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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

Luego de que ¡por fin! las autoridades municipales se dieron cuenta del rotundo fracaso y el posible fraude en el caso de la planta tratadora de aguas residuales de Torreón, algunos amantes del sospechosismo han comenzado a dar rienda suelta a sus aficiones a raíz de la información que ha comenzado a fluir. Lo que primero se destaca es la posibilidad de que este tema sea utilizado de forma electorera para golpear a quien se empieza a apuntar como responsable. Y es que, como es del conocimiento público, quien firmó el contrato de la discordia con la empresa Ecoagua en condiciones por demás desventajosas fue el entonces alcalde panista Jorge Zermeño, hoy candidato a una diputación federal. Pero lo que parece dejarse de lado es que la administración municipal de entonces se vio prácticamente obligada a aceptar el proyecto, a pesar de que el método de tratamiento era obsoleto, por la presión que ejerció la Comisión Nacional del Agua. En cualquier caso, no sólo la administración zemeñista tendría responsabilidad, sino también las que le siguieron, dos priistas y dos panistas, a saber: las de Salomón Juan Marcos, Guillermo Anaya, José Ángel Pérez y Eduardo Olmos, quienes nada hicieron por remediar la situación.

Por otra parte, nuestros subagentes disfrazados de hurgadores del drenaje nos informan que un nuevo negocito podría estar en ciernes ahora con la remediación que el Simas contempla proponer. Y es que, según dicen, un grupo de empresarios se acercó con el alcalde Miguel Riquelme para proponerle un proyecto para resolver el problema del tratamiento de las aguas negras, pero el munícipe lo guardó en su escritorio sin ponerle mucha atención. La especie intrigante que corre al respecto es que el actual ayuntamiento ya tiene su “solución” bajo la manga, algo así como lo ocurrido con el escabroso tema del alumbrado público. Así que, parafraseando al Macbeth de Shakespeare, algo huele a podrido en este asunto… y no son sólo las lagunas de oxidación de la fallida planta.

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Cuentan nuestros subagentes vestidos de notificador que como balde de agua fría cayó para algunos militantes del Movimiento Ciudadano el sorpresivo nombramiento de Laura Reyes Retana como directora de la Unidad Catastral de Torreón. Como recordará usted, memorioso lector, doña Laura estuvo en la congeladora de los cargos públicos luego de haber sido pieza clave de la maquinaria priista. Fue directora jurídica del Simas, jefa de despacho legal de la temible Recaudación de Rentas, diputada local, candidata a la alcaldía de Torreón y también diputada federal, cuando aún gozaba de las mieles de la cercanía con el poder. Luego de haber cabeceado para el lado del golpe al apoyar las aspiraciones del otrora zar de la inteligencia política coahuilense, Raúl Sifuentes, coqueteó con el proyecto del Peje López Obrador para acabar en las filas del partido de la naranja. Pues ahora resulta que sin decir “agua va” aparece en la escena política tras 10 años de destierro sentada desde ayer en la silla del tercer piso de Catastro Municipal. Y al más puro estilo del churro gringo el Despertar de los Muertos, la llegada de este personaje destacado del antiguo clan de la “Burbuja” es para muchos maldicientes el aviso del desmoronamiento en Torreón del partido regenteado por Sifuentes, aquél hombre tras el trono en el sexenio de Enrique Martínez, en una estratagema cuyo artífice es nada más y nada menos que el inquilino del séptimo piso del edificio más caro de la ciudad. Como ya se sabe, el munícipe Miguel Riquelme se las ha ingeniado para cooptar o, en su defecto, disuadir cualquier viso de oposición política. Pero también dicen nuestros subagentes de lengua larga que Reyes Retana viene a ocupar el puesto de Miguel Angel Castañeda porque en la dependencia hubo algunos “problemillas” en los cobros del Impuesto Predial que curiosamente fueron a la baja misteriosamente en favor de conocidas personas de allá por el rumbo del decaído complejo de Los Azulejos. ¿Será?

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La aritmética no anda bien en la provincia coahuilense. Y esto viene a colación de la reciente información que se dio a conocer sobre la captura de decenas de bandas de secuestradores. Hace unos días la Procuraduría General de Justicia del Estado, bajo el mando de Homero Ramos Gloria, anunció con bombo y platillo que en los últimos tres años han sido detenidas 64 bandas dedicadas al redituable negocio del plagio de personas. En primera instancia, esta noticia debería provocar, con sobrada justicia, el aplauso atronador del respetable. No obstante, a la hora de revisar a detalle la estadística de secuestros denunciados y reconocidos por la procuraduría, las dudas comienzan a surgir. Resulta que en el trienio referido, según las autoridades, sólo se han reportado 69 plagios en la provincia. Es decir, cada una de las bandas detenidas habría cometido un solo plagio en promedio. ¿Extraño, no? Pero la cosa no para ahí. Al momento de cuestionar a las autoridades sobre el número de personas detenidas, procesadas, encarceladas y sentenciadas, la respuesta fue el silencio. Lo mismo pasó a la hora de cuestionar sobre el número de personas secuestradas y liberadas. En fin, parece que alguien no está haciendo bien las sumas y restas en la procuraduría.

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En la tierra de los alacranes cuentan que el PRI anda muy movido con encuestas casa por casa aplicadas en los municipios de la Laguna de Durango con miras a las elecciones del 7 de junio. El problema es que aunque el mensaje del gober Jorge Herrera Caldera ha sido de promover la unidad tanto en la estructura como en las altas esferas del partido, lo cierto es que no hay muy buenas opiniones de la ciudadanía respecto a la gestión de los gobiernos locales y estatal. Y, según los conocedores, esto se debe en parte a que con todo y que don Jorge se asumió como “lagunero” cuando fue candidato, esto no se ha traducido en las obras y beneficios para la abandonada población comarcana, en comparación con las grandes inversiones realizadas en la privilegiada capital duranguense. Políticamente, Herrera tampoco ha mostrado gran destreza al darse agarrones con tanto personaje durante su gestión. Al respecto, por cierto, no pudo lograr que el senador y exgobernador Ismael Hernández -a quien le debe la gubernatura- acudiera a su cuarto informe. Y es que, según dicen las malas lenguas, don Ismael no le perdona a su ahijado político el escandalito de la investigación por su millonario convite de cumpleaños número 50. Tal vez por eso don Jorge busca ahora de forma desesperada la alianza con los viejos cacicazgos -perdón, liderazgos- de la Comarca Lagunera, aunque sea dentro de los mismos donde se esté gestando la precandidatura que hará frente al proyecto de Esteban Villegas, virtual delfín del gobernador para la elección del año que entra.

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Y ya que estamos del otro lado del Nazas, cuentan las malas lenguas que el zar de la Ecología, Hugo Leonel Salas, se ha distinguido por estar prácticamente desconectado de todo lo que le rodea, pues como funcionario municipal es uno de los que casi resulta imposible localizar hasta para la gente de la misma administración de José Miguel Campillo. Y es que con el problema que surgió del funcionamiento de la empresa Algodonera Zapata, salió a relucir la, digamos, política de don Hugo de no atender llamadas telefónicas ni por error, por lo cual los vecinos del fraccionamiento San Patricio, quienes se han visto afectados por dicha empresa, se quejan amargamente. Según los inconformes, el funcionario nunca les contestó el teléfono cuando pretendían reportarle las emisiones de algodón hacia las casas de al lado, luego el director justificó el hecho con que traía descargada la pila (la de su celular, queremos entender). La realidad es que desde que era presidente del PAN en Gómez Palacio, Salas no respondía el teléfono, según lo aseguran sus propios compañeros de partido. Por cierto, y como prueba de su aislamiento, al funcionario “se le olvidó” invitar a los regidores de la Comisión de Ecología a una reunión que en días pasados sostuvieron él y otros directores con vecinos de San Patricio, como parte del seguimiento al tema de la despepitadora. La gran pregunta que se hacen propios y extraños es ¿por qué don Pepe tolera este nivel de descuido de los problemas ambientales del municipio?

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