Aunque el jefazo de la Perla de la Laguna, Miguel Riquelme, se ha demorado en hacer los famosos enroques que anunció desde finales del año pasado en su gabinete, ya comenzó a dar muestras de quiénes son sus piezas inamovibles. Uno de ellos es nada más y nada menos que el director de Bodas Millonarias -perdón, de Obras Públicas-, Gerardo Berlanga, quien recientemente fue harto cuestionado por un sector del gremio de los constructores y los ingenieros civiles por falta de transparencia. Resulta que con todo y las críticas que se han arrojado contra el funcionario, su jefe lo tiene en tan alta estima que ya hasta piensa honrarlo para la posteridad poniéndole a una calle su nombre. Nuestros subagentes disfrazados de diablitos de cables de CFE nos informan que en el arranque de las obras de pavimentación llevado a cabo esta semana en la colonia Los Arenales, don Miguel sugirió a los asistentes al acto, la mayoría habitantes del sector, que la vía que está siendo asfaltada llevará como nombre el de Gerardo Berlanga.
Al principio, quienes escucharon la recomendación la tomaron a broma, pero más tarde comenzaron a sospechar que el alcalde estaba hablando en serio. Y es que el munícipe en su discurso reiteró que la calle podría ser bautizada con el nombre del que parece ser uno de sus funcionarios favoritos. Otra muestra de que Berlanga no se moverá de su silla es la metamorfosis súbita que sufrió la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, la cual un día declara que hay opacidad en los procesos de construcción de obra y dos días después, una vez cambiado su dirigente, dice que hay "transparencia total". La pregunta que surge en automático es ¿qué le prometieron en el ayuntamiento a la nueva dirigencia de la cámara para corregir la plana y cambiar el discurso? Sabrán los dioses. Lo cierto es que en estas épocas de crisis del sector, los contratos públicos son altamente codiciados.
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Por cierto, luego de las famosas comparecencias que supuestamente servirán para que el munícipe pueda tomar la decisión de a quién darle las gracias y a quién dejar pegado de la ubre del erario, una pregunta circula entre los espectadores de la cosa pública: ¿Y a los regidores quién los evalúa? Luego de dos semanas y media de reuniones de directores generales y jefes de área que significaron horas y horas de informes, en algunos casos somníferos, tal parece que los H. Representantes del pueblo torreonense en el Cabildo están libres de toda evaluación y escrutinio. Pero no es así. Para algunos agudos observadores, más que comparecencias fueron "complacencias" a la luz de los empalagosos halagos que se dieron sobre todo de parte de los regidores del PRI, quienes parecían tener más interés en quedar bien con los funcionarios que cuando menos disimular que en algo les importa lo que piensa el respetable sobre el Republicano Ayuntamiento que preside don Miguel. Respecto a los integrantes de la bancada del PAN se comenta que apenas empezaron a abrir los ojos y a estirar los brazos para adentrarse en el ejercicio de la administración pública y sus problemas o, como gustan decir los ejecutivos, áreas de oportunidad. Parece que los azules ya empiezan a pintar algunas posturas más articuladas y desde una lógica más cercana a la problemática que enfrenta la ciudad en estos momentos. Por su parte, el único representante del PRD en el Cabildo, que como un auténtico "Mil Usos" participa en la totalidad de las 26 comisiones y tiene puesta debajo de la camisa la playera tricolor, les propinó una regañiza a sus compañeros de "oposición" para que se pongan a estudiar y a capacitarse para sustentar sus posturas, aunque en esto tal vez se mordió la lengua. Los que mejor optaron por guardar silencio sepulcral fueron los ediles del Partido Verde y Movimiento Ciudadano, que estuvieron más pendientes del reloj que de las barbaridades que decían los comparecientes y sus interlocutores. No cabe duda que de todo hay en la bonita vecindad que es el Cabildo.
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Mejor suerte se espera que tenga la flamante secretaria de Infraestructura, María Esther Monsiváis, quien regresó a la dependencia después del salto de chapulín que dio Francisco Saracho en pos de la candidatura a una hamaca con bono en San Lázaro. Luego de las desafortunadas declaraciones que ya en dos ocasiones ha hecho doña Marucha en la peronera capital de Coahuila, de que no hay conflictos con los empresarios, que se encontró una secretaría donde todo marchaba sobre ruedas, con obras al corriente en el Estado y, en fin, pura eficiencia, la expectativa es saber si continuará con el esquema de coordinación que establecieron el año pasado el gobernador Rubén Moreira y el alcalde Miguel Riquelme para destrabar en Torreón obras que por su complejidad técnica e impacto social tiene que realizarlas el municipio. Lo que no se sabe es si, dada la visión muy "saltillense" y centralista de la exjefa del despacho del gobernador, vaya a descender desde las alturas para sumarse al ayuntamiento y acercarse a las constructoras, recorrer las obras y, cuando menos, saber dónde se encuentra cada una de ellas para liberar todos los pagos atorados, que es la principal preocupación de estas empresas. Y es que varias de ellas están trabajando con recursos propios ante la falta de anticipos dado que nomás no ven claro cuándo va a llegar el dinero y los tiempos de contratos siguen corriendo. Por otra parte, la secretaria Monsiváis tiene en sus manos la papa caliente de aclarar cuándo se terminará la obra del Hospital General de Torreón, ya que, entre las versiones contradictorias de lo declarado por la funcionaria y lo respondido por la Subsecretaría de Infraestructura en un oficio, el engrudo ha terminado hecho bolas.
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Cuentan que un esfuerzo sobrehumano están haciendo los panistas de Coahuila para disimular los pleitos y odios que de un tiempo para acá han despedazado a su partido. Pero más que hacer un pacto de unidad, de esos que luego terminan con platos y cubiertos volando de un lado al otro, nuestros subagentes disfrazados de banderines blanquiazules nos reportan que en la cúpula anayista decidieron que cada quién se hiciera cargo de su cola y asumiera sus responsabilidades por los errores del pasado. No obstante, en los asuntos prácticos, como el proceso electoral, hicieron un enjuague para evitar que en los distritos más panistas los precandidatos terminaran haciéndose garras y, con ello, descarrilando las aspiraciones del partido al que no le ha ido bien en las últimas elecciones. Tal es el caso del distrito VI, en donde la gente del diputado federal, Guillermo Anaya, solicitó al CEN del PAN que reservara el lugar al exembajador Jorge Zermeño, quien en el proceso interno de 2013 para la candidatura a la alcaldía de Torreón salió tan enojado que optó por irse a trabajar al gobierno federal priista. Y es que, aunque el PAN no ha hecho oficial su intención de poner a don Jorge a contender por el citado distrito, de todos es sabido que él ya va en caballo de hacienda con la consigna de recuperarlo para la causa blanquiazul, previo acuerdo con los liderazgos. A ver si ahora este ánimo de bandera blanca les dura lo suficiente para salir del bache en el que se encuentran.
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Y del otro lado del lecho seco, todo apunta a que detrás del misterioso plan de amigas en el que están la senadora Leticia Herrera y la virtual candidata a diputada federal, Rocío Rebollo, hay un amarre de oscuras intenciones. Y es que las exalcaldesas, que hasta hace poco no se podían ver ni en pintura, no han perdido oportunidad para presumir la foto que se tomaron cuando se dio el registro de la aspirante. La imagen, en la que se observa a doña Lety tomada de la mano de doña Rocío en triunfalista señal, fue distribuida en días recientes por el departamento de prensa de la senadora con el sobado mensaje de la "unidad" que existe en el interior del partido tricolor de cara a la elección. Sin embargo, nuestros subagentes disfrazados de despensas y cobertores nos informan que la tregua fue pactada por el mismísimo Carlos Herrera con Rocío Rebollo con la finalidad de prometer el apoyo de las clientelas herreristas a la candidata a cambio de posibles empujoncitos a la causa y cabildeos que realiza en la capirucha del esmog la senadora para ser la ungida por el CEN priista en el proceso electoral de renovación de la gubernatura. Bajo este acuerdo se explicaría que las otrora archienemigas hoy hayan dejado a un lado sus rencillas para unirse bajo una misma causa, aunque sólo sea temporalmente. Como anécdota curiosa de esa rivalidad, en los anales de la historia politiquera regional quedó registrado el "madruguete" que le hicieron los exrregidores priistas a la entonces alcaldesa Rebollo por el asunto de la venta de agua tratada de Lerdo a la CFE y que generó un sinnúmero de pesares y corajes. Resulta que la artífice de esa treta fue la herrerista Marina Vitela, quien fungía como primera regidora, y que ahora está a unos cuantos meses de dejar su curul en San Lázaro para que, si gana, se siente doña Rocío.