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Un gobernador jarocho

GILBERTO SERNA

 L O veo protegido, apapachado por sus guardianes, seguro de sí mismo, ya pasados los apuros que le provocara la incursión del tesorero y su ayudante que al bajar del avión que provenía de Veracruz se les encontró una fuerte cantidad de dinero en efectivo dentro de un portafolios cuando al llegar a su destino fueron interceptados por policías de la localidad y puestos a poco en libertad y "aquí no ha pasado nada", excepto el berrinche que hizo el mandatario que lanzó de su ronco pecho denuestos que sonrojarían al más curtido alvaradense.

Se dice que tiene fama de intolerante y rencoroso y que desde luego no lo creo, pues por otro lado, sus familiares lo tildan de buenazo, de buen corazón, obediente con sus progenitores y nada dado a la parranda y al reventón.

Este no se saca la lotería un día sí y otro tampoco, con una vez bastó. Está limpio pues se lava las manos con engrudo después de comer arenques..

Es tan bueno que con su sonrisa, socarrona, desdeñosa y nerviosa corre los cien metros que compite con una pobre señora que lo atosiga para que la atienda, como es su obligación, a ser un servidor público.

Mueve sus regordetas patillas a velocidad increíble para escapar de una pobre señora que no traía una daga damasquina, ni un sable de Morabia, sino apenas una propuesta de justicia para su vástago que se encuentra encadenado por una administración que lo tiene sojuzgado dizque ilegalmente, pero aplicando injustamente la ley, olvidando la sentencia de don Quijote de la Mancha de que si la vara de justicia se dobla, no sea por otra cosa sino por el peso de la misericordia, pero no por el peso de la dádiva. Misericordia es lo que necesita Veracruz.

Pero todo parece indicar que el mandatario en su supina soberbia ignora lo que significa la palabra compasión, piedad, indulgencia, clemencia y compasión. Esto invita a que los legisladores impongan como condición a los candidatos a puestos de elección pública a que reúnan esos requisitos y sobre todo de compasión con los más necesitados de una palabra, una voz de aliento, una palmada en el hombro, serían suficientes para llenar el expediente.

Correr es de cobardes y si se trata de un servidor público es además, oprobioso, deshonesto, indigno, vergonzoso, deshonroso, infamante y abyecto.

Es faltar a su palabra de gobernar para el pueblo y por el pueblo. Salvo que piense, en su mente insensata, que el pueblo es únicamente su propio bolsillo y que la justicia es un vaso repleto de guanábana podrida.

Lo que se nota a simple vista es que esta persona carece de sensibilidad política. Es, según leí, un hombre falto de emotividad. Es de esos que mandan a comprar el pan y en vez de eso se sientan a comer tortillas.

Todo apunta a que está enfermo de poder. Los veracruzanos sufren por los agobios de un mal gobierno, que cada día que pasa se convierte en un verdadero estorbo democrático. Se afirma que en Veracruz se ataca a periodistas y defensores de los derechos humanos, será verdad o será mentira, vaya usted a saber..

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, señala, no por nada, que Veracruz es una de las entidades con mayor incidencia en periodistas asesinados. Lo que nos hace recordar que aún no se resuelve el multiasesinato de la Narvarte.

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