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Tercer informe

Diálogo

YAMIL DARWICH

Enmarcado en un escenario de gran boato, el Presidente de México rindió su Primer Informe de Gobierno, alentado por secretarios de gobierno, gobernadores de estados, diputados, senadores y muchos cercanos, quienes le animaron aplaudiendo efusivamente su disertación sobre el ejercicio presidencial pasado.

En resumen, habló de los grandes obstáculos que debe enfrentar el mundo, incluido México; de los aparentes éxitos y sonados fracaso con sus causas, que le han llevado a tener el menor índice de popularidad -35 %- entre los últimos mandatarios del país.

Desde luego que la crisis económica mundial ha afectado la marcha de México, pero es evidente que el mal está dentro de la nación, ese que nos ha generado otros dos millones de pobres y la caída en cascada de ricos a clase media y los de la media a baja.

Habló de un descenso del 24.3 % en homicidios a nivel nacional y el 62 % en el estado de Coahuila, algo que no se sentimos los laguneros.

Su mejor reforma, la educativa, avanza a pasos lentos, ejecutándose con demora y la mayoría de los profesores, que presentaron el examen nacional de competencias docentes, reprobó, lo que hace más difícil alcanzar resultados adecuados al mediano plazo. Los casos de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, continúan siendo obstáculo para el logro de objetivos, siendo las entidades más deterioradas y urgidas en el tema educativo, que requieren de atención intensiva e inmediata.

En medio de nutridos aplausos de comprometidos, aclaró que es mucho el trabajo que queda por delante y enunció lo que llaman "Decálogo de Acción" para el trienio de gobierno que le resta:

Se comprometió a: impulsar leyes en favor de derechos humanos y evitar desaparición de personas; poner en funciones a un Acuerdo Nacional para la Justicia Cotidiana; impulsar el desarrollo de las regiones con mayor rezago; apoyar a las actividades productivas de las zonas rurales de mayor marginación; poner en marcha la renovación de infraestructura educativa; contemplar un programa nacional de inglés en educación básica; presentar una iniciativa para crear la Secretaría de Cultura; una propuesta de Paquete Económico Responsable; acelerar el desarrollo de la infraestructura nacional y presentar un Presupuesto de Egresos con estrictas medidas de austeridad.

Quienes tenemos más edad recordamos frases y remates de oradores de sexenios pasados, de autoridades que desgastaron el discurso político demagógico que ahora resulta increíble y hasta ofensivo.

La solución a nuestros problemas no es simple y debemos considerar factores importantes, como la propia idiosincrasia del mexicano, que Miguel Basáñez -nuestro flamante embajador ante Estados Unidos de Norteamérica- hiciera como catedrático investigador de la U.N.A.M., describiendo las tradiciones de contemplativos -nosotros- y los combativos -anglos- y del "prójimo y no prójimo", en una colaboración a la Revista de Ciencias Políticas, en 1986.

En ella hablaba de la diferencia en trato y consideración a los cercanos -próximo, de íntimos, familiares y amigos"- y a los extraños -no prójimos, los ajenos y lejanos-, haciendo notar la influencia de la cultura ibérica, incluso en las formas de vivir y trato social familiar, comparándonos con el ciudadano anglosajón.

Desgraciadamente, con certera realidad académica incluyó la deshonestidad y las trampas que somos capaces de hacer para lograr nuestros objetivos, siempre y cuando no ofendamos a los nuestros. Le recomiendo su lectura.

Desde luego que el decálogo enunciado por el Presidente Peña Nieto es un diagnóstico adecuado: define nuestra realidad nacional, el que podríamos resumir en acciones muy concretas, esas que por desgracia no podemos poner en práctica por el compromiso -muchas veces desleal- con nuestros "prójimos".

Que alentador sería escuchar de las autoridades planes de acción que sean posibles y efectivos para acabar con esa mala actitud hacia la vida en el trato del "prójimo y no prójimo", que nos aseguraran atacar y vencer -al menos reducir al mínimo- a la corrupción; que aplicáramos las leyes de forma eficientemente e igualitaria a todos los mexicanos y que, como tercer logro, aseguráramos una administración pública eficiente, de profesionales preparados, con actitud adecuada y objetivos claros, medibles y alcanzables. Todo ejecutado con una severa transparencia.

Esos objetivos se lograrían con trabajo y esfuerzo ciudadano, empezando por nosotros, decididos a participar en todos los procesos democráticos y, desde las organizaciones sociales velando por que se cumplan los compromisos políticos y responsabilidades asignados, cuidando nuestra propia transparencia y honestidad.

Debo escribirle que pienso que la solución inicia con la actitud de cada uno de nosotros, con nuestras posibilidades, pero temo que estamos infectados con la idiosincrasia de la actitud del "prójimo y no prójimo".

También me duele comprender que eso lo conocen los malos politiqueros, que informados por sus asesores saben que es poco probable que actuemos, porque aún no llegamos al fondo del desangrado material personal, familiar y nacional.

Ahora le pregunto: ¿cómo trata a su prójimo?

ydarwich@ual.mx

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