"En política sucede como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal".
Edward Kennedy
Distintos sucesos y crisis no resueltas desde el año 2014, adelantan el reloj político y los tiempos de la sucesión presidencial.
Apremiado por las circunstancias, Enrique Peña Nieto realizó cambios en su gabinete que más que obedecer a necesidades de las distintas secretarías, se interpretan como jugadas de ajedrez rumbo al 2018.
La disolución del Pacto por México, el deterioro de la economía nacional, Ayotzinapa y Tlataya, la investigación de la Casa Blanca y la fuga de Joaquín "el Chapo" Guzmán, agitaron las aguas de la política y hoy obligan al presidente a echar mano de otras opciones.
Ya hablaba Jesús Silva Herzog Márquez de la inacción gubernamental a la hora de hacer cambios: "Cuando los funcionarios permanecen en sus puestos a pesar de mostrarse ostentosamente incompetentes, es el jefe quien merece el reproche".
Los primeros tiempos:
Comenzado el sexenio se mencionaron como favoritos a Miguel Ángel Osorio Chong y a Luis Videgaray.
Al destrabar el conflicto del Instituto Politécnico Nacional, Chong se enfiló como el caballo más adelantado en la carrera hasta que la huida de El Chapo evidenció las fallas en los sistemas de inteligencia y seguridad nacional de los que el secretario de Gobernación es directamente responsable.
No se puede descartar al hidalguense, pero en este momento sus posibilidades se encuentran seriamente demeritadas.
Videgaray comenzó muy bien. Respetado por su preparación y formación académica, dícese que brillante y juicioso, el secretario de Hacienda perdió bríos con las "reformas" (sic) fiscal y hacendaria y un entorno financiero volátil. Hoy es uno de los ministros más impopulares del gabinete.
Una rápida recuperación económica que no veremos a mediano plazo, podría salvar sus aspiraciones de ser ungido como candidato del PRI. Sólo eso, o un milagro, pero sigue en la carrera.
En ambos casos (Videgaray y Chong), manejar un perfil mediático discreto como están haciendo, les ayuda en la construcción de su proyecto personal.
Desde Los Pinos con amor:
Dicen que Aurelio Nuño es para Enrique Peña Nieto lo que en otro tiempo fue Juan Camilo Mouriño para Felipe Calderón: el favorito.
Joven, cercanísimo y del grupo compacto de Los Pinos, eficiente operador político, poner a Nuño en la silla de Vasconcelos a implementar la Reforma Educativa y resolver los conflictos con la CNTE, equivale a placearlo en las grandes ligas. Habrá que ver si tiene los tamaños.
A pocas semanas de su nombramiento Nuño aparece en las páginas de todos los periódicos y la prensa, columnistas y opinión pública, lo tratan relativamente bien. Tal exposición y posicionamiento resulta positivo, pero también lo hará flanco de muchos ataques, en casa y desde afuera.
El transexenal
A Pepe Meade lo colocaron en la Sedesol para que se diera "un baño de pueblo". Ser el depositario de los programas sociales y la posibilidad de manejarlos casi a su antojo, sin duda fortalece las aspiraciones de Meade, el funcionario transexenal que ha trabajado en administraciones albiazules y tricolores por igual.
En el PAN lo quieren, en el PRI también y en la izquierda mexicana, tan polarizada, ha sabido cultivar afectos. La Sedesol no es un encargo político tan complicado como Gobernación o Hacienda, no se sufre tal desgaste, estriba en "hacer entrega de diversos apoyos" -como Santa Claus pues- y además de ahí ya emanó un candidato priista: Luis Donaldo Colosio.
El punto flaco de José Antonio Meade es que adolece del "toque populachero" tan socorrido por los suspirantes del PRI, pero a la hora de construir imagen pública se pueden hacer milagros.
La gran interrogante
Dícese que el político que más y mejor información detenta en México, de amigos y enemigos por igual, se llama Manlio Fabio Beltrones. Por colmillo y experiencia no lo paran.
El gran gestor de los amarres, los pactos y el hilado fino en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Manlio, el del gran poder, ahora con la maquinaria electoral y el control del PRI rumbo a los comicios de 2016, 2017 y la madre de todas las batallas, 2018. Ahí sus tres pruebas del añejo…
Fortalezas, muchísimas. Debilidad, el no ser parte del grupo político del Presidente de la República, ni garante de la continuidad del peñismo. Y ello, alguien que le cuide las espaldas cuando se haya ido, es algo que sin duda Enrique Peña Nieto habrá de valorar.
************
Ni son todos los hombres de Enrique Peña Nieto ni están aquí necesariamente plasmados todos los que deberían figurar. Vendrán sorpresas. Hoy sólo hablé de los probables candidatos del PRI, cuya posibilidad de repetir la presidencia en 2018 en ningún momento es cosa juzgada.
Nos leemos en Twitter y nos vemos en Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto