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Votantes laguneros

Diálogo

YAMIL DARWICH

Dicen que existen tres tipos de mentiras: las mentirillas, las mentiras y las estadísticas, así que con la advertencia hecha, lo invito a que hagamos algunas reflexiones sobre las votaciones del pasado 7 de junio de 2015, cuando a nivel nacional triunfó el abstencionismo.

Por esta vez concentrémonos en nuestra Región Lagunera, para comprender un poco más el cómo se dio el triunfo del PRI y la grave responsabilidad que sus diputados electos han retomado de los salientes para el nuevo período de administración, a partir del mes de septiembre, ya que se puede presentar el caso que en farmacobiología le llaman "sumación", que define al agregado de efectos de una sustancia dando un resultado mayor y comúnmente no deseado, que para el caso y de continuar los fracasos en atención a las necesidades de todos, pueda ser la promotora de un estallido social que no deseamos, por el bien de la limitada paz social que aún vivimos.

Aunque los laguneros fuimos los más participativos en el proceso, sólo asistimos a las urnas el 47 % de los posibles electores; significa que el 53 % de los ciudadanos empadronados no tuvo interés de participar. ¿Cuál es su diagnóstico de los porqués?

En todos los distritos, el PRI logró la mayoría, demostrando la fortaleza que tiene en base a sus cuadros políticos desarrollados a lo largo de los años, la habilidad de sus expertos y operadores al aplicar las estrategias de mercadotecnia y, muy importante, la disciplina partidaria que tienen todos sus integrantes; también hizo evidente la inmadurez política de los partidos opositores, de las pocas capacidades de comunicación que viven entre sí y las fallas mercadotécnicas de sus planificadores, que se reflejaron en los proyectos y la ejecución de sus propias campañas.

Cosa aparte, pero muy importante y trascendente, son las pugnas internas que vive el PAN, que le hace ser un partido débil y primer perdedor en los últimos tiempos, realidad que se repitió de nuevo en estas elecciones para diputados. Tal parece que desconocen aquello de "divide y vencerás".

Ahora "se repartirán todo de nada", haciéndome recordar un refrán que utilizamos para los malos comerciantes que dice: "bien vendido o bien podrido". ¿Los jóvenes aprenderán?

A esa realidad se suma, al decir de algunos analistas regionales, la proliferación de partidos minoritarios; la "chiquillada" que definiera el expresidente Fox, que sirvieron para distraer a la ciudadanía con propuestas sin fundamento, sabedores de que no alcanzarían el triunfo. De hecho, algunos de ellos no refrendarán su calidad de partido político por la pobre votación que recibieron. Representan un gasto, no inversión democrática.

Algunos pensadores dicen que la presencia de esos distractores le permitió al PRI ganar y sumar en número redondos la diferencia con el PAN, de 4,000 votos y que sumando los 4,000 nulos, quedaría un virtual empate en el Distrito Seis, pero agregando los otorgados a "Alianza Ciudadana", el triunfo hubiera sido para la ahora primera oposición.

Algunos editorialistas nos insistieron en asistir a las urnas, pero a anular el voto; otros, en que era conveniente votar por cualquiera de las alternativas a fin de dejar vigente la democracia incipiente. La jornada electoral demostró que no acudir o anular el voto favoreció al PRI, generando un efecto contrario al que supuestamente pretendían.

Otros ciudadanos -que son una marcada minoría, en relación al padrón total- prefirieron agregar otra alternativa, optando por personas no registradas. Sin duda es un reflejo de la incredulidad al sistema y el enojo mostrado por esos pocos que son muestra radical de lo que otros muchos pensamos: que ya es tiempo del cambio.

En 2015, votaron menos ciudadanos en referencia al año anterior y eso es la evidencia de apatía y pérdida de fe en el proceso, a pasear de los enormes y onerosos esfuerzos que en México se hacen para que crezca el número de votantes.

El abstencionismo seguirá siendo el grave obstáculo para alcanzar democracia madura, aunque por ahora tengamos la menor. Ganó el más capaz, considerando su experiencia, los cuadros profesionales de administradores públicos que ha desarrollado y sus asesorías políticas; de él esperamos que logre disminuir sustancialmente la corrupción. ¿Será posible?

La oposición deberá aprender a atender sus áreas de oportunidad, entre ellas la incapacidad para alcanzar la unidad al interior del partido. Es evidente que sus luchas internas, reflejadas en sus resultados electorales, son muestras de individualismo y desacuerdo en relación a los qué, cómo y para qué lograr ganar elecciones.

Quienes no votaron -por la razón que sea- deberán comprender que al no ejercer su derecho legal pierden el moral, de inconformarse con los malos gobiernos y que su tibieza llegó a alterar los resultados finales de estas elecciones y, consecuentemente, su propio futuro político, económico y social. ¿Hasta cuándo aprenderemos a ser democráticos?

ydarwich@ual.mx

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