-Hasta parecía Donald Trump.
-¿Quién?
-Espera, deja te cuento la historia completa. Cuentan que la mañana del pasado lunes 14, en el estacionamiento trasero de la presidencia municipal de la antigua estación Santa Rosa, llamó poderosamente la atención el arribo de una camioneta de la cual descendió el chofer para abrir de modo muy diligente, la puerta del copiloto para que bajara su acompañante.
-¿Una estrella de cine? ¿Un magnate? ¿Un secretario del preciso Peña Nieto?
-No, aguarda. Al momento de bajar del vehículo, otra persona ya le esperaba a este personaje con el saco y la corbata para ponérselos como es debido.
-¡Cuánta intriga!
-La persona en cuestión iba rodeada de todo su séquito de acompañantes, quienes a la vez que caminaban de prisa -porque ya se les había hecho tarde- insistían en deshacerle las arrugas del atuendo y quitarle las pelusas que llevaba en la vestimenta.
-¡Ya! ¿Di quién era?
-Dicen que no sabían de quién se trataba, una vez que avanzó y la luz dejó ver su rostro, descubrieron que se trataba del regidor Juan González, quien iba tarde a tomarse la fotografía oficial junto con sus compañeros del Cabildo.
-¿Juan González? ¿El priista de quien se dice que prácticamente ya se ve ocupando una diputación local?
-El mismo, y que por lo cual en los últimos meses se ha esmerado tanto en su imagen y sí, en aparecer en las fotografías de actos oficiales y en las de inauguraciones, entregas de obras y todo lo que venga que ver con proyección.
-Pero ¿qué sus asesores no le han dicho que eso del chofer y el séquito va en contra de la imagen que un servidor público debe dar?
-Tal parece que no. Y tampoco le han dicho que su mejor carta de presentación es el trabajo. Porque ha sido uno de los regidores que en la actual administración ha presentado menos iniciativas y prácticamente nunca ha tomado la palabra en las sesiones de Cabildo, a las que también suele llegar retrasado.
-Y aún así lo van a premiar con una curul. No, pues, vamos bien.
-Lo mismo digo.
-Pasando a otros temas, fíjate que los dimes y diretes estuvieron al por mayor entre priistas y panistas con el tema de los festejos patrios.
-¿Hasta en eso se pelean?
-Así es. Mientras el coordinador de los regidores del blanquiazul, Oswaldo Santibáñez, convocó a la ciudadanía a que no asistiera, el diputado local y dirigente del PRI, Juan Ávalos lo acusó de irresponsable y de politizar con la "mexicanidad que no se puede dejar de celebrar".
-¡Ah, chihuahua! O sea que celebrar la mexicanidad es una obligación y no una decisión de cada habitante de ese país.
-Pues lo mismo aplica para el panista, que quería que la gente no festejara su patriotismo.
-Eso sí. Los dos hablando como si representaran a todo el pueblo.
-El priista señaló al panista que sólo opina "desde el campo... pero de golf", en referencia al deporte que practica Santibáñez los fines de semana en el club Campestre de esta ciudad.
-Bueno, pero como la "mexicanidad" y su celebración, eso es muy de cada quién.
-Sin embargo, el panista se defendió atacando al señalar que Juan Ávalos también es un asiduo asistente a este club social, tanto así que no únicamente juega golf, sino que también practica natación y suele trotar en los jardines del mismo.
-Pues mejor que se dejen de cosas y se saluden en el club de marras del que son asiduos visitantes los dos y se pongan a trabajar por La Laguna, que buena falta le hace a esta región.
-Juego de manos... o no respondo chipote con sangre.
-¿Y eso a qué viene?
-A que parece que los ánimos se están calentando en todos los ámbitos públicos.
-Recuerda que el próximo año vienen elecciones.
-Sí, pero esto viene de otro incidente.
-A ver, desembucha.
-Resulta que, según cuentan, hace algunos días Vicente García, exalcalde de Lerdo y actual director de Protección Civil, participó en una bronca callejera.
-¿A puño limpio?
-Pues eso dicen.
-¿Y por qué? ¿Cuál fue el casus belli?
-Por defender a su no tan pequeño hijo, tras calentarse los ánimos en un partido de futbol, en el que éstos participaban.
-Uy, eso si está feo.
-Feo le quedó el rostro al chamaco presunto agresor después de la tunda que don Vicente le acomodó.
-A lo mejor se le olvidó que el apaleado también era un civil al que había que proteger.
-O peor aún, se le olvidó que es un servidor público que no puede meterse en esos líos y que en vez de arremangarse la camisa para darse de trompadas debió llamar a la cordura de las partes en conflicto.
-En fin, familia es familia, dicen por ahí.