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Tradicional procesión en San Luis Potosí

Durante la procesión, los habitantes de San Luis Potosí apagan sus celulares y guardan silencio.

Durante la procesión, los habitantes de San Luis Potosí apagan sus celulares y guardan silencio.

AGENCIAS

Con pasos cortos, pero con un singular ritmo, los pies de los fieles creyentes caminan lenta y pausadamente por las calles del centro histórico de la ciudad de San Luis Potosí, la cual, callada y observante, sigue los movimientos de los participantes que marchan en una afonía sepulcral, en éste, uno de los acontecimientos religiosos más trascendentes de ese estado, la Procesión del Silencio.

Agrupados en cofradías, que pertenecen a templos o parroquias y se distinguen por los colores de su vestimenta, algunos de los participantes van vestidos con capas largas que les cubren todo el cuerpo y capuchas en las cabezas con agujeros en los ojos.

Van marchando uno al lado del otro, uno detrás del otro. Algunos con cadenas en los pies, descalzos, realizando alguna penitencia por sus pecados cometidos. Otros son elegidos para llevar en los hombros enormes cruces y figuras religiosas (se colocan bultos para no lastimarse), las cuales representan diferentes escenas del Vía crucis de Jesucristo y de las vírgenes que, con rostros demacrados, lloran por el sufrimiento de su hijo.

Las mujeres, ataviadas con vestidos largos y de colores obscuros, llevan velos en las cabezas y velas en las manos. Sus rostros denotan tristeza, desde las ancianas hasta las pequeñas niñas que participan. Todas están de luto por el Cristo crucificado.

Toda una celebración

Cada año, el Viernes Santo de la Semana Mayor, la Procesión del Silencio comienza a las 20:00 horas, partiendo del Templo del Carmen. Son 30 cofradías y alrededor de dos mil personas las que marchan.

Las celebraciones comienzan oficialmente el Domingo de Ramos, pero es hasta el Jueves Santo cuando a todos los santos de las iglesias se les cubre con una manta en señal de duelo y en la tarde se reparte pan en la Catedral representando la partición del cuerpo de Cristo.

Durante la procesión, los habitantes de San Luis Potosí apagan sus celulares y guardan silencio. Los comercios del centro apagan sus luces y bajan las cortinas.

Quienes se congregan para ser testigos de esta demostración de devoción - se calcula que llegan hasta 200 mil personas - lo hacen admirados. Sorprende ver las cofradías de niños y niñas de seis a 12 años, o la de Chirimía y Teponaxtle, las únicas autorizadas a romper el silencio con el sonido de sus flautas.

En la ruta, se ubican puntos estratégicos para escuchar las saetas y pregones. La saeta es un canto agudo y compungido que conmociona por su particular entonación, con la cual se pretende llegar a los corazones y contagiar el sentimiento de dolor propio de la noche. El pregón es un discurso reflexivo con el que se le habla a cada imagen.

La última cofradía en salir es la de la Soledad, conocida como La Dolorosa, la más importante; es la que lleva la imagen de la Virgen de la Soledad, la más hermosa y espectacular de la procesión, elaborada por las manos de Manuel Tolsá. Cuando esta imagen regresa al Templo del Carmen, concluye la procesión.

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