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SUBRAYADO

Leer la adversidad

RENATA CHAPA

Somos contradicción. Somos enfrentamiento. "Existe un antagonismo permanente que todos llevamos dentro: nuestro deseo de paz y nuestra acción por la guerra; nuestra sociabilidad como destino, pero también la realidad de un individualismo egoísta; la gran atracción del amor junto con la fuerza del odio; la razón y la locura juntas que todos llevamos dentro; la cultura de la integración convive con la desintegración, etcétera. (…) En medio de las contradicciones y el antagonismo de fuerzas, es necesario impulsar activamente los procesos de integración" (1).

En ocasiones, las contradicciones implican niveles elevados de violencia explícita que llegan a convertirse en parteaguas. Sin embargo, en otros momentos, parecería que las diferencias son inexistentes, ya sea por el grado de sofisticación o por el de laxitud con el que las partes se enfrentan. Estas divergencias resultan invisibles para muchos. Su develación no es sencilla porque es de las mismas conductas de la sociedad de donde se sostienen y adhieren con fuerza.

Hoy todo parece indicar que la inclinación de la balanza favorece a la crisis, al caos, a lo perjudicial. A la desinformación, a la marginación, al aislamiento. Se debilitan las posibilidades de los frentes intelectual y emocional del individuo y de numerosas comunidades de la sociedad. Lo racional pasaría a ser una especie de facultad a la que sólo algunos pueden acceder, mientras que el resto de los individuos desarrollarían una "racionalidad de terceros". La lectura tiene un rol determinante. Construye o distancia del conocimiento.

Por un lado, es reconocido el valor de la lectura y construido un discurso políticamente plausible. Y, por otro lado, en las comunicaciones cotidianas se sostiene que leer (sobre todo, "libros", como constructo generalizado y, a la vez, distante, ajeno) "es aburrido", "cansado", "complicado", "de dar vergüenza". El resultado: más adversidad agregada a la adversidad existente.

Uno de los clásicos ejemplos lo constituyen las profundas deficiencias en la formación educativa reflejadas en las bajas puntuaciones que México continúa obteniendo, por ejemplo, en evaluaciones internacionales y nacionales sobre consumos, comprensión y/o prácticas de lectura.

En "Enseñar a leer textos escolares en secundaria" (ITESO, 2012), Luis Felipe Gómez despliega la adversa panorámica: "A nivel nacional, la SEP ha evaluado la comprensión lectora de los alumnos de secundaria mediante las Pruebas de Estándares Nacionales (PEN). En 2002, 52% de los estudiantes de primer grado, 54% de los de segundo y 38% de tercero obtuvieron puntajes que los ubican lejos o muy lejos de alcanzar los estándares de comprensión lectora adecuados a su edad (Weiss, Quiroz y Santos del Real, 2005). En otras evaluaciones nacionales, los resultados son similares, por ejemplo, en las que llevó a cabo el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) en 2005, cuando a través de los Exámenes para la Calidad y el Logro Educativos (EXCALE) se midió el aprendizaje del español de los alumnos de tercero de secundaria. En esta prueba, uno de los componentes fue la comprensión lectora. Los resultados mostraron que alrededor de la tercera parte de los alumnos de tercero de secundaria no tenían las competencias básicas de comprensión lectora (Backhoff et al, 2006). (…)La baja competencia lectora señala también la inequidad, pues (…) los resultados de los exámenes PEN, Excale y ENLACE muestran que las escuelas públicas de educación básica tienen un menor desempeño que las escuelas privadas, mientras que el mayor rendimiento en educación superior, en escuelas públicas o privadas, dependerá de que el nivel previo se haya cursado en escuelas privadas (PNUD, 2011)" (pp. 18-20).

La lectura, libera. Sin embargo, tal potencial liberador no es reconocido. Es subaprovechado, en algunos casos; desconocido, en muchos otros más. Ulrich Beck ofrece una explicación al respecto: "El riesgo de una vulneración de los derechos a la libertad se valora de forma diferente a la vulneración de derechos relativos a la salud, como la que se deriva del cambio climático. La vulneración de la libertad no duele, no se nota, no se experimenta como una enfermedad, una inundación o una carencia de oportunidades laborales. La libertad muere sin que las personas sean heridas físicamente. En todos los sistemas políticos, la promesa de seguridad constituye el verdadero meollo del poder del Estado y de la legitimación del Estado, mientras que la libertad siempre es, o parece ser, un valor de segundo rango" (2).

Vulnerar a la lectura no sólo es una vulneración al derecho a la educación: vulnerar a la lectura sí es una vulneración a un derecho a la salud; vulnerar a la lectura sí es caldo de cultivo de enfermedades emocionales ocasionadas por el embate de la posmodernidad; vulnerar a la lectura sí influye en las pocas o nulas posibilidades de contar con un trabajo justo o crearlo.

Leer la adversidad es el encuentro con las palabras que dan consciencia y revelan lo inimaginado. Como subraya Luis Felipe Gómez: "intervenir para mejorar la competencia lectora resulta social y éticamente relevante" (Ib.).

Twitter: @RenataChapa

Centrosimago@yahoo.com.mx

(1) Medina, Ignacio. "Cultura de la integración y la desintegración" en "Anuario de la integración latinoamericana y caribeña" (Preciado, Jaime, coordinador. ITESO, 2012).

(2) Beck, Ulrich, "El capitalismo del ego engendra monstruos", El País (25/02/2013). Recuperado de http://elpais.com/2013/02/24/opinion/1361725119_089805.html

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