Lo que en principio debió pasar como un mero trámite de aplicación del tan cacareado Reglamento de Movilidad de Torreón terminó convertido en un auténtico sainete burocrático que, a decir de los maldicientes, evidencia el relajamiento del control en el interior del ayuntamiento. Y es que luego de que el director de Tránsito, Ricardo Hamdan, se reunió con los integrantes del llamado Distrito Colón para revisar el desorden vial que impera en el sector, el funcionario consultó con sus pares del departamento de Movilidad Urbana.
Su objetivo era ver qué acciones pudieran aplicarse para evitar que los automovilistas siguieran estacionando sus vehículos sobre las banquetas en la calzada Colón e invadiendo los espacios para peatones y personas con discapacidad. La sugerencia fue, dicen nuestros subagentes disfrazados de patrullas, que se repartieran avisos a los conductores con el fin de hacer conciencia. Pero tal parece que don Ricardo no entendió muy bien la propuesta y dio la instrucción para que sus muchachos -curiosamente ahora sí muy obedientes- recogieran las placas y aplicaran multas a los infractores usando boletas “patito”, como se dio a conocer en este medio. Unas hojitas de máquina con un exhorto, sin sellos oficiales, pero eso sí con un folio escrito a mano y una invitación a recoger la placa retirada en una dirección inusual, es decir, no en donde se recogen todas las “garantías” (así les dicen) que es en el edificio de Colón y Revolución. O sea que quisieron combatir una irregularidad con otra (de esas cosas raras que casi no ocurren en este bello país). La queja de los automovilistas sancionados no se hizo esperar y el caso llegó hasta el Tribunal de Justicia Municipal, en donde el presidente, Jesús Jasso Frayre, invitó a los quejosos a presentar sus denuncias ante la anomalía evidente, postura que fue respaldada por el secretario del Ayuntamiento, Jorge Luis Morán. Cuentan que esta situación generó resquemor en Hamdan quien vio en la actitud de don Jesús y don Jorge un afán de azuzar a la ciudadanía en su contra, como si no fuera suficiente la pifia cometida para desatar la inconformidad de los conductores. Tan fácil que hubiera sido apegarse a la Ley y aplicar las multas como se debe para evitarse este escándalo que degeneró en un choque entre funcionarios de la misma administración. Ante este nuevo desaguisado -porque ya son varios-, los críticos y criticones se preguntan si el alcalde Miguel Riquelme estará conforme con el trabajo de don Ricardo, o tal vez está demasiado ocupado en otros asuntos, como sus aspiraciones, para atender estos problemas mundanos.
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A propósito de suspiros y distracciones, cuentan que mientras el alcalde de la industriosa ciudad de Gómez Palacio, José Miguel Campillo, anda más ocupado preparándose para ser candidato a una diputación local, se nota un vacío de autoridad para atender los problemas de los ciudadanos. Las obras tan prometidas de pavimentación en colonias, el centro y el Parque Industrial Lagunero avanzan más lento que una tortuga con gripa, a la par de que parte de los recursos anunciados con bombo y platillo semanas atrás por el gober Jorge Herrera para este programa ni siquiera se tienen aprobados. Se trata de 150 millones de pesos -de un total de 450- que anunció el mandamás, los cuales apenas se están gestionando ante el gobierno federal. Otro caso es el de las obras de reparación del drenaje que tienen obstruidas desde hace varios meses vías principales como el bulevar Rebollo Acosta, donde el Sideapa no ha terminado la conexión de la tubería nueva y, por lo tanto, las tres etapas de reposición de esta línea no han servido de nada, porque ésta no se puede utilizar hasta que esté terminada por completo. Qué decir de la imagen urbana, que a inicios de la administración se concretó con ingentes recursos gastados en relucientes letreros y estructuras vistosas de aluminio colocadas en accesos a la ciudad y puentes peatonales, pero no se atendieron las calles principales en el centro, cuyo pavimento está destruido y en las aceras abundan depósitos de basura en mal estado, tubos de parquímetros que ya fueron retirados, entre otras deficiencias. O sea que puro relumbrón. Las lenguas viperinas dicen que quien parece llevar las riendas del municipio, pero para su propio beneficio, es el director de Servicios Públicos, Antonio Chincoya, quien tiene recomendados en casi todas las direcciones y departamentos y además, es quien está tomando decisiones en aspectos tan importantes como el cambio del alumbrado público a tecnología Led. Se comenta que Chincoya tiene el control de muchas de las áreas de la administración municipal, aprovechando las distracciones de don Pepe. A cambio de ello, hay quienes aseguran que el patrimonio de Tony ha crecido de tal forma que no se justifica con los 46,000 pesos que cobra mensualmente como director. Bonito negocio el de la política.
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En donde el desorden también es cosa de todos los días es en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje número 42, ubicada en el Palacio Federal de la Perla de La Laguna. Cuentan nuestros subagentes disfrazados de abogados litigantes que la presidenta María Patricia de Ibarrondo, quien fue cesada en 2014 por varios meses por presuntas irregularidades denunciadas y regresó en este año al mismo cargo, no parece haber aprendido la lección. Y es que en la Junta no hay el personal necesario ni capacitado en las mesas de audiencia donde se dirimen los asuntos de los trabajadores, por lo que tardan hasta 4 meses sólo en señalar la primera audiencia, y por ello hay asuntos rezagados ¡desde el 2002! Lo peor es que la encargada de la mesa de rezago goza de grandes privilegios, aseguran los subagentes, pues se da el lujo de levantar sólo tres audiencias al día (no se vaya a cansar) mientras que otras mesas levantan en promedio 10. Otra queja es que la secretaria de acuerdos, Luz Elena Michel, ofrece un trato digamos poco amable y retrasa las promociones que presenta a los litigantes en la Oficialía de Partes como aclaraciones y requerimientos. Además las ya de por sí tardadas audiencias suelen ser diferidas frecuentemente porque los actuarios no notifican a tiempo debido a la carga de trabajo de la Junta. Pero no es todo. Dicen que para que el actuario trabaje al ritmo que debiera hay que darle una “ayudita” de 100 pesotes, eso sí, nada que ver con las “propinas” que se llevan los dictaminadores que son por arriba de los 5,000 pesillos, según el caso. Y los problemas internos se han agudizado desde hace un mes y medio, tiempo en el que, aunque usted no lo crea, no ha habido secretaria de acuerdos en la mesa 7 porque la persona a cargo está incapacitada. A doña Patricia se le ocurrió que la ausencia podría ser cubierta con una secretaria escribiente, la cual no tiene la facultad jurídica para acordar y resolver las audiencias de esa mesa. Para colmo, los abogados o trabajadores nunca pueden hablar con la jefaza porque llega tarde a sus oficinas, mientras la fila de inconformes crece. Ante todo esto, usted pensará que sólo falta que se les descomponga la impresora. Pues no, no falta, porque efectivamente la impresora tampoco sirve.
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Dicen por ahí que en medio de la tormenta siempre hay quienes encuentran un techo en donde guarecerse. Tal es el caso del exsenador y suspirante Alejandro Gutiérrez, quien recientemente fue nombrado como secretario general adjunto del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, es decir, mano derecha del “Padrino” Manlio Fabio Beltrones, pastor nacional del rebaño tricolor. Y es que mientras que en Coahuila la grilla está a todo lo que da entre los calefactos que se destapan un día sí y otro también, don Alejandro sigue consolidando su posición en la capirucha del esmog. Cuentan nuestros subagentes vestidos de correveidiles que en los próximos días el político empresario se incorporará a la cúpula del Consejo Político Nacional del PRI, con lo cual espera tener aún más influencia en las directrices del partido. Y dicen que mientras acá se hacen garras por los acomodos con miras a la elección de 2017, Gutiérrez ha asumido la postura de mirar de lejitos y ha tomado la estrategia de seguir en la sombra dentro de la grilla provincial esperando los tiempos para abrir de capa sus aspiraciones. Por lo pronto, se mantiene cercano a el exsecretario de Agricultura, Enrique Martínez, y al diputado federal, Javier Guerrero, con quienes teje fino la propuesta alterna a la del morerismo en la sucesión estatal.
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En un verdadero dolor de cabeza para el gobierno de Coahuila se convirtió el conflicto legal de tierras en el municipio de Cuatrociénegas que derivó en la destrucción del poblado Gabino Vázquez. Los habitantes de esta comunidad sostienen un litigio con un terrateniente porque aseguran que cuando éste les compró los predios les dio una bicoca (qué raro). Pero además dicen que los acuerdos que se tomaron para la compra-venta no tienen validez porque no están firmados por el comisariado ejidal ya que esta autoridad no existe debido a la escasa población de la comunidad. En represalia, el terrateniente mandó a sus gavilleros a quemar las casas de los quejosos, hecho que tuvo resonancia a nivel nacional. En principio se creyó que este asunto estaba relacionado con el crimen organizado, y el gobierno provincial lo intentó minimizar diciendo que se trataba de una bronca entre particulares (ah, bueno). Pero lo que generó más ruido fue la denuncia de los afectados quienes aseguraron que el secretario de Gestión Urbana, Agua y Ordenamiento, Gerardo Garza Melo, estaba involucrado para favorecer al terrateniente, cosa que fue negada por el propio gober Rubén Moreira. Esta semana, fiel a la política de la culpa es del mensajero, el mandatario estatal dijo que dar a conocer este tipo de notas es lo que mancha la “buena imagen” de Coahuila y que prueba de ello era que a raíz de que se conoció el hecho, los turistas dejaron de ir a Cuatrociénegas por temor. Pero quien salió a decir lo contrario fue el propio secretario de Desarrollo Económico, Antonio Gutiérrez Jardón, subordinado del gober, quien aseguró que el turismo en el municipio no había sufrido afectación. Total, ¿a quién creele? Mientras tanto, los pobladores se quedaron sin casa, el pleito sigue y los responsables... quién sabe.