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Un peligroso reemplazo alimenticio

Cada vez más jóvenes consumen bebidas energéticas con la finalidad de bajar de peso

Un peligroso reemplazo alimenticio

Un peligroso reemplazo alimenticio

Carlos Fernando Rodríguez

Estudios recientes han demostrado el incremento de consumo de bebidas energéticas entre las mujeres, y los resultados de varios de éstos muestran el aumento de consumo de bebidas energéticas utilizadas como supresoras del apetito (eliminar algún tiempo de comida o evitar la ingestión de alimentos sólidos) así como para aumentar los niveles de energía a cualquier hora del día, así lo explica Karina Luna Zavala, licenciada en nutrición.

“Las bebidas energéticas son bebidas analcohólicas, generalmente gasificadas, compuestas básicamente por cafeína, hidratos de carbono, aminoácidos, aditivos acidulantes, saborizantes y colorantes, etcétera. Entre su contenido de sustancias adictivas, podemos identificar de manera general a la cafeína, taurina y glucuronolactona”, explica la nutrióloga.

De los motivos por los que personas que están realizando una dieta han optado por su consumo, Luna Zavala expresa que sucede debido al erróneo concepto de que estar a dieta es dejar de comer, por lo que muchas personas optan por “dietas milagrosas” o hipocalóricas, que no abastecen de manera satisfactoria la necesidad básica de calorías para la administración de glucosa a los diferentes funcionamientos orgánicos de nuestro cuerpo. “La mayoría de los jóvenes optan por beber esa falsa inyección de energía que adquieren al ingerir las bebidas energéticas y poder recuperar la energía perdida. Esa ilusión de que nuestro cuerpo rinda más allá de nuestras capacidades reales. Hoy en día, ha aumentado la moda de realizar este método erróneo de activación energética”, agrega la especialista.

Entre los problemas que puede generar el consumo excesivo de bebidas energéticas, se encuentran el inhibir en diferentes grados los neurotransmisores que emiten las sensaciones de cansancio y estimulan aquellos relacionados con las sensaciones de bienestar y la concentración. También produce pérdida de sueño, pues interfiere y bloquea el efecto de la adenosina, un químico en el cuerpo que es nuestra píldora natural para dormir.

En otras palabras, es un estimulante del sistema nervioso que provoca aumento en el ritmo cardiaco, hipertensión, temblor, eventualmente arritmia, y ansiedad.

Los jóvenes de 18 a 25 años de edad resultan ser los más afectados, pero lo alarmante es que se han tenido hallazgos de niños de 12 años experimentando con este tipo de bebidas.

“Al realizar el estudio, se encontró que quienes consumían este tipo de bebidas para evitar el hambre o en reemplazo de alimentos sólidos, tenían más probabilidades de reunir los criterios que las perfilaban con pobre imagen corporal, uno de los síntomas asociados a los desórdenes alimenticios. Por eso, es muy importante que los padres de familia, amigos y personas a su alrededor, conozcan a los individuos en riesgo para detectarlo a tiempo y/o prevenirlo”, concluyó la licenciada.

¿Qué medidas se deben tomar?

Muchas ocasiones, estar informado puede hacer la gran diferencia que puede existir entre la salud y la enfermedad. En todo aspecto, en la vida se debe llevar todo con moderación, ningún exceso es bueno. El factor más importante es acudir con un nutricionista calificado para poder evaluarlo y llevarle a cabo el régimen alimenticio acorde a su edad, peso y actividad física. El tratamiento debe ir de la mano con terapia psicológica para el manejo adecuado a la problemática que está de trasfondo, causando el desorden alimenticio y así eludir el uso de bebidas energéticas.

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