Todavía no se la acaba el presidente Obama en las redes sociales y en los medios de la derecha por haber tratado hace una semana de bajarle a la 'islamofobia', con su reflexión de que, como ocurre hoy con los terroristas que decapitan rehenes en nombre de la fe mahometana, también se han cometido "actos terribles en nombre Cristo".
Obama mencionó al respecto las Cruzadas, la Inquisición y la esclavitud en su país. Esta última, porque, junto a la supuesta superioridad racial del blanco, el derecho a poseer seres humanos como esclavos también se identificó por siglos con la voluntad de Dios. Y aún subsiste en algún sector de la derecha estadounidense, la convicción de un derecho a maltratar o excluir a los no blancos como secuela de aquel supuesto mandato divino.
CONTEXTOS Y MATICES
La fuerza de reacción de esa derecha contra Obama se concentró en la comparación más vulnerable, desde las convicciones y emociones más arraigadas en el Occidente cristiano: la que pareció equiparar a los terroristas de hoy con los cruzados de hace más de 800 años, cuya fiereza los habría llevado a rescatar de los 'infieles' el Santo Sepulcro. Y aquí no deja de enternecer la respuesta al NY Times de un par redactores de discursos de Obama, en el sentido de que el propio presidente incorporó a su texto la referencia a las Cruzadas "esperando agregar contexto y matiz a su condena a los terroristas islámicos".
Y es que no hay lugar para contextos ni matices bajo el fuego graneado de twitteros que esparcen las cargas de Fox News, que a su vez recarga sus arsenales colocando en pantalla ráfagas de 140 caracteres que pretenden evidenciar -como abrumadoramente unánime- la indignación conservadora contra el presidente. "Obama contra la cristiandad", rezan los subtítulos. "Los criminales de ISIS decapitan prisioneros y Obama culpa a las Cruzadas", parpadea en la pantalla el mensaje de algún twittero que retwittea a algún vocero del Tea Party.
PÁNICOS MORALES
Este fenómeno no es privativo, por supuesto, de Estados Unidos. Y su estudio se suele abordar desde dos perspectivas. Por un lado, la de quienes atribuyen, en general, el poder corrosivo de esta sinergia de medios 'tradicionales' y 'nuevos', a las aceleradas mutaciones de las tecnologías de la comunicación de los últimos lustros. Por otro lado, la de quienes plantean, específicamente, un proceso global de erosión de los sistemas de creencias en autoridades y sistemas, sean estos políticos, científicos o religiosos, anterior al advenimiento del mundo digital.
SÍ
Un proceso anterior, sólo que acelerado por esa rebelión de los teclados, por la proclividad a la descalificación furiosa y a la simplificación extrema por parte de quienes los activan, así como por la facilidad con que suelen ser manipulados para arrollar con fenómenos de pánico moral a instituciones y actores públicos a los que se hace alternar día a día como origen de los males pasados, presentes y futuros.
SIN DISTINGOS
Aquí le tocó a Obama sucumbir a la acción de la artillería mediática de la derecha. Pero el fenómeno no es privativo de alguna nación o ideología. El anuncio reciente de una serie de medidas anticorrupción del presidente Peña fue abrumado en redes y otros medios por una frase fuera de micrófono y de contexto.
Y la decapitación de un periodista, presuntamente por órdenes de un alcalde panista en Veracruz, fue el detonador de un movimiento mediático que obtuvo del Hay Festival la decisión de retirarse de ese estado, donde han sido asesinados otros informadores, para evitar que el gobernador priista lo aprovechara en su lucimiento.
Así, el juego de twittear contra Obama, Peña y el Hay Festival, tampoco obedece a lógicas tradicionales. Sin menoscabo del respeto y el afecto a buena parte de los promotores de su retiro de Veracruz, está probado, de Medellín a Apatzingán, que propiciar actividades culturales es mucho mejor que suprimirlas en las zonas victimadas por la barbarie criminal.
(Director general del Fondo de Cultura Económica)