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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

La ceremonia del segundo informe del alcalde de Torreón, Miguel Riquelme, que se llevó a cabo ayer en el Teatro Nazas llamó la atención de propios y extraños. Y es que además de la superproducción que se aventó la gente contratada para el espectáculo, la presencia de altos mandos y mandos medios de otras latitudes de la provincia hizo que una buena parte de los directores municipales tuvieran que ser acomodados en gallopa. Uno de los contingentes más nutridos fue el de Saltillo, desde donde se dejaron venir representantes e integrantes de la Máxima Casa de Grillos, o sea, la UA de C, además de no pocos miembros de la estructura del Comité Directivo Estatal del PRI que comanda la torreonense Verónica Martínez. También estuvieron varios alcaldes de la entidad, coordinados por el edil de Piedras Negras, Fernando Purón, amigo de don Miguel.

Otro aspecto que generó comentarios entre el respetable fue la fuerte presencia de medios de comunicación de otras ciudades coahuilenses, principalmente de Saltillo, Monclova y Piedras Negras (como si a los saltillenses, monclovenses y nigropetenses les importara mucho lo que pasa con Torreón y sus autoridades, en fin). De pronto, a algunos observadores les pareció que estaban en un informe de gobernador más que de munícipe por la presencia y acarreo de gente de diversas partes del estado. Por supuesto no podía faltar el gober Rubén Moreira, quien al terminar el discurso de su colaborador, le lanzó hartas flores de todo tipo que hasta uno pensaría que lo anda candidateando y hasta destapando (ups, ¿lo dijeron o lo pensaron los subagentes?). No obstante, don Rubén causó intriga entre los asistentes cuando dijo que el alcalde Riquelme va a cumplir con sus compromisos hasta 2017, año en que concluye la administración, o que depende de lo que digan los demás alcaldes y priistas. Todo indica que este asunto de los destapes, suspiros y especulaciones que en la entidad se ha convertido en un deporte comienza a divertir hasta el propio señor gobernador.

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Como lo habían reportado nuestros subagentes disfrazados de invitaciones, los panistas del Cabildo de Torreón no dejaron pasar la oportunidad de la Sesión Solemne de Cabildo para poner piedritas en los zapatos del inquilino del séptimo piso del edificio más caro de la ciudad. Y si bien no fue un “bomba”, como se había comentado, sí fueron varios dardos envenenados los que arrojaron contra la administración municipal priista. La repasada empezó por la falta de transparencia, principalmente de los subordinados inmediatos de munícipe, quienes continúan con la bonita de tradición de poner la información pública relevante debajo de sus escritorios, mientras el Consejo Municipal de Transparencia sirve sólo como hermoso artículo de decoración. En las finanzas públicas, los panistas encabezados por el regidor Sergio Lara le recordaron a don Miguel que no ha cumplido con eso de adelgazar la nómina, la cual sigue bastante gordita y alcanza niveles que representan el doble de lo que ha invertido el ayuntamiento en obras y programas con recursos propios. Y precisamente sobre obras, los blanquiazules dijeron que aunque los complejos de La Jabonera, la Línea Verde, el Metroparque están muy chulos, se han descuidado “detalles” como el pavimento, parques y jardines y, sí, el agua potable, porque aún hay colonias en donde las norias son muy testarudas y no entienden que ya no deben fallar o arrojar poca agua cuando más se necesita que es durante el verano. Dicen los subagentes que para preparar estos dardos los ediles de la bancada del PAN tuvieron varias reuniones, pero que el gran ausente a las mismas fue nada más y nada menos que Ignacio Corona, el panista más priista del Cabildo de Torreón. ¿Qué tal?

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Cuentan que el desaire de su vida se llevó el alcalde de Matamoros, Raúl Onofre Contreras, al ser algo así como un invitado más en el acto de colocación de la primera piedra del Parque Industrial Centenario. Resulta que pese a que el proyecto se concretará en terrenos del ejido San Julián, del hermano municipio de Matamoros, y por lo cual le tocaba ser el anfitrión a don Raúl, fue el alcalde de Torreón, Miguel Riquelme, quien bajo el cobijo del gobernador Rúben Moreira le robó todos los reflectores. Es más, se dice que incluso los representantes de los medios de comunicación lo hicieron a un lado a la hora de las entrevistas y mucho menos los funcionarios estatales que asistieron al acto se acercaron a felicitarlo ya que todos se desvivían en saludos y congratulaciones para don Miguel (algo querrán). Se rumora que el desaire incomodó mucho al alcalde de Matamoros porque prácticamente nadie lo peló y que ya no hallaba con quién desquitarse, si con su director de Comunicación Social, con su secretario particular o el encargado de su agenda. O tal vez con él mismo.

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En la comparecencia que llevó a cabo esta semana el procurador de Justicia Homero Ramos en el Centro Recreativo, perdón Congreso de Coahuila, quedó en evidencia que muchos de los diputados locales que asisten a calentar curules no ponen atención a lo que ahí se dice. Resulta que al final de la disertación del procu, los legisladores le preguntaban cosas que ya había explicado y como hasta en tres ocasiones volvió a decir parte de lo expuesto en su comparecencia. A lo mejor los diputados querían estar muy seguros de haber escuchado bien o simplemente estaban muy cansados por tan “arduo” trabajo que se comportaban como estudiantes en clase de la 1 de la tarde a punto de sonar el timbre. Pero lo que sí causó harta sorpresa fueron las declaraciones que hizo don Homero respecto al posible lugar de residencia de Fanny, desaparecida hace una década en Torreón. Y es que cuentan que el guardián de la justicia coahuilense olvidó el pequeño detalle de informar primero a los padres de la jovencita, quienes se vinieron a enterar de estas aseveraciones por la prensa. Y, por supuesto, los familiares se mostraron a disgusto y hasta le lanzaron a Ramos un muy duro: “habló porque tiene boca”, ya que a decir de ellos no existe una sola prueba de que Fanny esté en los Estados Unidos.

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Tremendo papelón el que hicieron algunos regidores de Gómez Palacio que juraron y perjuraron estar muy involucrados en procurar la transparencia del proceso de licitación del proyecto de alumbrado público y finalmente sólo mostraron desinterés, pese a que se trata de uno de los más significativos por el costo que tendrá y el endeudamiento a largo plazo que significará para el Municipio, endeudamiento que terminarán pagando los ciudadano (no tanto como el de Torreón, claro está). Y es que según dijo ayer el oficial mayor, Ricardo Díaz, los ediles no acudieron a la invitación que se les hizo para abrir los sobres que contenían la propuesta de la única empresa que pudo participar el pasado 27 de noviembre. Se convocó a la Comisión de Alumbrado Público, integrada por los panistas Ángel Orona y Hassan Chaúl, así como los priistas Eduardo Faudoa, José Cisneros y Juan González; tampoco acudió el regidor blanquiazul Joshua Cruz, quien junto con directores y representantes de otras áreas forma parte del Comité de Adquisiciones. Ese mismo día el Cabildo autorizó integrar un “comité especial dictaminador”, que de dictaminador sólo tiene el nombre porque según el jefe de Licitaciones, Miguel Gallardo, a lo mucho puede dar seguimiento al tema del proyecto, pero carece de facultades para la toma de decisiones. O sea que es un cómodo espectador más. Con ello confirmó que ese comité se integró a destiempo y cuando ya se tenía resuelta la licitación a favor de la empresa Green Power Solutions. Es decir, los ediles ni se percataron de que ya había una compañía ganadora cuando apenas estaban aprobando la integración del comité. Que alguien les avise, por favor. La ausencia de los regidores no es novedad, puesto que hay quienes quitados de la pena no acuden a las sesiones de sus comisiones y ni siquiera a las ordinarias de Cabildo, aprovechando que no tienen horarios de entrada ni salida; ni siquiera tienen que acudir a despachar y nada los obliga a presentarse ni atender las comisiones que tienen asignadas. Salvo contadas excepciones, hay una parálisis en el trabajo de los ediles, quienes por ahora se ocupan más de la grilla y de tratar de saltar como chapulines a una diputación, como establece la lógica política. Eso sí, están por recibir sus más de 40 mil pesotes de aguinaldo.

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