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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

I. Dicen que en el PAN de Coahuila los suspiros ya van tomando forma y que los perfiles para las candidaturas de las elecciones de 2017 y 2018 han comenzado a definirse. Nuestros subagentes disfrazados de matracas blanquiazules dicen que en el caso de la contienda por la alcaldía de Torreón todo parece indicar que el calefacto será el senador Luis Fernando Salazar, con lo cual dejaría la vía a libre al otro jerarca del panismo estatal, Guillermo Anaya, para que intente por segunda vez ser gobernador de la provincia. Los argumentos de don Luis para no perseguir la Silla Máxima del estado y conformarse con el anhelo de ocupar el despacho del séptimo piso del edificio más caro de Torreón sería que su carrera política aún es corta y que su edad le da para buscar la gubernatura en años posteriores. Dicen que la tirada del senador es que, de ganar la minialcaldía de 2018, estaría en campaña -perdón, trabajaría- todo ese año para reelegirse en el periodo 2019-2021 y desde ahí construir su trampolín para la gubernatura de 2023. Pero eso ya es mucho futurismo, lo primero es ver cómo se dan las cosas en 2017. Respecto a Marcelo Torres, de quien se dijo que también buscaría la minialcaldía, los subagentes informan que colgado de su buena relación con el Pastor Nacional blanquiazul, Ricardo Anaya, el exdiputado federal se esperaría un año más para contender por un puesto en el Senado de la República (parece que ya le agarró el gusto a eso de ser legislador). En caso de concretarse estos amarres, don Memo tendría que sortear un grande y complicado obstáculo: Isidro López, alcalde de Saltillo. Don Chilo maneja el presupuesto municipal más grande de la entidad, es un empresario de abolengo, es de la capirucha estatal, seguirá vigente en un cargo público hasta el arranque del proceso y, sobre todo, no cuenta con los negativos que tiene el exdiputado federal torreonense. A la luz de lo anterior, comentan los más avezados que entre ambos personajes se daría el principal agarrón por la candidatura.

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II. En el PRI también se están moviendo las aguas, aunque de manera no tan clara como en el PAN. En misivas pasadas nuestros subagentes reportaron que la carta para el interinato en la alcaldía de Torreón -en caso de que se confirme que Miguel Riquelme es el ungido para pelear por la sucesión del gobernador Rubén Moreira- sería el actual gerente de Simas, Xavier Arroyo, involucrado actualmente en tremenda polémica por el asunto del arsénico en el agua. Y que para la minialcaldía de 2018, con el reciente nombramiento como presidente local de la Fundación Colosio se estaría preparando a Antonio Gutiérrez Jardón, secretario de Desarrollo Económico de Coahuila, con la posibilidad de reelegirse para el trienio inmediatamente posterior. Pero resulta que ya hay otros posibles tiradores en ambos turnos. Dicen los espectadores de primera fila de la grilla estatal que para el interinato también se maneja fuerte el nombre de Jorge Luis Morán, secretario del Ayuntamiento, y que como punto a su favor está que por su tendencia a la mano dura sería un buen guardián de las espaldas de don Miguel para que mientras ande en campaña no le salten sorpresitas en la administración municipal. En el caso de la minialcaldía de 2018, como Marcelo Torres del PAN parece apuntar sus suspiros hacia el Senado, no sería necesario quemar el cartucho de su compadre Gutiérrez Jardón y en su lugar bien pudiera lanzarse a Verónica Martínez, presidenta estatal del PRI. Pero, dicen, doña Verónica no buscaría la reelección, sino que para el periodo 2019-2021 se impulsaría a Rodrigo Fuentes, operador tricolor que hoy ocupa la cartera de Desarrollo Social del gobierno provincial. Más allá de esto, lo que llama la atención es que aún faltan dos años para que terminen las administraciones estatales y municipales y que ya andan todos con la calentura muy arriba por buscar los huesos en disputa. Lo cierto es que el Gran Libro del Jurásico Priista marca que habiendo presidente de la República tricolor, es éste quien tiene la última palabra en la designación del candidato a gobernador y en las alcaldías la voz que se oye es la del mandamás de la provincia en turno.

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III. Comentan los maldicientes que en esta provincia prácticamente se ha institucionalizado la política de “el que lanza la piedra es porque algo esconde”. Y esto viene a colación por las recientes y temerarias declaraciones que hizo el aguerrido obispo de Saltillo, Raúl Vera, respecto a que los miles de empleos que se han generado en Coahuila son en su mayoría para “esclavos” (así dijo). Obviamente la reacción del gobernador Rubén Moreira no se hizo esperar y además de advertirle al representante de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana que “decir mentiras es pecado”, le lanzó una velada amenaza relacionada con las condiciones de trabajo en la que se encuentran varios empleados de la Diócesis. Don Rubén dejó entrever que don Raúl no tiene cara de hablar sobre explotación laboral, puesto que el gobierno estatal se ha enterado que en la oficina religiosa existen casos de personas que reciben malos pagos a los cuales además se les carga la mano. Con esta respuesta, el mandamás coahuilense sigue con la lógica de que quien critica también tiene cola que le pisen, por muy santa que sea la representación que dicha persona tenga. A ver si no le caen en estos días inspectores de la Secretaría del Trabajo al obispo para revisar la situación en la que trabaja su gente.

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IV. Dicen las malas lenguas que detrás de los insistentes reclamos del presidente de la Canacintra, Eugenio Treviño, sobre la falta de pago en el Simas hay gato encerrado. Resulta que el representante de los industriales ha lanzado dardos emponzoñados contra el gerente de la empresa descentralizada, Xavier Herrera, porque asegura que existe una larga lista de acreedores a los cuales no se les paga por sus servicios desde hace varios meses. El problema es que, según Herrera, dicha lista no existe y se la ha solicitado a don Eugenio sin que hasta el momento tenga respuesta. Los subagentes disfrazados de tuberías comentan que en realidad lo que el ipeco busca es que se le vuelvan a otorgar contratos a una empresa otrora consentida y de la cual él es proveedor. Dicha empresa se llama La Victoria, propiedad de la familia del director de Prevención del Delito, José Ganem, la cual durante administraciones anteriores obtuvo una gran cantidad de contratos de mantenimiento de norias y que ahora sólo le han dado dos, los cuales además están en veremos. El interés de Treviño, dicen, es que sin los contratos su empresa no puede surtir de insumos y cobrar una tajada del pastel, por lo que ha colgado el pretexto de la deuda con proveedores para tratar de doblarle las manos al Simas. ¿Será?

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V. Cuentan que harta muina le hicieron pasar al alcalde de Gómez Palacio, José Miguel Campillo, hace unos días en un acto al que fue invitado. Los subagentes disfrazados de cuchillos -muy filosos- reportan que el tremendo berrinche hecho por don Pepe en la toma de protesta del nuevo comité directivo de CIESLAG se debió a que, aunque el evento se llevó a cabo en una universidad de la ciudad que el gobierna, se sintió desairado cuando el maestro de ceremonias le pidió a su homónimo y correligionario Luis de Villa, alcalde de Lerdo, que encabezara la toma de protesta. Un poco apenados los organizadores trataron de explicarle al munícipe gomezpalatino que se vieron en la necesidad de omitirlo del acto central debido a su prolongado retraso, argumento que tampoco lo dejó tranquilo, sino al contrario, pues sin querer volvieron a incomodarlo por señalarle su demora. A lo mejor a don Pepe en vez del enojo le vendría mejor ajustar sus relojes. Es una mera sugerencia.

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VI. Otra clara muestra de falta de coordinación, o de pase de papa caliente, como usted quiera verlo, la han dado las autoridades del Simas y de la Conagua con el asunto de la limpieza de los canales de riego en la ciudad, principalmente en algunos sectores en donde misteriosamente se acumula agua negra. Un ejemplo es el ramal del canal de Sacramento en Torreón, que pasa a un lado del antiguo Nudo Mixteco, lugar que ha sido señalado constantemente por vecinos del sector por los malos olores que emanan del líquido putrefacto además de la basura que se tira constantemente. Resulta que ni Conagua ni el Simas asumen la responsabilidad y se la pasan tirándose la bolita ya que dicen que no les corresponde la limpieza del canal. Y cuando han reaccionado, sólo mandan maquinarias para la foto y no resuelven el problema de fondo porque al día siguiente ya vuelve a estar igual. El misterio detrás de todo esto es que hasta ahora ninguna dependencia ha investigado de donde provienen las aguas negras que, supuestamente, no deberían ser arrojadas a la infraestructura hidráulica. Mientras tanto, los vecinos siguen aguantando la pestilencia en espera de que alguna autoridad se digne a resolver el enigma.

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