Es la forma más primitiva de comercio: el trueque. Sorprende que dos países con un tratado de libre comercio tengan que recurrir a él para una transacción mutuamente beneficiosa. Pero los cuestionamientos "nacionalistas" a un simple intercambio de petróleo crudo entre México y Estados Unidos demuestran que todavía mucha gente en ambos lados de la frontera no entiende los beneficios del comercio.
El trueque lo inició Pemex, que pidió a la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio de Estados Unidos que permitiera un intercambio de 100 mil barriles diarios de crudo pesado mexicano por ligero estadounidense. Como en la mayoría de los intercambios, hay beneficios para ambas partes, pero Pemex saca una ventaja especial porque las refinerías mexicanas no tienen capacidad suficiente para procesar el crudo pesado que mayoritariamente produce nuestro país y que hace que Pemex termine con cantidades demasiado grandes de combustóleo, de valor más bajo que otros productos. Las refinerías de Texas y Luisiana, por el contrario, sí tienen capacidad para refinar el crudo pesado mexicano.
Lo absurdo es que haya que pedir un permiso especial para una transacción tan sencilla. En México, sin embargo, tenemos un monopolio petrolero desde 1938 mientras que Estados Unidos prohíbe la exportación de petróleo crudo a cualquier país excepto Canadá.
Los costos que México y Estados Unidos hemos pagado por estas limitaciones al libre comercio son enormes. "El petróleo construyó la economía mexicana, sólo para socavarla", señaló Daniel Yergin en su enciclopédica historia del petróleo The Prize. Estados Unidos, con las restricciones que ha impuesto al comercio del petróleo, se ha hecho daño también. La prohibición de exportar impide a las empresas buscar el mejor precio internacional para el producto estadounidense y fue una de las razones de que la producción estadounidense haya tardado tanto tiempo en recuperarse a pesar de los altos precios internacionales que prevalecieron durante décadas.
El comercio ha sido a lo largo de la historia el principal motor del desarrollo y la prosperidad. Genera, como apunta Matt Ridley en El optimista racional, innovación y una mejora en el nivel de vida de las partes que intervienen. Los monopolios, como Pemex, o las restricciones, como las de Estados Unidos, no sirven al final más que para empobrecer a quienes de otra manera se beneficiarían de un comercio libre.
El que México importe petróleo crudo de Estados Unidos no debe asustar a los mexicanos. De hecho, ya nuestro país tiene una balanza comercial petrolera negativa. En el primer semestre de 2015 México registró un déficit comercial petrolero de 3,262.7 millones de dólares con importaciones de 16,094.4 millones de dólares y exportaciones de 12,831.7 millones de dólares. La pregunta es qué estamos haciendo para aumentar nuestra producción y para mejorar la rentabilidad y beneficios de la industria. Importar petróleo ligero de Estados Unidos para nuestras refinerías es un paso en la dirección correcta.
Pero que Estados Unidos exporte petróleo crudo tampoco debe espantar a los estadounidenses. La venta no disminuye la seguridad de la Unión Americana. Por el contrario, abrir mercados al petróleo estadounidense generará mayores inversiones y mayor producción de crudo. La prohibición a la exportación ha debilitado, en vez de fortalecer, a Estados Unidos.
Un simple trueque de petróleo está haciendo que mucha gente se rasgue las vestiduras. Al final, sin embargo, puede ser un paso hacia delante y que permita además a los dos países hacer a un lado las telarañas mentales que han dañado a ambos.
CAÍDAS
El precio de la mezcla mexicana de exportación se ubicó en 39.69 dólares por barril el viernes 14 de agosto, muy lejos de los 102.13 dólares de apenas el 2012. La producción de crudo, por otra parte, fue de apenas 2.262 millones de barriles diarios en enero-junio de 2015, muy lejos de los 2.429 millones de 2014. o del pico de 3.383 millones de 2004.
Twitter: @SergioSarmiento