendo el suyo propio. Busca porqués en una maraña de sentimientos e inferencias. La salud mental es puesta en jaque.

El superdotado es particularmente contradictorio. La mezcla de sentimientos siempre en ebullición y competencias intelectuales finas provocan crisis de distinta intensidad. Por ésta, entre otras tantas razones, siente incomodidad en lo privado y en lo público. Existe un "algo" que evita la comunicación fluida con el otro. Con su voz interna, misma historia. La confusión, nubla y da por hecho el "sin remedio". Infancia, adolescencia, juventud y adultez en conflicto. Nacer para sobrevivir. El superdotado hasta aquí descrito no tiene ni peregrina idea de ser eso, un superdotado. El término no le cuadra. Cómo va a ser ese tipo de persona si los demás se han encargado de definirle de manera verbal y no verbal lo complicado y reprobable que resulta. Sin embargo, tiene certezas para aferrarse. Una de ellas es percibir, construir y lograr lo que los otros, no. Está consciente de lo que puede generar en cuanto le dan un respiro. Eso es lo que busca. Aire, espacio, expresión. Mas apenas da unos pasos y regresa el torbellino. Su lucha es constante. Guerrero de cepa.

La editorial Paidós, una de las más prestigiadas en divulgación científica, tiene en circulación el libro ¿Demasiado inteligente para ser feliz? (México, abril, 2014). Su autora, Jeanne Siaud-Facchin, comparte en varias páginas testimonios de gratitud de lectores que se sintieron liberados al leer justificaciones de sus comportamientos desde la óptica del superdotado. La investigadora Siaud-Facchim, según es referida en el libro, "es sicoterapeuta y una de las expertas europeas en los problemas que provoca el exceso de inteligencia. En 2003, creó en Francia el primer centro de diagnóstico y tratamiento de los problemas de aprendizaje escolar ('Cogito 'Z' en Aviñón), y posteriormente abrió otros centros en París y Marsella. En todos ellos trata también los problemas de los adultos superdotados".

Un párrafo es clave para acercarse sin miedo ni pena a ¿Demasiado inteligente para ser feliz?: "¿Cómo puede alguien creerse superdotado si ve su vida como una sucesión de fracasos y de sufrimiento? O simplemente tan vacía. Incluso para los que aceptan su vida tal como es, con sus dificultades y sus placeres, o los que la consideran 'plena', el calificativo superdotado resulta inquietante: "¿Superdotado yo? ¿Qué relación tiene esto con mi vida? Si soy superdotado, mi vida no debería haber seguido otro rumbo?". (p. 19).

Página a página es difícil el discrimen de contenidos. Las aportaciones son continuas y fáciles de comprender. Destacan conceptos como el pensamiento arbóreo del superdotado. Son tantas las tramas neuronales que desarrolla el cerebro del superdotado -como las de un frondoso árbol- que un estímulo se multiplica en demasiados pensamientos. Esto provoca que su comunicación oral parezca torpe, atropellada, complicada. Ante los demás, una respuesta de este tipo es de un incompetente y jamás de un superdotado. No obstante, el planteamiento de la autora es inverso. Sin que ello signifique que toda persona con problemas de expresión oral es sin duda superdotada, el argumento a defender es simple. Los superdotados tienen problemas de comunicación precisamente por el revuelo mental que generan a diario y que es, en ellos, lo normal. La naturaleza dotó a este tipo de personas de ciertas características y por eso reaccionan así. El conflicto se genera cuando ni uno ni otros se comprenden ni buscan alternativas para optimizar la comunicación. "Ahí radica una fuente de cansinos malentendidos y de intrincados conflictos que el superdotado encuentra en todos los estadios de la vida y en todos los ámbitos: en el colegio, el niño está 'fuera de su elemento' o no responde a preguntas en apariencia sencillas; con sus padres hace exactamente lo contrario de lo que se le pide; para el adulto, en el medio profesional, surge una rivalidad con un jefe o un compañero; en la pareja, las discusiones se disparan" (p. 40). La ruptura se da con facilidad al igual que la marginación y el repliegue en soledad del superdotado. La oportunidad de elevar la calidad de vida se esfuma. Y si a esto se agrega que "un superdotado piensa primero con el corazón y luego con la cabeza (gracias a) su hiperreactividad emocional" (p.41), el resultado es bastante triste.

¿Qué significa ser superdotado? Primero y ante todo, defiende con vehemencia la escritora de ¿Demasiado inteligente para ser feliz?, es "una manera de ser inteligente, un modo atípico de funcionamiento intelectual, una activación de los recursos cognitivos cuyas bases cerebrales son diferentes y cuya organización muestra particularidades inesperadas. (…) Un superdotado combina un alto nivel de recursos intelectuales, una inteligencia fuera de los límites, una inmensa capacidad de comprensión, de análisis y de memorización JUNTO CON una sensibilidad, una emotividad, una receptividad afectiva, una percepción de los cinco sentidos y una clarividencia cuya amplitud e intensidad invaden el ámbito del pensamiento. Ambas facetas están SIEMPRE entrelazadas" (p. 16).

Un superdotado es un desafío para la nación. Vale la pena reiterarlo. Pero antes es un desafío personalísimo. Al igual que sucede con enfermedades que no son ni diagnosticadas ni atendidas, el ser superdotado y no saberlo refleja severas consecuencias. Atender en tiempo y forma puede comenzar con la búsqueda y lectura de ¿Demasiado inteligente para ser feliz? Pudiera marcar la sana diferencia: "no tener en cuenta las particularidades funcionales del superdotado en estas dos vertientes -la intelectual y la afectiva-, que van a formar toda su personalidad y a marcar todas las etapas de su desarrollo y la construcción de toda su vida equivale a desatender a una parte de la población amparándose en ideologías anticuadas y en desconsideraciones. Ser superdotado no es ni una oportunidad insolente ni una bendición de los dioses ni un don privilegiado ni un envidiable exceso de inteligencia. Se trata de una personalidad singular con múltiples recursos intelectuales y afectivos cuyo potencial sólo podrá encuadrarse como una fuerza positiva en el conjunto de la personalidad si y sólo si ese potencial es conocido, comprendido y reconocido. La integración es la posibilidad de construir una vida que nos conviene, en la que nos sintamos bien y a la que todos aspiramos. Rehuirla o, peor aún, negarla, supone correr el peligro de pasar al lado de uno mismo y de pasar la vida sumidos en un profundo sentimiento de carencia e inmadurez que puede conducir, en su forma más grave, a una dolorosa desadaptación social o a una serie de inquietantes problemas sicológicos" (pp. 16-17).

Para leer a Jeanne Siaud-Facchin: sus ejemplares, nada exclusivos para sperdotados, en librerías de la localidad. Una interesante entrevista a la doctora, Siaud-Facchin fue publicada por El Mundo: "Un cociente intelectual de 130 no significa nada":

Http://www.elmundo.es/salud/2014/03/18/53274b7ae2704e0d6f8b457a.html

@RenataChapa

Centrosimago@yahoo.com.mx

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