Un triste lustro
Era el 31 de enero del año 2010. Un grupo de unos 60 estudiantes de distintas escuelas, muchos de ellos aficionados al futbol americano, celebraban una fiesta en una vivienda del fraccionamiento de Villas de Salvárcar en Ciudad Juárez. Súbitamente llegó un convoy de siete camionetas de las que bajaron una veintena de hombres fuertemente armados que dispararon contra los muchachos. Dieciséis de ellos, entre los 15 y 20 años de edad, murieron como consecuencia del ataque.
El entonces presidente Felipe Calderón se encontraba en Japón y desde ahí busco soslayar la gravedad de lo ocurrido al declarar que las víctimas eran “integrantes de pandillas” del crimen organizado. Fue una de las peores declaraciones de ese presidente panista. La enorme mayoría de los jóvenes asesinados, de hecho, eran deportistas y estudiantes y no tenían nada que ver con el crimen. El propio mandatario se vio obligado después a ofrecer una disculpa pública a las familias.
¿Qué ha pasado con el caso? La Procuraduría de Chihuahua atribuyó la matanza a un grupo de sicarios de la banda conocida como “La Línea”. Algunos de sus miembros, 'presumiblemente', fueron abatidos en enfrentamientos con grupos del ejército. Cuatro presuntos responsables de la matanza fueron detenidos y procesados y ahora están sentenciados. Uno más, Israel Arzate, fue exonerado en noviembre de 2013 por la Suprema Corte de Justicia, que consideró que sus declaraciones 'autoinculpatorias' habían sido arrancadas por tortura.
Se cumplen cinco años de la matanza de Villas de Salvárcar con un pésimo sabor de boca. Si bien algunos presuntos responsables están en la cárcel, y se afirma que un par de otros están muertos, prevalece la idea de que el crimen ha quedado impune.
La mayoría de los sicarios que participaron en los hechos están en libertad. No hay certeza, por otra parte, de cuáles fueron las razones que llevaron al autor intelectual a ordenar la muerte de estos jóvenes. Se dice que buscaba ajustar cuentas en contra de alguno de ellos, pero esto no acaba de explicar una matanza de las dimensiones de la que se llevó a cabo.
Los padres de los jóvenes de Villas de Salvárcar siguen recordando a sus hijos con pesadumbre. Como no tienen la fuerza política de los líderes de Ayotzinapa, la matanza ha quedado virtualmente olvidada. Felipe Calderón ha dejado ya la Presidencia de la República. Su sucesor, Enrique Peña Nieto, no ha detenido una guerra contra el narcotráfico que ha generado muchas muertes pero no ha disminuido ni el consumo ni el comercio de las drogas.
Este 31 de enero veremos ceremonias en recuerdo de los jóvenes sacrificados. Pero pocos se atreven a denunciar el tema de fondo. La guerra contra el narcotráfico ha abaratado la vida en México. Ajustes de cuentas que deberían ser relativamente menores se saldan en nuestro país con matanzas salvajes como la de Villas de Salvárcar gracias a que la violencia se ha vuelto cotidiana y los criminales cada vez más insensibles. Mientras persiste la impunidad, por otra parte, los criminales saben que pueden cometer los peores crímenes sin temor a un castigo.
Los hechos de Villas de Salvárcar se desvanecen en el recuerdo por la simple proliferación de matanzas. En México la ejecución de 16 personas, más que las víctimas del ataque fundamentalista islámico contra la revista Charlie Hebdo, es cosa de todos los días.
Twitter: @SergioSarmiento