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Voz de Palco

VOLVÍ A SER AFICIONADO

EDUARDO SEPÚLVEDA

Nada como ver un juego de partido desde la tribuna. Y aunque el equipo de casa sigue sin encontrar el camino, puedo decir que disfruté de un juego como hace tiempo no lo hacía.

Porque no es lo mismo ir al palco de prensa y tratar de guardar las formas, de contener la euforia y ahogar los gritos. De seguir protocolos mitigar la sed con agua o refresco. Y ni qué decir de verlo a través de la televisión.

Esta vez tuve la oportunidad de regresar al estadio como aficionado. De empezar a sentir el partido desde los alrededores al TSM. De vivir el ambiente previo. De escuchar las alineaciones, ver el desfile de jugadores entrar al campo y escuchar el silbatazo inicial.

Ya con la modalidad de fuegos artificiales al inicio del encuentro, desde hace tiempo, la ilusión de las masas era por fin celebrar algo en casa. Un triunfo que se combinara con el de una semana atrás. Que le diera vida al campeón. Que reavivara la esperanza albiverde.

Ahí, sentado en un cómodo asiento del Corona, cerveza en mano y sin más preocupación que lo que pudiera pasar en la cancha. El tiempo se detiene por dos horas. No hay celulares que nos distraiga… bueno, ni la señal del móvil quiere interrumpir.

El primer tiempo contra Atlas fue de pocas emociones, pero siempre con la expectativa de que algo bueno podría ocurrir en cualquier momento. Dos defensas bien armadas, dejando en cero ambos marcos.

Luego vino el complemento, los errores y la debacle santista. Una derrota más en casa, la quinta, como el número de estrellas que adornan el escudo.

No esperamos más ruedas de prensa a la que vaya el equipo completo totalmente derrotado. A dar excusas y con más exigencias que explicaciones.

Volvió a perder el Santos. Y no hay argumentos. No hay nada.

Es hora de volver a casa, aunque algunos permanecen ahí, en mal llamada Casa del Dolor Ajeno, aún con sus vasos llenos.

Los tambores no dejaron de sonar durante todo el partido, el corazón aún late. Pero algo pasa con este equipo sin rumbo.

En lo personal, disfruté del partido como lo disfruta un aficionado al futbol. Esperando ver goles, buenas jugadas sin repeticiones. De echar un grito de vez en vez. De levantarse del asiento cuando la situación lo amerite. Y no sé cuándo vuelva a tener oportunidad de vivirlo.

Ese estadio debería estar siempre lleno. Sin celulares, solo con aliento.

Con tambores retumbando sin cesar. Con once Guerreros dejando todo en el campo, con pasión, sudor y profesionalismo. Para que al final, puedan abandonar la alfombra verde con una mirada a lo más alto de la tribuna. Con orgullo.

Síganme los buenos… y las buenas también: @Foko_54 [twitter].

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