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Adiós a la verdadera grandeza

FEDERICO REYES HEROLES

Bitte geht nicht!, por favor no se vayan, fueron las tres palabras de la portada del emblemático semanario Der Spiegel de Alemania. Un extenso reportaje especial -en inglés y en alemán- presentó un sólido recuento de los estrechos vínculos económicos, científicos, culturales y sobre todo políticos entre las dos naciones. El conocido orgullo alemán no tuvo empacho en subtitular el número con la leyenda, por qué necesitamos a los británicos.

Pero el caso alemán no es el único, los franceses tienen su propia historia y así cada integrante de la Unión. Pero está también el lado inverso: los británicos necesitan de la Unión. La necesitan pues dentro de los nuevos equilibrios mundiales Gran Bretaña es ya un país pequeño, poderoso pero pequeño, muy rico, pero pequeño, no sólo frente a los nuevos monstruos de China y la India, sino también frente a Indonesia, Nigeria o Brasil, o México. De ahí el asombro por el triunfo del "Brexit", porque la grandeza de Gran Bretaña ya no radica en su control colonial, ni en su peso poblacional, tampoco el económico es garantía en el futuro próximo. Dada la aparición de nuevos actores como China e India y varios más, el peso relativo de Gran Bretaña -la combinación entre población y tamaño de la economía- está condenado a disminuir. En Europa la superan en población Alemania y Francia y en el mundo más de 20 naciones y habrá más. Si Escocia con sus cinco millones se independizara caerían aún más. No es por allí por donde Gran Bretaña puede garantizarse su grandeza.

Pero Gran Bretaña es uno de los veneros de pensamiento democrático en el mundo, debatir con Inglaterra enriquece. No exentos de graves errores a nivel mundial como la arbitraria repartición del Oriente Medio y el norte de África después de la Primera Guerra mundial, el Reino Unido ha hecho grandes aportaciones civilizatorias como el estado de bienestar surgido de la Sociedad Fabiana que sigue siendo referente en el debate de cómo construir mayor justicia social en el mundo. Pertenecer a la Unión Europea significaba, para el Reino Unido, estar en la segunda mesa más importante de debate supranacional -después de la ONU- que el mundo se ha dado a sí mismo. Con todas las complejidades burocráticas de los varios niveles de toma de decisiones del Parlamento Europeo y de la Comisión Europea, discutir en Bruselas y Estrasburgo como una de las tres cabezas de la Unión era ejercer una injerencia global que ya no tendrán.

Y la Unión Europea, con todas sus limitaciones, es un gran actor de los nuevos procesos de pacificación. En la primera Guerra Mundial Francia y Gran Bretaña llevaron el curso tanto de la desaparición del Imperio Otomano y el fallido reparto del Oriente Cercano y el norte de África. Fueron los responsables -por miopía, ignorancia y prepotencia- de terribles arbitrariedades en la repartición territorial que aún hoy genera tensiones brutales en el área. La Sociedad de las Naciones, a través del llamado Mandato Inglés, responsabilizó a Gran Bretaña de la creación de los dos estados nacionales en la zona, el judío y el palestino. Hoy seguimos en esa discusión. En Yalta estuvo sentado el gran zorro de Churchill y en los Juicios de Nürenberg los ingleses ayudaron al establecimiento de los nuevos criterios de responsabilidad de los estados frente a las guerras. De allí a los juicios contra Milosevic y la creación de la Corte Penal Internacional hay varios pasos donde el Reino Unido jugó un papel esencial en el avance civilizatorio de la humanidad.

Por supuesto que al salir de la Unión Europea no desaparecen de la faz de la Tierra, pero dejan una trinchera de avanzada. Y ello supone un reacomodo global porque su "relación especial" con Estados Unidos es eso, especial, pero que carecerá para ambos del peso institucional: ser parte de la Unión y tener voces en Bruselas. La foto de Cameron en la portada del Financial Times lo dice todo: Inglaterra deja de ser algo en el mundo y así lo leyeron la mitad de los votantes y buena parte del mundo. Basta con ver las reacciones de los mercados, Europa consternada, (bestürzt) alterada, fue la constante de la prensa europea, desconcertada, asustada también. Los noticiarios de toda la Unión no salían del pasmo. Esto no debió de haber ocurrido, no está en su propio interés nacional, no corresponde a la racionalidad inglesa.

Y claro, minutos después las derechas nacionalistas ya festejaban. El "Brexit" al servicio de Trump vociferando en Escocia, "recuperen a su país... que sólo entren los que ustedes quieran". Adiós a las nociones globales de humanidad de las cuales Inglaterra fue creadora. Los descendientes de inmigrantes han descubierto a la inmigración como pandemonio y, lo peor, es que les está funcionando, hasta en Inglaterra. Qué tristeza.

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Escrito en: Federico Reyes Heroles

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