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Meade es la esperanza

JOSÉ SANTIAGO HEALY

En plenas fiestas patrias, México enfrenta una nueva coyuntura económica que podría convertirse en crisis política de no ser resuelta a tiempo.

Cuando todavía no amaina la tormenta que provocó la visita de Donald Trump, el peso mexicano vuelve a tambalearse ante tres factores externos difíciles de controlar.

El primero es la caída en los precios del petróleo en cuya exportación México ha fincado buena parte de su estabilidad económica. De ahí que, a menores ingresos por petróleo, mayor es la devaluación de nuestra moneda.

La segunda es la fortaleza del dólar que esta semana tomó nuevos bríos ante la incertidumbre mundial que ha provocado la posible alza en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos.

En esta semana el dólar se cotizó se acercó a los veinte pesos con el peligro de que la depreciación avance más si estas variables no cambian.

El tercer factor es el más complicado y sin duda el más difícil de predecir y contener.

Nos referimos a las posibilidades de que el inefable Donald Trump gane las elecciones en noviembre y se convierta en enero de 2017 en el nuevo presidente de nuestro país vecino.

Hace un mes todos daban por muerto al bocón neoyorquino, pero recientemente comenzó a repuntar en las encuestas gracias a acciones audaces que le resultaron favorables como fue el encuentro con Enrique Peña Nieto en Los Pinos o Los Pinoles como decía el cómico Héctor Lechuga.

Para acabarla de amolar, la señora Hillary Clinton contrajo una neumonía y por poco se desmaya en público, escena que fue difundida por los medios y que ha despertado enormes sospechas sobre la fortaleza física de la candidata presidencial.

Hillary ya regresó por lo que es probable pronto se olvide este incidente, aunque tampoco hay que descartar una recaída afectaría seriamente su imagen y con ello la ventaja que llevaba en las encuestas.

La señora Clinton a sus 68 años ya no es una jovencita, tampoco Trump lo es a sus 70 años, pero este último no ha mostrado problemas de salud al menos desde que arrancó la carrera electoral.

Así las cosas, en la medida que Trump alcance más puntos en los sondeos, el valor de la moneda azteca se irá a la baja hasta niveles difíciles de calcular.

A pesar de que los tres factores mencionados son ajenos a nuestro país, el gobierno mexicano deberá al menos intentar fórmulas internas para blindar al peso mexicano antes de que sea demasiado tarde.

Esta tarea le corresponde al recién estrenado secretario de Hacienda, José Antonio Meade, quien por cierto se sacó la rifa del tigre en este final convulso del sexenio peñista.

Por fortuna Meade ha evidenciado capacidad y una efectividad envidiable en los cargos públicos que ha ocupado.

El cinco veces secretario de estado nos recuerda a Ernesto Zedillo, quien de la Secretaría de Programación y Presupuesto pasó a la Secretaría de Educación, luego a la coordinación de campaña de Luis Donaldo Colosio para después suplirlo como candidato, ganar las elecciones y convertirse en presidente de México.

Ante la caballada flaca, Meade podría emular la trayectoria de Zedillo, pero antes deberá sacar al país del estancamiento al que lo llevó Luis Videgaray y compañía. Por si acaso habrá que preguntarle a Meade si posee credencial del PRI.

De vuelta al tema, lo más preocupante sobre la moneda mexicana es que no se percibe al momento una preocupación urgente por parte de las autoridades.

Desde que la depreciación se aceleró, Peña Nieto no se ha visto interesado en el asunto, pareciera que hay una política deliberada por devaluar el peso con la esperanza de que esto favorezca las exportaciones y a la vez desaliente las importaciones.

La llegada de Meade a Hacienda ofrece la ventaja de su cercana amistad con Agustín Carstens del Banco de México, no obstante, el nuevo funcionario estará muy ocupado en las próximas semanas en empujar la aprobación del presupuesto federal de 2017.

Por cierto, el gasto federal tendrá finalmente fuertes recortes lo que resulta positivo para reducir el déficit fiscal, pero ya surgieron quejas en el sentido de que ni altos funcionarios ni legisladores se abrocharán el cinturón.

Como suele suceder el ajuste afectará a los mexicanos de las clases bajas y medias, obviamente la clase gobernante no será afectada en lo más mínimo.

Hay que seguir con atención la evolución de la paridad peso-dólar y especialmente el desempeño del supersecretario Meade, quien podría convertirse en el héroe del actual drama sexenal.

El senador blanquiazul Francisco Búrquez acaparó esta semana los reflectores al lanzar la nueva Ley General de Asentamientos Humanos que contempla, entre otras cosas, obligar a los Ayuntamientos a utilizar el impuesto predial para obras en donde fue recaudado y no para gasto corriente. La propuesta cuenta con el respaldo del PRI, PAN y PRD, y será sometida a discusión en breve.

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