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UNA PAREJA FUERA DE SERIE

¿Viejo?

Dr. Leonel Rodríguez R.

"No es viejo el que tiene muchos años o el que avanza con lento caminar, el que sube despacio los peldaños o el que llora feliz al recordar.

No es viejo perder la dentadura, extrañar al amigo que ha partido, o sufrir reuma o dolor en la cintura.

No es viejo tener mente que olvida, nublazón al mirar cualquier lectura, o precaución al probar cierta comida.

Sólo es viejo el que pierde la confianza o el que niega valor a su persona, el que tiene perdida la esperanza o el que en vez de luchar se desmorona". (Olivia Solís de Mercado).

Tengo días…, semanas…, meses observándolos y…, ¡ahí están!, a diario. Generalmente, en la tarde-noche, que es cuando acudo al café de mi restaurante preferido.

Ocasionalmente, lo hago también por las mañanas, o más bien, al medio día, y ahí los he encontrado, enfrascados en su plática, en su charla, mirándose frente a frente, ojos a ojos y… ¡vaya que si es difícil sostener la mirada de nuestro interlocutor!

Los veo…, los observo y admito que no se cansan de platicar, de charlar; de mirarse uno al otro, ¿de qué tanto platican? Me he preguntado no una, sino muchas veces y me contesto: qué hermoso es saber que no se cansan de hacerlo, de disfrutar uno del otro cada una de sus palabras, de sus comentarios.

Lo importante que no les falta tema de conversación, veo que ellos no conocen la palabra "aburrimiento", que suelo observar en decenas y decenas de parejas…

Al igual que yo, son unos adultos mayores, ¡unos adultos en plenitud! Como siempre lo he pregonado, en un principio ellos no pasaban desapercibidos para mí, tal vez yo sí para ellos.

Sin embargo, en una ocasión, el señor se acerca amablemente a mí, me saluda cortésmente y me solicita una sección del periódico que en esos momentos leía; yo, presuroso, busco la sección que requiere y se la entrego con la misma amabilidad con que él la solicita.

Me agrega que un momento más me la regresa, yo le digo que se quede con ella, que ya la había revisado. Este tan sencillo detalle fue suficiente para que a partir de entonces nos dirijamos un saludo, un "buena noche", acompañado, siempre, de una cordial sonrisa….

Tengo muchos días, muchas semanas, tal vez varios meses de verlos y ahí siguen estando, a diario, todas las tardes-noches, enfrascados en una amena charla, en una inacabable plática, uno frente al otro, casi comiéndose con sus miradas, ojos a ojos, algo muy difícil de lograr entre dos interlocutores.

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