Imprescindible. Gracias a su calidad artística y activismo social, Toledo es una figura trascendental en la cultura mexicana.
Francisco Toledo, uno de los artistas plásticos vivos más reconocidos de México, famoso por un activismo social incombustible, ha desarrollado en sus 75 años de vida una vasta obra en pintura y escultura que ha universalizado la cultura indígena zapoteca.
Nacido el 17 de julio de 1940 en Juchitán, estado sureño de Oaxaca, Francisco Benjamín López Toledo despuntó en el mundo del arte a partir de 1959 en el taller de grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). En 1960 fue becado cinco años en París donde se consolidó y tuvo varias exposiciones antes de volver y desplegar en Oaxaca su arte en la pintura, la litografía, escultura, cerámica y el diseño de tapicería.
Su obra ha sido expuesta en museos de México, Estados Unidos, América Latina, Europa y Asia, pero el artista nunca ha olvidado a la gente que lo rodea todos los días.
La faceta filantrópica y de promoción cultural de Toledo se refleja en la fundación de instituciones oaxaqueñas como la Casa de Cultura de Juchitán, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el Jardín Etnobotánico, el Centro de las Artes de San Agustín o la Biblioteca Jorge Luis Borges para Invidentes.
El 20 de enero pasado donó a México el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, donde acumulaba más de 50 años de creación, alrededor de 125 mil objetos.
A la par de su creatividad, Toledo ha mostrado un gran compromiso social en defensa de las tradiciones culturales y sociales de Oaxaca, estado donde ha vivido y donde se nutrió de la mitología y cosmogonía zapotecas que le transmitió su abuelo. Los artesanos de Teotilán del Valle (Oaxaca) han acompañado a Toledo para plasmar sus diseños en los tapices que han hecho famosa a esta región.
El Conaculta divulgó ayer viernes una entrevista con la investigadora Angélica Abelleyra, autora del libro "Se busca un alma", un retrato biográfico de Toledo, para subrayar la trascendencia del aniversario, aunque sin anunciar homenajes.
Abelleyra definió a Toledo por "la constancia que ha manifestado en estas múltiples aristas que lo conforman" y un artista insatisfecho y muy exigente con su propio trabajo y el de los demás.
Rompiendo paradigmas
Encasillado en la generación de "La Ruptura" (1950-1970), Toledo ha llegado a ser reconocido como su miembro más prominente.
El compromiso social del oaxaqueño es tan alto como el precio que han alcanzado algunas de sus obras en subastas de arte latinoamericano efectuadas en casas como Christie's, con sede en Nueva York.
En noviembre del 2001 su pieza "Vaca roja" se vendió en 902 mil dólares. Su "Autorretrato" llegó a los 134 mil 500 dólares y "Se la llevó la tortuga" a 146 mil 500 dólares.