El Papa advirtió ayer que la explotación de personas, especialmente de los niños, así como la producción y tráfico de armas que matan a inocentes "en los modos más crueles posibles" son "un sacrilegio contra la humanidad". "El hombre es sagrado, es la imagen del Dios vivo. Entonces el padre dice: 'paren y vengan a mí'. Esto es lo que veo en el mundo", advirtió Francisco en una entrevista publicada en el más reciente número de la revista italiana "Credere".
En el texto, difundido por la sala de prensa del Vaticano, el pontífice dijo estar seguro de ser un pecador, reveló que aún comete "errores y pecados" y por eso se confiesa cada 15 o 20 días, porque tiene necesidad de sentir la misericordia de Dios sobre él.
Instó a todos a tener una actitud más tolerante, más paciente y tierna. Recordó que en 1994, durante una asamblea de obispos, pidió instaurar "una revolución de la ternura".
Señaló que entonces otro prelado ya anciano -al cual calificó de bueno, que respeta y quiere- le dijo que no convenía usar ese lenguaje y le dio "explicaciones razonables". Pero aclaró que él sigue viendo la urgencia de una revolución de la ternura, porque de ahí deriva la justicia.
Puso como ejemplo de falta de ternura a un empresario que contrata un empleado de septiembre a julio, lo despide para las vacaciones y después lo recontrata de septiembre a julio, haciendo que no tenga derecho "a nada", ni a prestaciones, ni a pensión, ni a previsión social.