Nuestros subagentes disfrazados de pájaros en el alambre que operan en la capirucha del esmog nos reportan que tampoco los funcionarios del gabinete estatal de Coahuila se salvan del espionaje telefónico que, por lo visto, ya es una de las prácticas más comunes en esta República de folletín, sin que la autoridad ni la sociedad se inmute. Ya se vio en el caso de Durango, en donde se contrataron los servicios de una empresa italiana para “revisar” llamadas, correos y demás intercambios de mensajes electrónicos, y todo sigue como si nada hubiera pasado. Pues bien, ahora los balconeados fueron el director de Comunicación Social de Coahuila, José Vega, y el escurridizo secretario de Finanzas, Ismael Ramos.
Los funcionarios fueron grabados mientras conversaban por teléfono sobre la detención en junio de 2014 de una persona en Estados Unidos acusada de lavado de dinero que -oh, casualidad- aparecía en la nómina de la Promotora de Desarrollo Rural y que, según dicen, era operador político del moreirismo en la región de los Cinco Manantiales. La grabación de la llamada fue publicada recientemente en Internet y en ella Vega pide a Ramos reunirse con el entonces secretario de Gobierno, Armando Luna, para armar una defensa mediática por la información que salpicaba al gobierno provincial. El asunto es que la llamada deja entrever que una de las estrategias era borrar el nombre del colaborador incómodo. Lo cierto es que las autoridades estatales nunca ofrecieron una explicación sobre el escabroso caso y sólo se concretaron a negar que el detenido siguiera trabajando para el gobierno provincial. Pero lo que ha prendido las alertas en el gabinete de don Rubén es que con esta ya son cuatro las veces en cinco meses que se filtran llamadas intervenidas en las que se involucra a personal de Comunicación Social del gobierno de Coahuila. Alguien en el DF está muy interesado en esas conversaciones, dicen.
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A quien cada vez han ido relegando más de las pasarelas y actos oficiales es a José María Fraustro, diputado local y pastor del Congreso de Coahuila. Hasta antes de la elección de Verónica Martínez como presidenta del comité estatal del PRI, ella era quien acudía como representante del Poder Legislativo a los eventos organizados por el gobierno provincial para placearla y posicionarla con miras a catapultarla hacia el cargo partidista que hoy ocupa. Pero ahora, en vez de mandar al líder del Congreso el PRI está enviando al diputado Javier Rodríguez, quien pertenece al Negocio -perdón, Partido- Verde y que se ha convertido en uno de los más fieles soldados del priismo moreirista. A don Javier le han encomendado la tarea de dinamitar las propuestas y debates lanzados por la minibancada panista en el Palacio Legislativo de la urbe de adobe y la de dar atole con el dedo a los movimiento sociales que se muestran más críticos contra el PRI. Sobre Fraustro Siller, quien hasta el año pasado se desempeñó como secretario de Educación estatal, nuestros subagentes vestidos de curules dicen que el distanciamiento reciente que le aplica el Palacio Rosa se debe a que anda muy metido con la posible postulación del secretario de Agricultura, Enrique Martínez y Martínez, para dirigencia nacional del tricolor. Y, como es de todos conocido, el también exgobernador tiene facturas políticas pendientes por cobrarle a los actuales señores del estado porque durante el moreirato le tumbaron su “magna obra” en Torreón, el famoso DVR, e impidieron que su retoño, Enrique Martínez Morales, lograra llegar a San Lázaro en 2012. Cuentan que esas facturas están guardadas en el primer cajón del escritorio de don Enrique, listas para ser utilizadas en caso de que se concreten sus aspiraciones. Por eso, en el Palacio Rosa están haciendo jugadas de ajedrez para deshacerse de los peones martinistas, como don “Chema”, a quien, como lo han reportado ya nuestros subagentes, le van a quitar el control de la fábrica de grillos que es la Universidad Autónoma de Coahuila, tras casi dos décadas de dominio.
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Como era de esperarse, la visita de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, a San Pedro, causó revuelo entre los cuadros priistas que ya se van agrupando en bandos y porras de cara a la renovación de la gubernatura en 2017. Todos querían aparecer en la foto con la dueña de los padrones clientelares que luego se traducen en hartos votos. Entre ellos no podían faltar el futuro curuleco federal, Javier Guerrero, exedil de San Pedro y que trabajó con doña Rosario, y el alcalde de Torreón, Miguel Riquelme. Este último tuvo la suerte de arribar al acto programado en el helicóptero que transportó a la jefaza gracias a la intermediación del gobernador Rubén Moreira, quien dicen lo tiene como su favorito para sucederlo, aunque todo puede pasar. Nuestros subagentes disfrazados de despensas de la Cruzada contra el Hambre nos reportan que en medio del tumulto se generó un desencuentro entre don Rubén y su exsubordinado, ya que el primero ni siquiera lo volteó a ver. Cuentan que el disgusto tuvo su origen en que don Javier declaró que no descartaba ser suspirante por la gubernatura y no sólo eso, sino que además se dejó querer por los sampetrinos -sus conciudadanos- digamos lo suficiente para acaparar los reflectores. ¿Será?
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A pesar de los compromisos de los suspirantes al virreinato de Durango para portarse bien -en lo que cabe, claro- el alcalde de la capital de los alacranes prosigue en campaña de turismo electoral, visitando la verde Comarca Lagunera donde espera llenar de árboles el desierto en un programa de reforestación y volver a la región entre Mapimí y Gómez Palacio un bosque similar a los de Finlandia o la Selva Negra alemana. Para ello el edil está donando árboles a diestra y siniestra, y los maldicentes andan comentando que la campaña de reforestación es más bien precampaña por la candidatura a gobernador. El suspirante ha recorrido otros municipios laguneros como Cuencamé y Lerdo, y anunció que así lo hará en los 39 que conforman la entidad. Pero esto ya ha generado reacciones del otro bando. Octaviano Rendón, alfil de los Herrera en La Laguna, salió ayer a denunciar lo que todos murmuran: que sí hay proselitismo abierto. Falta ver si esta denuncia va a redundar en una estrategia legal para poner piedras en el camino al delfín de don Jorge; o, por el contrario, si servirá como pretexto para recordarle a don Octaviano bochornosos episodios con la ley. Pero, con tanto turismo electoral ¿quién gobierna la capital?, se preguntará usted. Tal vez el propio Herrera Caldera, de quien se ha dicho que más que gobernador parece un excelente alcalde de Durango.
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En donde la cosa está que arde es en el apacible pueblo de Lerdo. Y es que a pesar de todas las broncas que han surgido por deudas heredadas y que tienen en jaque al ayuntamiento que encabeza Luis de Villa, siguen saliendo aspirantes a contender por la Presidencia Municipal. Esta semana se sumó a la carrera Mateo Rodríguez, secretario regional de la Confederación Nacional Campesina en La Laguna, a quien todos los productores adheridos ya están apoyando con mucha enjundia. Aunque dicen que tal vez don Mateo no sabe que está participando en la rifa del tigre. Pero quienes sí lo saben son los exalcalde Carlos Aguilera y Roberto Carmona, los cuales ya han dicho que también quieren entrarle otra vez a la contienda. Curioso caso, pues los actuales funcionarios del ayuntamiento lerdense, que se las están viendo negras con el problemón del Sapal y de los extrabajadores municipales, dicen que si existen responsables de todo este desbarajuste son precisamente don Carlos y don Roberto. En el pleito laboral que obliga a la autoridad municipal a pagar 90 millones de pesillos de salarios caídos y a reinstalar a los quejosos, se comenta que Aguilera no los quiso arreglar con 2 millones y medio por sus rencillas con la panista Rosario Castro, luego de cuya administración los empleados fueron despedidos. Y cuando Carmona llegó a la alcaldía, cuentan que pudo arreglar el problema con 12 millones de pesos, pero tampoco quiso. En el asunto de Sapal, que debe 70 millones de pesos a varias instituciones federales y por ello el IMSS ya les embargó el mobiliario, dicen que pudo solucionarse durante la gestión de Gerardo de la Torre como director, quien repitió en el puesto con Aguilera y Carmona. Vaya cosas.