Tras su segunda derrota en el torneo, Caixinha cambia el discurso. Cuando le iba bien decía que no estaba satisfecho, que nunca lo estaba. Que satisfecho sería llegar a un punto sin más aspiraciones y él quería más.
Incluso el viernes por la noche, en el programa Futbol Picante, volvió a decir que no estaba satisfecho con lo conseguido hasta ahora en Santos. Y qué bueno que dijo eso, porque hasta ahora sólo tiene un trofeo y no es el que todo aficionado anhela.
Pero al día siguiente pierde ante Cruz Azul y resulta que "sale contento" del estadio. ¿Qué trata de decir el portugués?
¿En qué contexto o bajo cuál circunstancia puede un aficionado entender que el entrenador esté satisfecho luego de perder un partido? Peor aún, luego de perder el segundo partido consecutivo en el inicio del torneo. Peor aún, luego de haber ganado sólo un encuentro de los últimos 11 en la liga.
¿Será una estrategia de Caixinha para calmar los ánimos de los aficionados?
"Me voy más que satisfecho", dijo Caixinha el sábado tras perder 1-0 ante Cruz Azul. Un marcador engañoso para bien de Santos.
Y dijo muchas cosas más. En casi todas puede tener razón, pero ¿de verdad está satisfecho?
Las críticas llegan pronto. Los torneos cortos no dan para más. Aquí se trata de dar resultados positivos al instante, de lo contrario los técnicos se van.
Pero en Santos hay paciencia y tolerancia para el proyecto del portugués y su cuerpo técnico. Ese que incluye el uso de la tecnología aplicada al deporte, a los entrenamientos. Ese que cambia las formas en las prácticas, en los horarios y costumbres de los jugadores. Esa nueva filosofía que comulga a la perfección con el pensamiento de la directiva santista.
En un inicio era Caixinha y un equipo hecho. Con figuras del futbol mexicano. Con una base sólida. Con héroes de la región. Era un equipo que recién había conseguido su cuarto título de Liga.
Hoy es Santos un proyecto a futuro. Donde se trabaja con los jóvenes. Hoy es una promesa. Un equipo donde no importa perder de inicio si se trabaja de forma metódica y ordenada.
Pero la afición a veces parece no entenderlo. Hay quienes desde hace mucho piden la cabeza del técnico. Quienes dejan de ir al estadio. Quienes ven un negro porvenir.
A ellos les siguen los aficionados más aferrados. Los que nunca abandonan. Los que nunca dejan de cantar.
¿Quiénes tienen la razón? ¿Se trata de apoyar sin cuestionar? ¿Exigir es "reventar"?
Me parece que todos tienen derecho a manifestarse. A enojarse. A exigir esfuerzo de los jugadores y decisiones inteligentes de directivos y técnicos.
Los dos tipos de aficionados, el que siempre apoya y el que a veces cuestiona, tienen derecho a ser respetados. Es un tema de libertad de expresión.
Y mientras, que Caixinha trabaje en su proyecto, porque aquí los resultados mandan. Y el tiempo no es eterno.
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