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Verdades y rumores

Por si quedaba alguna duda de la simbiosis que existe entre el PRI y el negocio -perdón, partido- Verde, nuestros subagentes disfrazados de bits del ciberespacio nos reportan de un extraño caso de estructuras y recursos compartidos. Resulta que Refugio Sandoval, suspirante de la pandilla del Tucán por el distrito VI de Coahuila, y respaldado por el tricolor, está utilizando a personal del departamento de Comunicación Social del ayuntamiento de Torreón para enviar sus boletines y agendas sobre sus actos de campaña. Esto es fácilmente comprobable ya que la cuenta de la que emanan los correos electrónicos de don “Cuco” tiene el mismo nombre de la persona que envía los comunicados y las agendas del alcalde de Torreón.

Esta situación sui géneris nos lleva a preguntarnos la pertinencia de que los departamentos de Comunicación de los gobiernos sean utilizados en parte para apoyar las labores proselitistas de un candidato. De ser así, bien valdría que lo aclarara el Instituto Nacional Electoral -ese desprestigiado árbitro que los jugadores de la democracia mexicana se empeñan en maltratar como si de un árbitro de partido llanero se tratara- con la finalidad de tumbar aunque sea este velo de simulación que contribuye a sembrar las sospechas de que la imparcialidad de las autoridades durante los procesos electorales es lo más parecido a una broma. Así, cuando menos, ya tendríamos una certeza entre tantas incertidumbres.

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El escándalo del helicóptero de la agencia de taxis aéreos Conagua, no sólo ha cimbrado a la política nacional sino también a la regional. Y es que ahora que David Korenfeld fue “renunciado” de la dirección de la comisión por haber usado para su beneficio personal una aeronave oficial, los críticos y criticones del sistema han comenzado a hacer varias incómodas preguntas. La primera de ellas tiene que ver con otro sonado escándalo, el de la adquisición de la humilde vivienda del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, a una empresa consentida del gobierno del Estado de México, cuando el hoy preciso Enrique Peña Nieto era gobernador, y del actual gobierno federal. Lo que se preguntan los escépticos del poder, esos que a decir de don Enrique no ven las “buenas noticias” y sólo las malas, es si el famoso “helicoptergate” no es pecata minuta en comparación con los expedientes de la casita de Malinalco. Porque hasta donde se sabe al emisario de Dolores no le han dicho que, a la luz de lo que medio mundo considera un claro conflicto de interés, vaya desalojando su oficina del tercer piso en Palacio Nacional. Por otro lado, el desaguisado del helicóptero y su consecuencia han despertado harta inquietud entre quienes ven las evidentes similitudes de este caso con el de la Dirección de Protección Civil de Torreón, encabezada por el controvertido Alberto Porragas, quien usó la camioneta oficial que tiene a su cargo para irse a vacacionar al mágico pueblo de Parras. Y la inquietud viene por el diferente trato que se le ha dado a este asunto en el ayuntamiento de Torreón, ya que todo indica que don “Tito” no correrá la misma suerte que Korenfeld, sino que únicamente se le aplicará una suspensión de una semana -es decir, más vacaciones- con todo y las quejas que existen por otras travesuras recurrentes de Porragas y que han sido consignadas en este espacio.

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A propósito de la salida de Korenfeld de la Conagua, corren en radiopasillo rumores de que podría darse una sacudida al equipo que el exdirector conformó luego de rendir protesta en el cargo que ya abandonó. Lo interesante para la grilla provincial es que en el equipo figuran varios exfuncionarios estatales coahuilenses. Uno de ellos es Oscar Pimentel, coordinador de Atención a Emergencias y Consejos de Cuenca y exsecretario estatal de Gestión Urbana, Agua y Ordenamiento Territorial en la administración de Rubén Moreira. Los otros dos son Salomón Abedrop, subdirector de Infraestructura Hidroagrícola y extitular de CEAS, y Ricardo Álvarez, gerente de Infraestructura de Protección de Ríos y Distritos de Temporal y excontador Mayor de Hacienda de Coahuila. Así que hay que estar al pendiente por si estos paisanos son obligados, con las gracias de por medio, a pasar a vivir en el error.

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“Algo huele a podrido en Dinamarca”, dijo Marcelo en la célebre tragedia shakesperiana Hamlet. Pues bien, esta frase podría adaptarse literalmente a nuestra tragicomedia regional para decir: “algo huele a podrido en La Laguna”. Sobre todo cuando se trata del deficiente tratamiento que reciben las aguas residuales. Porque el problema no sólo está en la planta tratadora de Torreón, motivo de reciente discordia entre el Simas y la empresa concesionaria Ecoagua, la cual mantiene actualmente un proceso de juicio de amparo contra la paramunicipal por la cancelación anticipada del contrato motivada por lo que la administradora de las aguas considera, para acabar pronto, un desastre. Un desastre en términos financieros y ambientales. También del otro lado del Nazas se cuecen las habas al respecto. Resulta que el Sideapa de Gómez Palacio ha sido, digamos, negligente en el tema de la supervisión a las empresas del Parque Industrial Lagunero para que cuenten con sistemas de pretratamiento y filtrado de sus aguas de desecho para que no sigan ocasionando problemas al drenaje. La queja de vecinos de la Campillo Sáinz, colonia ubicada en el sector fabril (sí, una colonia en medio de industrias, aunque nuestros planificadores urbanos no lo crean), resurgió esta semana por la presencia de olorosas aguas azules en las calles, una situación que no es nueva puesto que con frecuencia los accesos al sector habitacional se han visto afectados por el acumulamiento de esa agua residual que proviene de una empresa maquiladora ubicada por la calle Topia. Según el Sideapa, ya le levantó un acta y la empresa deberá ser sancionada por no atender la normativa en cuanto a la instalación de filtros para evitar que los desechos sólidos sean vaciados a las redes del drenaje. Pero habrá que ver si verdaderamente esa multa se hace efectiva y, sobre todo, si el organismo operador adoptará medidas definitivas para que se deje de afectar el acceso y la salud de las personas que ahí viven, no sólo en este caso sino en el de muchas otras empresas que incurren en la misma anomalía y que no son supervisadas, sospechosamente. Además, dichas aguas al entrar crudas, como se les dice, a las plantas tratadoras del municipio provocan que éstas no funcionen como debieran. Y según la opinión de los conocedores de estos temas, es precisamente éste el principal problema en el asunto del tratamiento de aguas pero, curiosamente, las autoridades en la materia tienden a hacerse de la vista obesa y dejar que las empresas y talleres sigan tirando sus desechos al drenaje. Ya ve usted, de esas cosas que pasan por estas contaminadas tierras.

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De pronto y en muy mala hora, por el proceso electoral en curso, al alcalde panista de Saltillo, Isidro López, se le ha venido el mundo encima. Y es que don “Chilo” ha ido acumulando piedritas en el costal por declaraciones y decisiones, digamos, poco acertadas. En primer lugar está el caso del incremento a la tarifa del transporte que, aunque no ha sido aprobado por el Cabildo, la sola intención ha provocado escozor entre el respetable que ya no siente lo duro sino lo tupido en su agujereado bolsillo, y las manifestaciones no se han hecho esperar. Pero sin ver que el horno no está para bollos, el munícipe se aventó la tremebunda declaración de que todas las personas y asociaciones, que piden dinero en la calle, incluidos los migrantes y hasta la Cruz Roja, deben portar un permiso para tales efectos. Como era fácil de suponer, las críticas fueron arrojadas de forma masiva como dardos emponzoñados y hasta denuncias por discriminación fueron presentadas. Ante el embate, López intentó enmendar la situación al más puro estilo de Rubén Aguilar, exvocero de Vicente Fox, con un “lo que quisimos decir fue que...”. Para acabarla de amolar, la administración municipal saltillense está metida en tremendo lío por las formas poco sutiles que tiene el jefazo de Policía, Clemente Yáñez, de sancionar a sus agentes, a quienes, dicen, los pone a desfilar desnudos en los patios de la corporación (vaya cosa). Con esta facilidad para meterse en camisa de once varas que tiene el alcalde de la urbe de adobe, los priistas sólo se frotan las manos y agradecen por tan preciados regalos electorales.

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