Cuerpo Mutable. Foto: Adela Marín
Centroamérica es una región muy diversa, tanto natural como culturalmente. Costa Rica, un país sin ejército y que alberga una actividad artística interesante, es el lugar de origen de Adela Marín Villegas, una artista visual que vincula su trabajo con el cuerpo humano y con algunos fenómenos socioculturales que suceden en esta región.
Adela Marín Villegas nació en San José, Costa Rica el 30 de junio de 1969. Su infancia fue muy cercana al arte, pese a que no creció en el seno de una familia de artistas, recuerda siempre estar rodeada de papeles, pinturas, libros y revistas relacionadas con las diversas manifestaciones artísticas.
“Aparte de eso me desarrollé en una casa donde mi padre era bastante fuerte, lo que siempre era una manera de educarme para no andar en la calle, entonces pude concentrar toda la fuerza creativa en mi casa”, narra la artista visual Adela Marín en entrevista exclusiva para Siglo Nuevo, desde Costa Rica, añadiendo que el arte se convirtió en una herramienta que le ayudó a afrontar al mundo en su madurez como ser humano.
Desde 1989 ha participado en más de 95 exposiciones artísticas utilizando distintos medios como la fotografía del desnudo femenino y masculino, pintura, cinematografía, instalaciones, performance y danza, entre otros.
Marín decidió cursar la Licenciatura en Artes Plásticas, para posteriormente consolidar sus estudios con un máster en Diseño del Espacio, el Producto y la Imagen, ha realizado diversos cursos de fotografía y desde 1996 se ha desempeñado como profesora en algunas de las instituciones académicas más importantes de Costa Rica.
Después de estudiar pintura se interesó por la fotografía. Durante esta etapa, indica, su obra fue influenciada por su colega Sussy Vargas, quien publicó en 2004 el libro Una mirada en el tiempo. Historia de la fotografía costarricense 1848-2003.
Adela Marín ha visitado México en varias ocasiones, un país que también ha impregnado su trabajo. Según comenta, México le ha abierto un bagaje de vida muy interesante, y le parece que la actividad cultural que existe en nuestro país es mayor a la que existe en Costa Rica.
“Los fondos de cultura en Costa Rica no son tan grandes como en México; allá, la gran mayoría de quienes hacen arte, tiene un trabajo con el cual ganan dinero y otro con el que hace arte, porque no hay un fondo de cultura que permita que podamos vivir de nuestra propia producción”.
EL CUERPO HUMANO COMO INSPIRACIÓN
Para Adela Marín, el cuerpo humano supone un medio de expresión muy importante. Incluso su primera pintura, realizada cuando tenía 11 años de edad, fue un desnudo. “La hice para una materia de la escuela, que no tenía nada que ver con arte, para una exposición y no se expuso precisamente porque era un desnudo”, recuerda.
Vincula su trabajo a lo íntimo, a su experiencia personal de vida, y es una manera de encontrarse a sí misma, pero también de romper socialmente.
“Cuando mi obra empezó con el desnudo en los años noventa, aquí en Costa Rica había mucho prejuicio y todavía no existía el internet y ese acceso a la información tan grande. Entonces para mí fue como una oportunidad de transgredir a una sociedad, de tratar de cambiar su mentalidad para tratar de reinventarme”.
Esta filosofía y manera de apreciar el cuerpo humano yace en su serie “Desde el baño”, un fragmento de un ensayo fotográfico donde muestra la privacidad del ritual que su tía abuela (en ese entonces de 107 años) y su madre realizaban al bañar a la primera.
“Para mí, el tema de las mujeres en mi familia siempre ha sido interesante porque han sido mujeres fuertes (…) también el tema de mi tía abuela; yo continuamente, cuando vivía con ellas, veía a mi madre bañarla y aunque no son consanguíneas, el tema de la solidaridad y de la lucha estaba siempre presente”.
Marín añade que este suceso supuso algo que ella quiso compartir con el mundo, una mirada incluyente a la intimidad femenina. El hecho de que este acto de amor existiese, le provocó inquietud para mostrarla al exterior y al mismo tiempo formar parte de este momento fraterno para poder documentarlo.
La artista también ha realizado trabajos sobre su persona. En 2002 recibió la mención de honor en el Premio Latinoamericano Mujeres y Testimonios en Ecuador por un autorretrato, así nació Rituales. La artista centroamericana hace hincapié en que ha tratado de que su trabajo se estructure en un marco muy referencial y sincero.
“Me plantearon enfrentar un autorretrato. Era un momento de mi vida en el que yo estaba pasando por muchas preguntas sobre mi persona como mujer, como pareja, como una mujer en búsqueda de compañía y como una mujer que estaba enfrentando su propio cuerpo contra los prejuicios sociales”.
Marín describe ese momento como una “etapa de agresión”, ya que sufrió experiencias fuertes de carácter psicológico. Entonces decidió utilizar su cuerpo como un rito, tomando un puño de sus recuerdos y experiencias relativas a la agresión.
“Pero no quería quedarme allí, no quería quedarme como víctima, sino más bien entablar un ritual de limpieza que dejara testimonio de lo que había sentido, para poderlo borrar y volverme a reinventar”.
En la obra, Adela se planteó el reto de fotografiarse a sí misma, escribiendo sobre su cuerpo desnudo frases alusivas a prejuicios sociales como el sobrepeso y las vivencias que percibió.
Después tomó la decisión de llevar esta obra al video, siendo premiada como la mejor video creación en la 10+1 Muestra de Cine y Video Costarricense. Se trata de una obra que experimentó la metamorfosis de pasar de la fotografía al video, con un testimonio bastante gráfico.
En 2005, Marín trabajó su serie “El aspecto femenino de Dios”, un conjunto de propuestas que se relacionan con los conceptos de lo sagrado, lo cotidiano y lo femenino.
Dentro de esta serie destacó el trabajo realizado con empleadas nicaragüenses migrantes de un restaurante de San José. Durante décadas, la guerrilla nicaragüense ha propiciado la migración de cientos de personas desde Nicaragua hasta Costa Rica.
Marín trató de utilizar figuraras que fuesen similares a las imágenes religiosas policromadas del barroco hispanoamericano haciendo énfasis en sus coronas. Por lo que en este trabajo se puede apreciar a las modelos migrantes en posiciones sacras, ostentando una corona de cubiertos a modo de aureola.
CANTOS DE LA LLORONA
En 2009, Marín colaboró junto a su esposo, el compositor Otto Castro, en la obra Cantos de la Llorona, un trabajo para videocreación, CD y concierto musical. Esta pieza, está inspirada precisamente en la figura de “La Llorona”, representación mítica y muy propia de algunos pueblos latinoamericanos que vincula la identidad mestiza, entre lo español y lo indígena.
Castro se encargó de la composición musical, mientras que Marín trabajaba en el aspecto visual desde el video y la fotografía. Cantos de la Llorona involucró además la interpretación del Grupo de Música Antigua Ganassi y el trabajo de diseño y fotografía de Mario Acosta.
Las investigaciones de la pareja costarricense se centró en dos aspectos: la figura de “La Llorona” y las coplas de construcción popular, observando sus enlaces. “Iba investigando aspectos que tenían que ver con la parte histórica de La Llorona y los elementos simbólicos que están asociados al inconsciente colectivo”, relata.
A partir de eso, la artista realizó una abstracción de “La Llorona”, una mujer que afirma no conocer pero que intuye en muchas problemáticas latinoamericanas. Para los videoartes y algunas de las fotografías, utilizó la imagen de la Virgen Dolorosa (debido a su arraigo latinoamericano) y la envolvió en vestimentas indígenas, utilizándola como sinónimo de La Llorona. Momentos antagónicos de la existencia misma, como el parto y la muerte, también cobraron presencia.
Marín y Castro se encontraron con que la figura de “La Llorona” tiene raíces prehispánicas, algunos relatos orales cuentan que la diosa Chihuacoátl solía aparecerse vestida de blanco, flotando sobre el lago de Texcoco, aterrorizando a los habitantes de Tenochtitlán. Chihuacoátl también fue la primera mujer en dar a luz en la mitología mexica, abandonó a su hijo en un cruce de caminos y cuenta la leyenda que seguido regresaba para llorarle y lamentarse.
La primera Llorona de carne y hueso de quien se tiene noticia, fue la de los indígenas de la época, Doña Marina, mejor conocida como ‘La Malinche’. Entonces, es claro que este personaje se desprende de la ambivalencia de vida y muerte. Y el ser latinoamericano a partir de la pérdida y el nacimiento. Describen Marín y Castro en su artículo La Obra “Cantos de la Llorona”, publicado en el volumen 27 de la Revista de Diseño y Arte Difusión.
La pareja presentó la obra y ofreció una conferencia sobre su realización en el IX Festival Internacional Visiones Sonoras, celebrado en 2013 en la ciudad de Morelia, Michoacán.
SELECCIONADA EN GRANADA
A finales de 2015, Adela Marín y Otto Castro fueron seleccionados para el XXII Festival de Arte Sonoro y Música Electroacústica Punto de Encuentro, que se celebra en Granada, España, con su pieza de video Cuerpo Mutable. Una obra que cuenta con la participación de la flautista María Clara Lozada y que explora los elementos internos y externos que supone el ser.
Twitter: @BeatsoulRdz