En vísperas de las elecciones con las cuales se renovará la Cámara de Diputados a nivel federal y el cambio de gobierno en nueve estados de la república, ha llegado el momento decisivo que obliga a los mexicanos a escoger entre los candidatos y partidos existentes, de cara a una realidad nacional y local concreta.
El debate entre el votar o no votar ha quedado atrás, y salvo excepciones radicales que insisten en el abstencionismo como solución, la mayoría de los líderes de opinión y el público en general reconocen la necesidad y conveniencia de utilizar el voto, como factor de cambio bajo criterios de apoyo esperanzado o castigo, según la trayectoria de los protagonistas amerite.
Los que aún quedan como promotores del abstencionismo, insisten en el "hartazgo de la política..." como estribillo manipulador que al único que favorece es al sistema priista, porque al fin y al cabo el hartazgo no es solución.
Lo que ha quedado claro después de la alternancia PRI PAN en el año dos mil y luego a la inversa en dos mil doce, es que en política la reversa también es cambio, y que no sólo se requiere luchar para ampliar el ámbito de libertad de los ciudadanos y cambiar y mejorar el estado de cosas, sino que es necesario otro esfuerzo aún mayor y permanente para mantener la ruta del cambio y del mejoramiento constante.
De ahí la necesidad de orientar el voto con la razón, no sólo en orden a nuestra simpatía ideológica o personal respecto a partidos y candidatos, sino a criterios prácticos que impone la verdad como correspondencia entre el pensamiento y la realidad. Así las cosas, un elector preocupado por la protección del medio ambiente, no votará por el partido verde sólo porque tiene un tucán en su logotipo.
En el aquí y ahora de las actuales circunstancias, el reto para los ciudadanos de todas las latitudes del país es el de poner un contrapeso al autoritarismo rampante del PRI como partido de regreso en el poder y para ello el voto razonado ha llevado a los electores a generar alianzas y acuerdos expresos o tácitos inusitados, como ocurre en el caso del Estado de Guerrero en que el Partido Acción Nacional postula al exgobernador de extracción perredista Zeferino Torreblanca como alcalde de Acapulco, lo que ha generado una alianza de facto de los simpatizantes del PRD en el Estado de Sonora, para apoyar al candidato del PAN al gobierno de esta última entidad federativa.
En el caso del Estado de Nuevo León, el surgimiento de Jaime Rodríguez "El Bronco" como candidato independiente ha cambiado la correlación de fuerzas, pues a una desbandada de priistas indignados por el saqueo de las arcas públicas que se atribuye al gobernador Rodrigo Medina y su familia, se suman simpatizantes del PAN y de otros partidos conscientes de la propia debilidad de sus candidatos en estas elecciones, que ven la alternancia como una solución indispensable.
En el caso de los electores coahuilenses, el reto consiste en marcar desde ahora la tendencia hacia las elecciones estatales y municipales del año dos mil diez y siete, para decidir si en ese momento optamos por echar del poder al moreirato de una vez por todas, o permitimos el arribo de un Moreira tercero descarado o encubierto que haga del deterioro político, social, humano y económico que padecemos una situación perpetua e irremediable.
Cualquier resultado que por apatía de los ciudadanos o divisionismo de la oposición redunde en las elecciones del domingo próximo en favor del moreirato, implica un error que es decisivo evitar, si queremos zafarnos dentro de dos años del yugo de autoritarismo y mediocridad que nos oprime.
La solución razonada y útil, es la de apoyar a la alternativa contraria al Moreirato que tenga más posibilidades de éxito, como principio de una larga lucha que apenas comienza, para echar al moreirato del Palacio Rosa.
