Voz del Dihablo

Hace apenas unos minutos estaba platicando con mi padre, sentado a su derecha en el Reino de Tinieblas. Hablábamos del tema que nos une, de la herencia que me ha dejado, hablábamos de lo que tanto nos apasiona: la música.

Mi padre solía tener una colección de viniles impresionante, al menos así es como la recuerdo. Pero luego, en un voraz incendio o en infortunado olvido, todo se derrumbó. No quedó nada. Cenizas, quizá. De esos miles de viniles, años después, se fue formando una réplica en CD's, misma que ahora también ha quedado perdida en el espacio.

Y cada que hay oportunidad, siempre le pregunto lo mismo: "¿aún compras discos?".

Evidentemente me refiero a formatos físicos. Y la respuesta cada vez se aleja más de lo que espero y se asienta más en la actualidad: "¿Para qué?", me dice. "Tengo Spotify".

"No es lo mismo, no se escucha igual", replico.

Pero es inútil, mi padre para todo tiene una respuesta insuperable. "Contratas la versión Premium y ya, te dan filtros de sonido. Además, ¿dónde escucharía los discos? No tengo dónde. En el Spotify encuentro cualquier canción, lo llevo a donde sea y en casa lo conecto al teatro en casa, marca…" y sabe que tantas bocinas me dijo que tenía. No le gané.

De pronto, en la conversación el viejo era yo. Le confesé que me había metido a algunos grupos de coleccionistas y que contábamos anécdotas y experiencias como si fuéramos un grupo de alcohólicos anónimos. Presumíamos ediciones raras, compartíamos el gusto por la música "impresa".

Hay algunos que se quejan de las esposas, las novias o hasta las madres. De aquellos seres adorables que aún no entienden el aprecio que podemos llegar a tener por un pedazo policarbonato plástico envuelto en estridentes ilustraciones, que van desde simpáticas calaveritas hasta verdaderas escenas infernales del Dihablo.

Discos compactos, viniles y ahora otra vez hasta casetes. Le dije a mi padre que de mis 50 'tapes' que me quedaban en el baúl de los recuerdos vendí 20 pero compré 40. Y los que faltan. Que apenas hace unos días por fin pude tener una versión japonesa en 'compact disc', tan codiciadas por los coleccionistas. Se trata del News of the World, de Queen, cortesía de mi buen amigo Ariel (gracias, ca', ya tengo algo bueno que subir al grupo de adictos).

Y así, en medio de la charla, recordé de pronto de dónde vengo y quizá descubrí a dónde voy.

No sé hasta cuándo tenga el vicio de seguir gastando mis recursos pecuniarios en algo tan (aparentemente) banal como lo es casi cualquier cosa material. No sé hasta dónde me dé. Quizá un buen día, llegue un incendio de prudencia y se lleve todo lo que el viento no se pudo llevar. Por lo pronto, volteo a ver esos pequeños cerros de discos y no hago más que sonreír. Y pienso en los que me faltan y en los que vendrán.

Afortunadamente ahora, con "tanta tecnología", existen esos grupos virtuales en los que los enfermos como un servidor, podemos presumir lo que a través de los años hemos ido apilando en nuestros oscuros cuartos de maldad. Para los simples mortales, es basura. Para los románticos, son tesoros invaluables.

Mi padre, fiel seguidor de The Beatles, siguió luego con anécdotas de conciertos y documentales. Dimos un repaso por algunos de los abuelos vigentes del rock, aquéllos que apenas pueden sostenerse sobre dos extremidades pero que todavía están de aferrados.

Mucho le debo a mi progenitor. Como haberme metido desde pequeño el gusto por la música, por el rock. Y de ahí, no acabaría todo lo que se ha venido hasta estos días.

Amigos, este fin de semana (sábado) se presenta Zades, de Durango, en la humilde casita del rock sobre la avenida Hidalgo, entre calles 11 y 12, en Torreón. Acompañados por Arcanhell, Hell Patrol y Fénix. Ahí nos vemos. Y, próximamente aprovechando que "tocamos" a Los Beatles, se viene un tributo por su álbum Help. Más tributo a Caifanes y así…

Para compartir, comentar, parlar, sugerir y mentar lo que haya que mentar, les dejo estas dos vías: La Música del Dihablo [Facebook] y @Foko_54 [twitter].