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Ya nos saquearon… otra vez

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

"Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear" lloriqueaba aquel que "defendería el peso como un perro" un ya lejano primero de septiembre de 1982, brindándonos -hay que reconocerlo- una hermosa pieza de oratoria de ésas que ya no hemos vuelto a escuchar, entreteniendo con su espectáculo a un pueblo que, en aquellos años, todavía contemplaba los informes presidenciales con la certeza de estar presenciando algo importante. A casi 33 años de distancia sabemos que como profeta José López Portillo resultó peor que como presidente: el saqueo se ha repetido una y otra vez hasta la saciedad.

No han tenido pudor alguno. Roban como si la única consecuencia de sus atracos fuera su propio enriquecimiento. Como si ignoraran que tras de sí, van dejando una larga estela de pobreza y marginación. Roban, además, sin temor alguno a ser atrapados. Saben que gozan de impunidad. Conocen perfectamente que el otro, el sucesor, nada les hará porque llega a su cargo con una cola tan susceptible de ser pisada como la que ellos arrastran.

La estructura institucional y legal en materia de transparencia y rendición de cuentas llegó en 2000, al parecer, sólo para convertir a México en una nación de cínicos. Cuántos y cuántos funcionarios y exfuncionarios hoy pueden gritarnos en la cara un: "sí, ¿y qué?". Porque gracias a la legislación hoy sabemos los montos saqueados y hasta el responsable del latrocinio; pero en una inmensa mayoría de los casos conocemos también de la impunidad que los protege. Los ciudadanos somos como el león enjaulado, que recibe las burlas y las ofensas de quienes, al otro lado de la trampa, se pueden mofar a sus anchas porque saben que permanecen a salvo.

La Auditoría Superior de la Federación dio a conocer, tras su revisión de la cuenta pública de 2013, que una vez más el dinero público fue dilapidado, derrochado y groseramente saqueado. ¿Y qué pasará? ¿Quién responderá por los más de 90 mil millones de pesos que se les "extraviaron" a quienes justifican sus onerosos salarios con el cuento de su elevada responsabilidad? La respuesta la conocemos porque ha sido la misma que se ha repetido una y otra vez cuando se dan a conocer los resultados de los ejercicios de fiscalización: nadie.

Nadie aquí no significa un simple "nadie" sino un "nadie de los que robaron, pero sí, todos aquellos que, con nuestros esfuerzos, intentamos sobrevivir a una realidad cada vez más complicada". La ciudadanía recibirá peores servicios públicos, peores servicios de salud, peor educación, peor impartición de justicia, peor alimentación, peores oportunidades de empleo, peor seguridad, y todo gracias a que el SAT indebidamente condonó a Sabritas 929.5 millones de pesos, pese a ser una empresa a la que supuestamente se le aplica el impuesto contra la obesidad aprobado por el Congreso. O bien, a que nuestros "representantes", los amabilísimos señores diputados federales, se repartieron, así por sus puros antojos, 125 millones de pesos como "subvención especial" y otros 193 millones para regalos y telefonía, sólo por citar un par de ejemplos de las múltiples cochinadas que encontró la Auditoría en esta ocasión.

Ya nos saquearon y van a seguir haciéndolo, además, porque en estos momentos en que usted hace el favor de leerme, los legisladores del PRI y el Verde, ese partido que también se robó el "ecologismo" y el "ambientalismo", utilizan su poder para, nuevamente, institucionalizar la opacidad echando para abajo lo que en materia de transparencia y rendición de cuentas se ha logrado, en este país del que Alí Babá, parece ser el santo patrono de una clase política voraz, insaciable, corrupta y cínica.

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