Foto: Cortesía Swatch Art Peace Hotel
Obtener una beca o residencia artística en algún lugar del mundo se conceptúa como una oportunidad única para que el artista explore nuevas formas, refuerce sus capacidades y expanda sus horizontes. Internet ha sido una herramienta fundamental para que el Swatch Art Peace Hotel se consolide como uno de los programas artísticos internacionales más importantes de la actualidad.
Con 23 millones de habitantes, Shanghái se afianza como la ciudad más poblada de China. En una urbe de tal magnitud, sería imposible no pensar en expresiones artísticas del mismo tamaño. El lado viejo de la ciudad alberga una serie de inmuebles históricos donde el arte resalta sobre los muros y observa desde el malecón al imponente río Huangpu.
Aquí, el arte contemporáneo ha encontrado un parnaso, un refugio donde los flujos artísticos circulan de una manera adecuada por sus galerías hasta formar parte del patrimonio de la también llamada “perla oriental”. En gran parte, el tradicional respeto que se tiene en China hacia lo bello y las influencias marcadas por la Revolución Cultural, han convertido a Shanghái en uno de los centros del mercado del arte más significativos del mundo.
Entre la masa del oficio artístico de la ciudad sobresale el Swatch Art Peace Hotel, uno de los espacios emergentes que más llaman la atención. Se trata de un antiguo inmueble en el que la empresa relojera suiza Swatch Group, ha puesto en marcha un interesante programa de residencias para que artistas de todo el mundo trabajen en el desarrollo y expansión de su talento.
INTERNET: LA PUERTA DE ACCESO
Las residencias artísticas que ofrece el Swatch Art Peace Hotel tienen como eje central la exploración de las artes contemporáneas en diferentes modalidades. Ofrecen la posibilidad de que el artista trabaje ahí sus proyectos de diversas disciplinas, como fotografía, música, literatura, baile, pintura y arte conceptual.
Las solicitudes se realizan únicamente en línea y cada una es revisada por un comité de selección conformado por directivos de Swatch Group, empresarios de otros países y figuras públicas como el actor George Clooney. Se evalúa el esfuerzo e interés del artista aspirante por trabajar en una amplia gama de disciplinas y estilos. La originalidad creativa es un punto muy importante, ya que al comité le interesa saber por qué debería de elegir a un artista por encima de otro.
Los seleccionados tienen la posibilidad de experimentar un ambiente junto a colegas provenientes de diversas partes del mundo, lo que representa la posibilidad de obtener un enfoque cultural único. El elemento creativo es el punto central de la residencia. La estancia tiene una duración de tres a seis meses, un periodo en el que los artistas, agrupados en bloques de 18, pueden trabajar en un estudio o taller totalmente equipado.
Entre las facilidades que brinda Swatch Group para sus seleccionados se puede mencionar la asesoría para el trámite de visas (en los casos de necesarios), así como el pago de un boleto de avión, en clase económica, desde el lugar de origen del artista hasta la ciudad de Shanghái, previa donación de 30 francos suizos (unos 479 pesos mexicanos) a la organización Médicos Sin Fronteras.
El programa garantiza el alojamiento individual en una habitación amueblada y el uso de un taller, ubicados en el segundo y tercer piso del edificio histórico del Swatch Art Peace Hotel respectivamente; así como el servicio de limpieza y un desayuno que se sirve todos los días entre 8:00 y 10:30 de la mañana en el comedor del hotel, también ubicado en el tercer piso.
Lamentablemente hay gastos que el programa no cubre, como el cobro por equipaje en los aeropuertos, las llamadas de larga distancia, el material o las herramientas usadas durante el proyecto artístico, las comidas y cenas del artista, etcétera. Tampoco existe una dotación económica en efectivo o depósito.
Al término de su estancia, 53 de los más de 139 artistas que han pasado por este centro de creación entre 2011 y 2014 han tenido la oportunidad de publicar su obra en el sitio web swatch-art-peace-hotel.com. Este museo virtual es uno de los espacios donde los residentes pueden exhibir sus trabajos realizados durante su residencia.
INMUEBLE HISTÓRICO
Situado en el territorio del Bound (nombre que los británicos le otorgaron a la zona del malecón de Shangái), el complejo del Peace Hotel se divide en dos hoteles distintos. El edificio norte corresponde a lo que originalmente se conoció como el Cathay Hotel (construido entre 1926 y 1929) y que en la actualidad funge como el Fairmont Peace Hotel, mientras que el edificio sur se levantó como el Palace Hotel en 1908 y hoy en día alberga la residencia artística del Swatch Art Peace Hotel.
De seis plantas, 30 metros de altura, estructurado en ladrillo y exterior de estilo renacentista, el edificio sur fue rehabilitado como preparación para la Exposición Universal de Shanghái de 2010, cuyo tema central fue la vida urbana bajo el lema Mejor ciudad, mejor vida. Después, se comisionó a una empresa el diseño integral de los espacios interiores del hotel, la cual respetó el patrimonio y la importancia histórica del edificio.
Anclado sobre la calle Nanjing East Road, fue el primer hotel en contar con ascensores en la ciudad de Shanhgái. Otros datos curiosos son que en este hotel se celebró la primera reunión de la Mundial Liga Anti-Narcóticos en 1911 y fue ocupado por el Ejército Japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
MÉXICO, PRESENTE EN SHANGHÁI
Una de las artistas que actualmente se encuentran haciendo la residencia en el Swatch Art Peace Hotel es la mexicana Sofía Ortiz. Graduada con honores en Artes Visuales por la Universidad de Yale (Estados Unidos), dio con el programa de manera fortuita mediante un boletín que le llega cada mes por correo electrónico llamado Circulo A, que reúne diversas convocatorias de residencias, concursos y exposiciones relacionadas con el arte.
Sofía es la primera artista mexicana aceptada en la residencia de este interesante programa. Llegó a Shanghái en octubre de 2014 y regresará a México a principios de abril de 2015. El proyecto que realiza, comenta, es una continuación de temas relacionados con la biología con los que lleva trabajando desde hace dos años. “Es la producción de cuadros en acuarela, basada en formas orgánicas y naturales que estudio a través de dibujos de observación”, relata vía Skype en entrevista exclusiva con Siglo Nuevo.
El campo biológico es una fuerte influencia en su obra, incluso tiene experiencia en esa área, ya que en 2012 trabajó como ilustradora científica en el área de mastozoología del Museo Nacional de Rio de Janeiro, dibujando vértebras y dientes de roedores.
La fascinación por las cosas vivas siempre le ha provocado una sensación de asombro que la inspira al mismo tiempo que la hace reflexionar acerca de “cómo algo puede estar vivo y funcionar sin un diseño a priori; no hay como una conciencia que diga 'voy a evolucionar para ser un antílope', sino que nada más hubo una convergencia de factores y una cooperación entre células, elementos y partículas dispersas que se canalizaron y formaron un ser vivo”.
Su inspiración tiene origen en los seres vivientes, por lo que conseguir un microscopio fue lo primero que hizo al llegar a China. “Lo compré para poder realizar dibujos de observación de elementos orgánicos, por un lado porque me interesan los mundos microscópicos y por otro, para compensar el hecho de que no tengo acceso a laboratorios aquí”, señala la también becaria del FONCA (Jóvenes Creadores 2012-2013).
La acuarela y el dibujo son las técnicas que le han permitido componer sus obras a través de la descomposición de lo que va observando. “Los dibujos los empiezo a partir de cosas que veo, ya sea como un laboratorio donde estoy dibujando una vértebra o como cuando le crece moho a una taza de té que dejé fuera por mucho tiempo y empiezo a dibujar el moho, los dibujos siempre los empiezo a partir de algo físico”.
En cuando sus trabajos en acuarela, la artista dice que las comienza haciendo campos de color un poco accidentados. “Se empieza a hacer un accidente que yo no controlo, a partir de esto voy encontrando las texturas, cosas que me hacen referencia con las cosas que ya había dibujado” infiere.
La artista comenta que no planea sus obras, sino que se deja llevar en su proceso creativo, sin saber nunca en qué terminará. Obviamente la investigación que realiza influye al momento de dejarse sugestionar por las formas del papel, mas eso no significa que se trate de una planeación, sino que es un juego entre la consciencia y la inconsciencia.
La tarde es el momento del día que en China Sofía ha encontrado como el más propicio para comenzar a trabajar dentro del taller que se le asignó y se duerme aproximadamente hasta las cuatro de la mañana gracias a la libertad de horario del que goza.
Estar en China, un país que define como “complicado” le ha resultado una experiencia contrastante; por un lado, el espacio de expresión que le ha otorgado el Swatch Art Peace Hotel (que, señala, es de primer mundo) le ha sentado cómodo y factible para su proyecto; sin embargo, las restricciones cibernéticas para acceder a internet y el tener que contar con un servicio de VPN (“un plug-in para que la computadora piense que está en otro país”) que le permita revisar su correo electrónico, le parece, de cierta forma, una exageración.
Por otra parte, encontrarse rodeada de tanta gente que circula por el área turística del Bound le resulta psicológicamente un poco pesado; sin embargo, recalca que lo que más disfruta de la ciudad es salir a caminar sin una dirección definida e ir fotografiando lugares y observando lo que probablemente será el inicio de su siguiente obra.
Desde Shanghái, invita a los jóvenes artistas mexicanos a buscar las oportunidades que existen para poder desarrollar su proceso creativo.
Tras su partida, Sofía tendrá que dejar una obra para la colección privada del Swatch Art Peace Hotel y aunque la experiencia hasta el momento ha sido enriquecedora afirma que “lo que he aprendido en China no lo voy a saber hasta que regrese a México y tome un poco de distancia”.
Twitter: @BeatsoulRdz