Parroquia de Santa Prisca y San Sebastián. (AGENCIAS)
Fundada hacia 1570, Taxco de Alarcón (en honor al dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón) fue considerada entre las ciudades mineras más prósperas de la Nueva España.
De señorial carácter, es sin duda una de las joyas arquitectónicas más representativas del estilo barroco novohispano.
Este destino es mundialmente famoso por sus pintorescos e intrincados callejones empedrados, blancas fachadas y su rica tradición platera, ubicado prácticamente a medio camino entre Acapulco y el DF, es un must para una escapada romántica en pareja, e ideal para un fin de semana en familia o entre amigos.
Su gastronomía fusiona manjares prehispánicos con recetas coloniales e influencias contemporáneas. No deben dejarse de probar los famosos jumiles — en mole o tacos — además de otras especialidades como cecina, fiambre (carne, especies y frutas), tamales de calabaza y ciruela, y por supuesto, una Berta, la bebida local preparada con tequila, jugo de limón, miel y agua mineral.
Entre sus arraigadas celebraciones culturales, artísticas y religiosas, son imperdibles la Semana Santa (entre marzo y abril), las Jornadas Alarconianas (mayo) y la Feria Nacional de la Plata (noviembre). Desde luego que la orfebrería en plata es su artesanía más representativa, con un favorable impulso al talento local hacia diseños más vanguardistas; sin embargo, también existen dignas piezas de madera tallada, vidrio soplado, textiles y alfarería.
Entre los sitios de visita obligada: Parroquia de Santa Prisca y San Sebastián, Iglesia de la Santísima Trinidad, Templo de la Santa Cruz, Plaza Borda (Museo de la Platería y Casa Borda); Casa Humboldt, Casa Juan Ruiz de Alarcón y el encantador Museo Spratling.
Si te gustan las actividades al aire libre, las alternativas cercanas incluyen a las Grutas de Cacahuamilpa y al Parque Nacional Alejandro Humboldt (Cascada de Cacalotenango).