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Volver al pasado

GILBERTO SERNA

Los métodos antiguos de ejecución de reos condenados a la pena de muerte amenazan con volver, pues varias legislaturas estatales en los Estados Unidos de América están abogando por regresar a la aplicación de nuevo de la cámara de gases, que dejó de emplearse hace varias décadas, así como a los pelotones de fusilamiento, la silla eléctrica y una no legalizada que es la ley fuga. Todas ellas persiguen el mismo objetivo que es mandar al otro mundo a quienes delinquen. Todas viejas conocidas de nosotros, acá de este lado, aunque haya sido en películas. Una muy recurrente en películas de vaqueros a la que la nota periodística no se refiere es a la aplicación de la de ahorcamiento que es del conocimiento general, consiste en una soga con un nudo corredizo atado al cuello cuyo extremo opuesto es jalado por manos piadosas que en un suspiro acaban con la vida del condenado a muerte.

Se dice que los abogados de los familiares de los reos recurrieron en busca de justicia a la Suprema Corte puesto que la forma en que se hacen las ejecuciones contraviene lo dispuesto en la Octava Enmienda constitucional que prohíbe los castigos crueles e inusuales causando un dolor indebido. Lo que se considera sucedió cuando se utiliza un sedante con el que se substituyó después que los laboratorios rehusaran vender a las autoridades pentotal sódico desconociéndose la causa por el que se actuó de esa forma, utilizando en su lugar el sedante midazolam, cuyo reemplazo dio paso y causa a un caso en que el condenado tardó en morir un tiempo más de lo previsto en que produjo se retorciera quejándose de dolor.

El método considera el uso de gas y de rifles como una opción más humana que es reconocido como uno de los más compasivos. Y se argumenta no hay sufrimiento pues en cuanto la bala llega al corazón el hombre muere ipso facto, sin un mayor sufrimiento el sujeto pasa de esta vida a la otra en un santiamén. Según quien defiende como opción más humana considera que el reo no sufrirá frente a un pelotón con los ojos cubiertos con un pañuelo. Que cuando el grupo de hombres armados se aproximen escuchará los tacones golpeando rítmicamente el suelo, escuchará la voz que ordenará preparen, apunten, fuego. Luego se dará cuenta que se derrumba yéndose a la nada, Apenas sentirá el tiro de gracia. Si, en verdad es una muerte más benigna, una muerte que ni se siente.

El uso de gas, me recuerda a Adolfo Hitler; no sé, no creo que cualquiera que sea el método para castigar a un criminal sea uno más compasivo que otro. Todos al final del día conducen a la muerte del ser humano. Sólo el ser humano vivo puede valorar si una muerte es bonita o no; y efectivamente no hay posibilidad alguna de que el ser humano pueda calificar su propia muerte, a menos que haya resucitado y levantado de entre los muertos. Lo que en la historia de la humanidad sólo lo ha logrado Lázaro de Betania, quien fue resucitado por Jesús después de cuatro días de hallarse en su tumba.

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