Quien ya encontró la excusa ideal para que sus ausencias y viajes frecuentes por el interior de Coahuila es el inquilino del edificio más caro de la ciudad, Miguel Riquelme. Resulta que la semana pasada el alcalde torreonense fue nombrado “embajador” en Coahuila de la Federación Nacional de Municipios de México, una especie de Conago de los ayuntamientos. Con ello, don Miguel ya no sólo será el “jefe político” de los municipios de la Comarca Lagunera, papel que él ha asumido para impulsar algunas estrategias metropolitanas, sino que ahora extenderá su influencia al resto de las ciudades coahuilenses. Y como ya nos habían comentado nuestros subagentes, Riquelme ha estado muy activo en los últimos meses haciendo recorridos por el interior de la provincia con el fin, dicen las malas lenguas, de ir pavimentando sus aspiraciones para ser el ungido en la carrera tricolor por la candidatura a suceder a Rubén Moreira en la máxima silla del estado.
La gran pregunta que surge en automático entre los espectadores de la cosa pública es ¿cómo le va a hacer el alcalde para evitar que su nueva labor no lo distraiga de atender las necesidades que tiene la Perla de la Laguna, que no son pocas? Sobre todo ahora que con las lluvias atípicas el pavimento y el drenaje de la ciudad se encuentran en condiciones lametables, lo que ha propiciado el incremento del enojo del respetable que día a día se la juega para realizar sus actividades y trayectos cotidianos al tener que recorrer las calles que están como ciudad bombardeada del Medio Oriente. Aunque el propio munícipe ya salió a decir que sus nuevas tareas no interferirán con su desempeño como máxima autoridad citadina, los maldicientes opinan que sus ausencias serán mayores y que ahora tendrá la coartada perfecta para justificarlas argumentando que tiene que ver por el bienestar y coordinación de los 38 municipios de la entidad. De perlas le cae, pues, el nuevo cargo.
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Dicen por ahí que es de sabios cambiar de opinión. Pero los mal pensados dicen que, cuando se trata de asuntos políticos, más bien es de aguzados. Esta precisión parece aplicar para el líder de los comerciantes organizados de Torreón, Carlos Rangel Orona, quien ha sufrido una extraña metamorfosis que lo ha llevado a dejar su antigua postura en contra de los gobiernos de Rubén Moreira y Miguel Riquelme para convertirse en un fiel aplaudidor. Como usted bien recordará, memorioso lector, don Carlos fue uno de los más férreos críticos de los constantes viajes que realizan el gobernador y el alcalde al oriente asiático en busca de inversiones, ya que, en su calidad de vocero del GEL, los consideraba poco productivos y hasta innecesarios. Pues resulta que el dirigente comercial ha reconocido recientemente que “estaba en un error” y que, con el anuncio que se hizo de la inversión de la empresa Yura en Torreón, las múltiples giras, a su nuevo parecer, han dado “muy buenos resultados”. Lo que se preguntan propios y extraños es si a Rangel ya le cerraron el ojito con algún puesto público en una secretaría o alguna dirección, tal y como ocurrió con el empresario Antonio Gutiérrez Jardón, que de ser el contrapeso de los ipecos pasó a convertirse en funcionario del moreirato. Por lo pronto, don Carlos ya extendió los dos meses que dijo iba a estar al frente de la Oficina de Convenciones y Visitantes, luego de la salida de Gabriel Cornú Máynez, y ya va para un año. Y dicen que espera que le alcance para meterse a la sagrada nómina y conseguir buen hueso. ¿Será?
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En donde el río parece estar muy revuelto es en la oficina legislativa estatal, mejor conocida como Congreso de Coahuila. Cuentan que contrario a la ola de transparencia que los partidos dicen impulsar, al menos en el papel, la Cámara de Diputados ha entrado de lleno en el famoso baile del “cangrejito”, es decir, dos pasitos para un lado y un saltito para atrás. Nuestros subagentes disfrazados de curules nos reportan que mientras corre el rumor de que se va a soltar la guadaña para ajustar la abultada nómina en consonancia con la obligada austeridad republicana que exigen estos tristes tiempos de recortes presupuestales y vacas flacas, en los últimos días se ha detectado la incorporación de nuevo personal cuyas funciones no están del todo claras. Una de esas personas que recientemente pasaron a vivir del erario es la encargada del novel departamento Comunicación Social, Gabriela Palomo, quien apenas llegó y ya comenzó a despertar inconformidad entre los empleados del Poder Legislativo. Y es que más allá de que pocos saben cuál es su real tarea, dicen que trae una consiga muy clara: no dejar pasar a los curiosos y representantes de la incómoda Prensa a todas las sesiones de las comisiones que realiza el Congreso, cuando éstas deben ser públicas, salvo excepciones, como lo marca la Ley Orgánica de la Sagrada Tribuna del Pueblo. Incluso, cuentan que asignó a una persona a su cargo para que se colocara en la puerta del sitio en donde se celebran las sesiones con la orden específica de no dejar entrar a nadie “ajeno” a la reunión. Lo curioso del caso es que el mentado departamento no aparece en la nómina del Congreso, al igual que otras personas que han sido contratadas en días recientes, por lo que además de que se ignora cuáles son sus funciones, tampoco se sabe cuánto perciben por hacer lo que dicen que hacen. Así que la Máxima Tribuna del Estado en vez de predicar con el ejemplo en eso de la transparencia, se ha convertido en una especie de agencia de colocación con oscuras motivaciones.
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De la tierra de los alacranes nos llegan noticias de la guerra fría que sostienen desde hace años el gobernador Jorge Herrera Caldera y el líder de la CTM, José Ramírez Gamero. Como es del conocimiento de los aficionados al espectáculo político de la entidad duranguense, el llamado “Pájaro” no es del agrado de don Jorge, con quien ha optado por mantener una distancia considerable y un trato meramente de protocolo. Pero la distancia se ha ido incrementando porque Ramírez Gamero, como siempre, buscó colocar a sus protegidos en la lista de candidatos a diputados federales de mayoría relativa y representación proporcional para la elección del 7 de junio, pero no tuvo mucho éxito que digamos, ya que se impuso, también como siempre, el dedo del gobernador. Para maldita la cosa, el fin de semana pasado el dirigente cetemista sufrió un accidente en la carretera Durango-Gómez Palacio cuando iba acompañado del diputado local Eusebio Cepeda. Afortunadamente el percance no pasó a mayores, pero nuestros subagentes vestidos de fantasmas de carretera nos reportan que don José le pidió auxilio al gober y casi hasta que le mandara un helicóptero para rescatarlo. Pero en la oficina de don Jorge ni se inmutaron y sólo le dieron la atención que cualquier ciudadano podría recibir en este tipo de situaciones, es decir, no mucha. Obviamente esto no agradó al “Pájaro”, quien añora con nostalgia sus tiempos de gobernador cuando toda la estructura estatal estaba a su servicio. Los maliciosos que nunca faltan comentan si esta guerra fría traducida en desdén hacia el líder de la central obrera no le cobrará luego la factura al gober a la hora de querer nombrar a su sucesor en la silla, aunque otros dicen que los tiempos en que la CTM era algo de temer están ya muy lejos.
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Tal parece que aún hay funcionarios que no entienden la dinámica de las redes sociales en Durango. Y esto viene a colación por el curioso comportamiento que mostraron dos servidores públicos en la vecina entidad la semana pasada. El primero de ellos era el subsecretario de Desarrollo Social de Durango, Karol Wojtyla Martínez, quien en su cuenta de twitter publicó mensajes denigrantes contra las mujeres. La reacción no se hizo esperar y los usuarios de esa popular red, como una turba enardecida, arremetieron contra el funcionario. Incluso al ring también se subió la senadora priista Leticia Herrera y virtual suspirante a la gubernatura de Durango quien le lanzó varios dardos por sus comentarios machistas y sexistas. El embate fue tal que Martínez se vio obligado a ofrecer una disculpa, pero no fue suficiente porque días después sus patrones decidieron “renunciarlo”. Algo parecido ocurrió con Arlem del Socorro Hernández, hasta ayer empleada de la Dirección de Fomento Económico de Lerdo. La funcionaria cometió el craso error de mandar al ciberespacio un mensaje despreciativo para las amas de casa, a pesar de que la dependencia para la cual trabajaba brinda apoyo a ese sector de la población con talleres y créditos productivos. Y al igual que Karol, le fue como en feria y su jefe, el alcalde Luis de Villa, le dio las gracias y la invitó a pasar a vivir en el error. No estaría de más que, con estos dos antecedentes, los funcionarios duranguenses recibieran un cursito de manejo de redes sociales para evitar más riegues y ofensas al respetable.