El inolvidable Rubén 'el Profe' Ávila cubría la receptoría y fue el primero en llegar a felicitar a Lauro Cervantes por su hazaña. (Archivo)
Un día como hoy, del año 1990, los aficionados laguneros al Rey de los Deportes vivieron una de las más grandiosas experiencias que puede otorgar el beisbol: fueron testigos de un juego sin hit ni carrera, obra maestra de Lauro Cervantes que permanece como en único "No - No" que se ha lanzado en el estadio de la Revolución.
SÁBADO POR LA NOCHE
El sábado 4 de agosto de 1990, los cines de la Comarca Lagunera exhibían las cintas "Robocop 2", "La Risa en Vacaciones", "Volver al futuro 3" y la magistral actuación de Daniel Day Lewis en "Mi pie izquierdo", el grupo "Magneto" se presentaría en la Expo Feria Gómez Palacio, en México la palabra de moda era "Solidaridad" y el mundo se sacudía con la noticia de la Guerra del Golfo Pérsico. Pero entre todo eso, había algo oculto que los fieles aficionados laguneros ni siquiera sospechaban, un regalo que les tenía preparado el beisbol.
Los Algodoneros del Unión Laguna ya estaban calificados a los Play Offs de la Liga Mexicana de Beisbol y esa noche en el inmueble de la avenida Juárez debían recibir a los Industriales de Monterrey, ya en plena recta final de la temporada de 1990. El equipo guinda era dirigido por Marco Antonio Vázquez y contaba con elementos de gran calidad, como el sampetrino Rubén "el Profesor" Ávila, José Ángel Villegas, Raúl Valverde, Francisco "Paco" Guerrero, David Stockstill, Herminio Sáiz y el líder de hits de todos los tiempos en el beisbol mexicano, el inolvidable Jesús Sommers.
LOS "CABALLOS"
En el pitcheo, los recordados Algodoneros contaban con cartas fuertes en el relevo, encabezados por el zurdo veracruzano Ricardo Rincón, quien posteriormente haría una fructífera carrera de 11 años en las Ligas Mayores. Pero su gran espectáculo eran los abridores, auténticos ídolos de los aficionados que pagaban un boleto con tal de ver en acción a sus pitchers favoritos. Juan Manuel Palafox e Hilario Rentería encabezaban la rotación, convertidos en auténticos estelares del beisbol mexicano, pero enseguida llegaba el hidrocálido Lauro Cervantes, lanzador que no desentonaba en la rotación y que esa noche debía enfrentar a los regiomontanos.
Lo que sucedió entonces al subir Lauro a la loma de pitcheo fue monumental, cercano a la perfección consiguiendo la blanqueada sin hits y enfrentando apenas a 28 bateadores, superando por solamente uno el número mínimo de rivales en un juego de 9 entradas. Según relata la crónica de don Claudio Martínez Silva en la edición dominical de El Siglo de Torreón, Lauro Cervantes mostró desde el primer lanzamiento un tremendo control de sus pitcheos y movió a los bateadores a placer, para que conforme avanzaran las entradas, creciera la expectación por ver una joya de pitcheo.
Su ofensiva lo ayudó con tres carreras en la misma primera entrada, producto de cuadrangular de Luis Alfonso Cruz con par de compañeros a bordo, mientras que en la tercera tanda anotó Raúl Valverde por la vía "de caballito" la última carrera del juego. Desde la lomita, Lauro retiró en orden la primera entrada, en la segunda otorgó base por bolas a Darryl Sconnier para romper la perfección, pero igual el inning se fue en orden gracias a una rola de doble play. La tercera se fue en orden y en la cuarta expidió su segundo y último boleto, fue para José Julián Quiroz, logrando retirar el inning en 4 corredores, quinta, sexta, séptima y octava igualmente se fueron en riguroso orden, demostrando Cervantes que estaba dispuesto a hacer historia esa noche.
Con todos los aficionados presentes en el estadio de la Revolución ovacionando de pie al pitcher del Unión Laguna, volvió a la loma Lauro Cervantes para rubricar su obra maestra, su primer rival fue Alicio Uzcanga, a quien dominó con rola por segunda base que fildeó bien Ramón Abril, enseguida ponchó a Noé Muñoz y aunque Rubén Ávila no pudo sujetar la pelota, completó el out con tiro a la primera base, custodiada por Jesús Sommers. El último obstáculo fue Carlos Villela, quien trabajó un buen turno, llenó la cuenta y al final se ponchó sin tirarle, lo que significó el out 27.
Cervantes arrojó su gorra por los aires y de inmediato sus compañeros corrieron a felicitarlo tras la gran hazaña, lo levantaron a hombros y como torero, lo llevaron a darle la vuelta al cuadro, en medio de ovaciones y vítores por parte de los emocionados y agradecidos espectadores. Esa ha sido la única ocasión en que el estadio de la Revolución fue testigo de una joya monticular de tal magnitud, sus muros son testigos de aquel sábado inolvidable, en el que Lauro Cervantes tocó el cielo con las manos y escribió su nombre con letras de oro en la historia del beisbol lagunero.
BATEADORES
Enfrentó Lauro Cervantes para conseguir el juego sin hit ni carrera.
AÑOS
De edad tiene Lauro Cervantes, quien jugó tres temporadas con Unión Laguna.
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