No veo en la capital francesa un aumento significativo de la seguridad después de los atentados fundamentalistas. Paso más rápido por migración en el aeropuerto Charles de Gaulle que por el de la ciudad de México siendo mexicano. No hay retenes en calles o carreteras como los de Ensenada, Tijuana y Ciudad Juárez. No hay revisiones de seguridad en el transporte público. A lo mucho, la calle de Saint Honoré ha sido cerrada en una cuadra a la altura del Elíseo, la residencia presidencial.
Los medios siguen prestando gran atención al ataque contra el semanario Charlie Hebdo, que logró una venta de 7 millones de ejemplares, contra los 60 mil habituales, en su número posterior a la agresión. Le Monde, el diario vespertino, ofreció ayer domingo el encabezado de portada: "Siete días que han cambiado a Francia." Los noticiarios de televisión siguen llenos de reportajes sobre los ataques. Uno mostraba ayer a soldados en las calles de París, en un esquema llamado Vigipirate, pero yo no vi a ninguno en todo el día.
Quizá la tragedia debe mantenerse en perspectiva. Simon Kuper, escritor y columnista del Financial Times, residente en París, advierte que "más de 500 europeos mueren cada semana en accidentes de tránsito". La muerte de 17 personas, incluyendo a los terroristas, es una tragedia, pero que palidece en comparación con otras.
El presidente François Hollande, sin embargo, ha sabido aprovechar los ataques. A fines de 2014 su popularidad se encontraba por los suelos: 13 por ciento. Pero después de los ataques logró proyectar la imagen de un presidente decidido y en control de las cosas. "La libertad es siempre más fuerte que la barbarie" declaró. Después de los ataques las encuestas señalan que el 85 por ciento de los franceses está satisfecho con su desempeño durante la crisis (Financial Times).
Hollande ha encontrado en los ataques una excusa para incrementar los controles sobre la población. Está proponiendo, por ejemplo, ampliar las facultades de intervención del gobierno en comunicaciones privadas y en Internet. A pesar de que mantiene que ha defendido la libertad de expresión en el caso del Charlie Hebdo, ha fortalecido la censura a quienes expresan puntos de vista distintos. La detención del cómico Dieudonné M'bala, considerado antisemita, es quizá el ejemplo más notable.
Al final el desempeño económico parece el elemento más importante para la popularidad del presidente Hollande. Francia terminó 2014 con un crecimiento de apenas 0.4 por ciento y un desempleo de 10.3 por ciento. El presidente, que estableció nuevos impuestos después de tomar el poder el 15 de mayo de 2012, hoy busca reducirlos.
El impuesto de 75 por ciento sobre los ingresos de quienes ganan más de un millón de euros al año ha resultado un fracaso. Según el Ministerio de Finanzas el gravamen recaudó 260 millones de euros en 2013 y 160 millones en 2014 (Business Insider UK), nada en el contexto del presupuesto francés. El costo, de hecho, es seguramente mayor a la recaudación, como consecuencia de las personas, como el actor Gérard Depardieu, que han preferido salir del país o de las inversiones que se han dejado de hacer. El impuesto no ha sido renovado para este 2015. Es el reconocimiento de un fracaso.
Los ataques de este mes de enero generaron un espíritu de solidaridad en París y en toda Francia. Las manifestaciones de repudio fueron las más grandes registradas en mucho tiempo. El propio presidente Hollande se ha beneficiado. Pero de nada le servirá si no logra generar un mayor crecimiento y reducir el desempleo.
TRAIN À GRAND VITESSE
La red de trenes de alta velocidad de Francia (TGV) es una de las más desarrolladas del mundo, pero pierde carretadas de dinero. Lo mismo ocurrirá con el tren de alta velocidad que el gobierno de Peña Nieto quiere construir entre México-Querétaro. El boleto de ida y vuelta costaría 600 pesos. Muy pocos podrán pagarlo. Las pérdidas serán inmensas.
Twitter: @SergioSarmiento
