69 a los 69
“Yo ya no pienso en eso y mi esposo tampoco aunque a veces se pone ‘cariñoso’, pero yo lo aparto, le digo que no estamos en edad, tuvimos nuestro tiempo y ya pasó, entonces seguimos haciendo otras cosas, como ver la televisión”, dice la señora Delia, de 70 años de edad y más de 50 años de matrimonio. Su esposo, Carlos, de 76 confiesa que de jóvenes su vida sexual era muy activa. “Tuvimos 5 hijos, ahí va diciendo más o menos cómo éramos”, dice y sonríe. “Pero ahora, pues como dice ella (su esposa), nuestro tiempo para andar haciendo ‘travesuras’ ya pasó y debemos buscar mejor hacer otras actividades”. Al preguntarles si han pensado en reactivar su vida sexual, ambos ríen nerviosos. “Ya no es algo importante para nosotros”, señala Delia.
Así es la vida de muchas personas al llegar a la tercera edad, quienes, aunque estén acompañadas, descartan totalmente la idea de seguir manteniendo relaciones sexuales, ya sea porque esta actividad pasó a un segundo plano, porque temen la crítica de los demás o por tener la falsa idea de que los adultos mayores y el sexo son dos conceptos incompatibles. Pero el sexo, sea la edad que sea, es una parte fundamental del ser humano. “Los seres humanos somos entes biopsicosociales, y el tener una salud sexual adecuada, nos beneficia en estas 3 esferas, en la esfera de lo físico o de la biología, en la psicología y en lo social”, señala la licenciada en psicología y sexología, Denisse Soto Posada. Según explica, el sexo tiene beneficios a nivel físico porque permite canalizar el estrés, eliminar la ansiedad y es una manera positiva de hacerlo, a nivel psicólógico beneficia a la construcción de una mejor imagen corporal y a nivel social permite a las personas poder relacionarse mejor con los demás.
De primavera a invierno
El sexo es importante en el ser humano, pero no puede negarse que se presenten cambios en esta área conforme la persona va creciendo.
En el adulto mayor, ocurren muchos cambios, hay un deterioro de las diferentes funciones a nivel físico y fisiológico. “Hay cambios en la respuesta sexual, no es igual a la de un joven”.
Los principales cambios que se dan son los siguientes:
EN LOS HOMBRES
• Erecciones menos firmes.
• Orgasmo de menor intensidad, con contracciones menos fuertes.
• Menor nivel de semen.
• Período refractario más largo, incluso de semanas o meses.
• Disminución considerable del deseo
EN LAS MUJERES
• Lubricación baja.
• Dolor al ser penetrada.
• Paredes vaginales debilitadas.
• Disminución considerable del deseo.
“En ambas partes se va perdiendo poco a poco el deseo, va siendo una actividad que no está dentro de la jerarquía de sus necesidades”, dice la sexóloga.
Pero hay que estar muy atentos en esta cuestión, estos cambios no son de la noche a la mañana. Según lo explica la licenciada Soto, en la mujer tiene mucho que ver la etapa del climaterio, esto puede hacer que se presente el deseo sexual bajo o la falta de lubricación desde los 45, 50 años, y los hombres pueden tener problemas de erección a los 40 o 45 años, como resultado o de una mala educación, un condicionamiento negativo, o un problema con los hábitos. “Es importante que las personas hagan ejercicio, eviten el tabaco y lleven una sana alimentación. Algunos medicamentos pueden tener consecuencias también o impacto en la respuesta sexual humana, entonces, el consumo de medicamentos también, por alguna enfermedad crónica a una temprana edad, a va a repercutir en el desempeño sexual de la adultez mayor”, señala.
Es preciso atender estos cambios en la etapa adulta, pues generalmente en etapas más jóvenes como a los 40 años, la actividad sexual todavía entra como una de las prioridades del ser humano. “Si en ese momento te das cuenta que tienes algún problema en tu respuesta sexual humana, en cualquiera de las áreas que construyen la sexualidad, tienes que buscar la manera de resolverlo, si no conforme va pasando el tiempo se va a ir haciendo más complicado intervenir en ese problema”.
Las enfermedades y el sexo
Las principales enfermedades que afectan el desempeño sexual son la diabetes, la hipertensión, lesiones en médula o las cardiopatías en general. Todas ellas pueden generar complicaciones en la salud sexual de una persona, o traer como consecuencia disfunciones sexuales secundarias. “En estos casos, las personas no pueden suspender su tratamiento, pero sí tienen que lograr un equilibrio, pues hay que tomar en cuenta que la sexualidad es una parte importante del ser humano. No nos la podemos quitar, no la podemos desatender, tenemos que buscar cómo fortalecer pero sin dejar de lado la parte que está enferma”. La sexóloga recomienda tener un buen acompañamiento médico para lograr un equilibrio entre el buen tratamiento de la enfermedad y la sexualidad, que vaya adaptando a la persona a sus condiciones físicas actuales. “El fármaco sí tiene impacto, pero el desinterés, el desgano y dar por hecho que ya no se puede tener una vida sexual activa, eso es lo que va haciendo que realmente la vida sexual se vaya mermando”, enfatiza.
Deseo activo, cuerpo pasivo
El señor Sergio tiene 67 años, es viudo desde hace 20. Para él la sexualidad siempre ha sido importante, y después de enviudar ha tenido varias parejas sentimentales, pero ninguna ‘en serio’, a tal grado que no se ha vuelto a casar. Su problema es que no se siente el mismo de antes. “Mi cuerpo ya no me funciona igual. Yo sigo queriendo hacer las mismas cosas que hacía de ‘chavo’ y ya no se puede. Intenté tomarme la medicina esa para estar ‘más vivo’ y me dio un buen susto, así que mejor lo dejé… No crea, a veces veo muchachas bonitas y me emociono, pero sé que mi ‘maquinaria’ ya no da para tanto, no las vaya a decepcionar”.
Su caso es común, pues hay personas que aún sienten deseo, pero su cuerpo ya no responde igual a cuando eran jóvenes, y muchos recurren a fármacos automedicados, que, de acuerdo a la licenciada Soto, son muy poco recomendables en esta etapa de la vida. “En muchas personas de la tercera edad, el interés en la sexualidad o en la relación sexual no decae, sin embargo su físico ya no les ayuda. Sienten una necesidad muy grande por solucionar esa parte que no está funcionando y toman esa clase de medidas, que los ponen en riesgo, porque no saben qué consecuencias puede tener en su organismo”.
La mejor opción en su caso, es llevar un acompañamiento sexológico con un equipo interdisciplinario que se preocupe por su salud sexual. Este equipo puede estar integrado por un médico geriatra, un cardiólogo, un sexólogo y un nutriólogo, para fortalecer todas las áreas del ser humano.
Con otra mirada
La licenciada Denisse Soto resalta la importancia de una reeducación en la sociedad sobre el sexo en los adultos mayores, pues las ideas comunes están muy apegadas a estereotipos de belleza, ver cuerpos firmes y saludables teniendo sexo, de ahí en más todo es condenado.“Entonces, cuando veo a un adulto mayor interesado en la sexualidad, me siento ofendido, porque no es culturalmente aceptable, la sociedad lo percibe como una aberración”. Ella explica que la sexualidad no termina al llegar a la tercera edad, tiene que verse como una parte que no se puede separar del ser humano, que siempre va a estar presente. “Las personas que consideran que no es correcto, que es inmoral, deben entender la importancia de una reeducación en este sentido, porque es una manera de discriminar o rechazar a los adultos mayores”.
Reactivar la vida sexual
La sexóloga Denisse Soto nos proporciona algunos consejos para los adultos mayores interesados en reactivar su vida sexual:
1.- Se tiene que llevar un proceso muy personal para adaptarse a las condiciones actuales. Se trata de darse cuenta de lo que tengo ahora y qué voy a hacer con ello.
2.- Después de eso, si se tiene interés en reactivar la vida sexual o llevar una vida sexual sana, es importante consultarlo con el médico y armar el equipo multidisciplinario mencionado antes. El manifestar el interés no es para nada malo, al contrario, es algo muy sano, porque mientras estés sano en el área de la sexualidad, vas a tener muchos beneficios en todas las demás áreas de tu vida.
3.- No te detengas por los estereotipos que tengan otras personas, no lo tomes en cuenta, escucha tu necesidad, más que nada.
4.- Mejora tus hábitos. Aliméntate bien y haz ejercicio, porque no puede haber una sexualidad sana en un cuerpo que no está sano. Se tiene que buscar el estado ideal del cuerpo.
5.- A veces creemos que sexualidad es sinónimo de genitalidad, y son dos cuestiones diferentes. Cuando yo sitúo la sexualidad en la genitalidad, estoy reduciendo el espacio y las posibilidades. La sexualidad tiene que ver con aspectos biológicos. El acto sexual no se limita únicamente a la penetración, es un encuentro íntimo con una persona: abrazarla, apapacharla, estar con ella, aún cuando no haya penetración.
6.- Mientras tus condiciones de salud lo permitan, puedes tener sexo. Es importante una revisión médica, pero en general, parte de este acompañamiento médico, permite que la persona adapte su condición a al relación sexual. Si yo tengo lesión de médula, entonces hay ciertas posturas que se pueden hacer, si yo tengo alguna cardiopatía, hay ciertas posturas que no me van a poner en riesgo y no me van a exponer. Todo esto me va a permitir llevar una relación sexual más tranquila y segura. Hay que estar consciente que mis condiciones actuales no me permiten que yo haga todo lo que quiera en el sexo, hay que adaptarse.